¿Dónde están?

¿Dónde están todas aquellas andanadas políticas que el PP hizo al PSOE cuando era oposición con respecto al AVE? ¿Dónde han quedado las arremetidas y las llamadas a la vergüenza por no diseñar un AVE de primera en vías de primera que ellos ahrían nada más llegasen al poder? ¿Dónde están ahora las lenguas que lanzaban un día tras otros palabros contra los gobernantes de entonces? Yo se lo diré, buscando justificaciones para los enormes recortes que sus compañeros de partido, ahora en el poder, están haciendo hacia la provincia de Granada. Y no solo en el AVE, con un diseño vergonzoso a su paso por Loja, también con los accesos al puerto de Motril, porque Motril y la Costa siguen existiendo, aunque parezca que ahora no haya que hablar de esta tierra; o con la segunda circunvalación, de la que ya nadie se acuerda, o de la autovía de la Costa, o de tantas y tantas cosas que parece que solo avanzan cuando es el PP quien justamente está en la oposición, al menos en nuestra provincia, y la historia está ahí mismo. Y dónde está el PSOE reivindicando ahora, empujando, exigiendo que no se paralicen los proyectos, poniendo patas arriba las cosas para que el PP se ponga de una vez a trabajar por esta provincia.

Lástima de Granada, cuyas aguas huyen siempre hacia fuera, o quedan permanentemente estancadas ante la ineptitud o el excesivo avasallamiento de sus gentes cuando la dirigen. Nuestros jóvenes campean por sus calles, o se esconden en sus casas, mano sobre mano, o compran por Internet un vuelo barato desde Málaga para huir hacia el extranjero, porque aquí nadie les da solución alguna a sus demandas. Nuestros barrios se empobrecen día a día ante la mirada de quienes mandan, o dicen mandar, menos el Centro, que ha de seguir acogiendo a los turistas que llegan los fines de semana. Nuestro alcalde sonríe, con el escapulario que le permite el acceso a la Feria del Turismo, en Madrid, y junto a él, otros que parecen vivir siempre en los mismos parajes, creados exclusivamente para ellos y sus vasallos. Qué pena que no haya buen señor.

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