Abel

La sociedad española se está endureciendo, está cristalizando ciertos valores y principios que parecían consolidados hasta hace bien poco. Ya nos vienen anunciando que el Estado del Bienestar ha de dejar paso a otra cosa, que es insostenible y que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades. Pronto solo disfrutarán de sus ventajas quienes puedan pagarlo.Es fácil decirlo, pero hay que decirlo. La banca vuelve a ganar dinero, vuelve a dar resultados, para ella, y a contratar a aquellos que son culpables del deterioro que hace un Rato sufrió, arrastrando la economía de un país que solo se limitaba a trabajar y a vivir con dignidad. Y los primeros en caer han sido aquellos que más dependencia tienen de esta comunidad que formamos todos, también ellos. Ancianos, jóvenes y personas con menos posibilidades, con menos capacidades que los demás, están siendo víctimas de una caída silenciosa de una sociedad que los amparaba, protegía y facilitaba las cosas a quienes más lo necesitaban. Los discapacitados, aquellos que más precisan de los suyos, están ya pagando las consecuencias. Los que no están en ámbitos familiares que pueden protegerlos, cobijarlos, ampararlos, guiarlos, ayudarlos, allanarles su camino están sintiendo que la soledad, que la marginalidad, que la apatía, que la desidia, que el egoísmo, que la ignorancia ajena los está atrapando en un círculo del que no pueden salir, porque les faltan los medios y los mecanismos. Ellos necesitan de los demás tanto como los demás necesitarán del conjunto antes o temprano. Pero nuestros gobernantes miran hacia otro lado, prefieren echar otras cuentas, porque estas no les salen, tal vez porque la discapacidad no entra en sus preocupaciones. En Andalucía tenemos nueva consejera en esta materia. Sé que intentará con todas sus fuerzas ir resolviendo lo que pueda, pero poco podrá si el Estado desampara a las comunidades en esta materia. Y lo está haciendo. Qué pasa con un joven discapacitado cuando acaba el periodo de escolaridad obligatoria, quién se ocupa de él. ¿Sus padres dejan el trabajo para atenderlo? Si económicamente no pueden abandonar su trabajo, y la ayuda que pueda recibir no le llega para que alguien se ocupe de él, ¿qué hace? Es la sociedad quien tiene la responsabilidad, aquí también, pero mientras quienes nos gobiernan estén más preocupados por llevar brillantes sus chapas ante quienes piensan que les pasan la revista no volveremos a recuperar la dignidad que estamos perdiendo, todos, porque las situaciones que laceran al cuerpo social solo dejan al descubierto sus debilidades, justamente las que lo hacen más vulnerable. Y todo lo demás pasa a un segundo plano, aunque ellos se empeñen en culpar a los otros mientras miran hacia otro lado, generalmente hacia el lado en el que están los fuertes, los poderosos, aquellos entre los que a ellos les gustaría personalmente encontrarse. ¡Qué grave miseria!

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