Niños hambrientos… no votantes

En nuestro país hay niños que pasan hambre, criaturas que toman un solo plato de comida al día, si acaso. Lo dicen las organizaciones que alertan de la terrible situación que viene ocurriendo desde un tiempo a esta parte. Son nuestros hijos, no ya solo quienes en un futuro han de sostener este país, son quienes hoy deben garantizar la calidad de nuestra salud social. Cuando un país deja que sus hijos pasen hambre lleva el peor de los caminos. Un padre o una madre pueden pasar todas las faltas del mundo, pero cuando sus hijos les piden comida y no hay nada que darles puede ocurrir cualquier cosa. Ahí están los bancos de alimentos, ahí están las organizaciones privadas que están sustituyendo al Estado (así, con Mayúsculas) en la protección básica de la ciudadanía, cada vez más desprotegida. Pero los niños no van a manifestaciones, ni votan, y sus padres a lo peor están cansados de que los engañen, de que no les den ese trabajo que les permita mantener la dignidad en su familia. Los niños cada vez juegan menos, y cada vez sus silencios son más escandalosos, sobre todo en un país cuyo principal golpe parece ser que ha sido que la selección de fútbol caiga a la primera en el mundial. Los niños que pasan hambre tampoco tienen acceso a los medicamentos, ni a Internet. Ellos se entretienen mientras los otros disfrutan, y aprenden que la vida no es igual para todos, que las diferencias llegan desde la cuna, que cada vez los otros, los dueños del balón y de la video consola, además de comer cuando tienen que comer, de tener sus libros, sus juguetes, sus necesidades cubiertas, también serán quienes saquen las mejores notas. Estos niños que pasan hambre serán los culpables de que España siga en la cola con los resultados de competencia lectora, pero es que el hambre es mala para la lectura, y para las matemáticas, aunque hay quien diga que el hambre agudiza el ingenio. El gobierno calla y blinda, y si acaso, en estos menesteres invierte un porcentaje vergonzoso. Será que no llegan los llantos del dolor de tripa hasta el Consejo de Ministros, tal vez porque cada vez sea más difícil que quienes mandan se enteren de lo que pasa en las calles y en las casas. Estos niños son ya las víctimas, en este presente, y nuestra sociedad lo pagará en el futuro. Los responsables tienen nombre, apellidos, buenos sueldos y tal vez también niños a su cargo. Algunos gobiernos regionales han decidido que los comedores escolares sigan abiertos en verano, Andalucía entre ellos. Otros argumentan para no abrirlos que eso es señalar a los pobres hambrientos. Y es que las hambres de cada uno al parecer deben quedarse de puertas adentro, no son una cosa que deba verse en la sociedad. Parece que estamos en otro mundo, o será que otros viven en otro planeta, aunque cobran de este.

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