Queda la palabra

Montoro desplazó la paga extra a los empleados públicos hace dos años. Dice que devolverá la cuarta parte de aquel desplazamiento en la nómina del próximo enero, dos años y pico después, imagino que sin intereses. Muy listo  Montoro, aún ministro. Si todo ese montante de dinero lo hubiera puesto a plazo fijo le habría dejado unos réditos nada desdeñables, y además con pasta ajena. Estamos en año previo al comienzo de una loca carrera electoral que durará más de año y medio. Ahora vendrán estos políticos que cobran por serlo a poner  parches en los desgarros de las heridas abiertas durante los últimos tiempos. Nos han vacilado a los españoles no ricos, a quienes viven de una nómina, y han humillado a quienes ni tan siquiera han tenido oportunidad de alcanzarla con un trabajo digno. Los trabajos los han convertido en instrumentos de empoderar a los ya poderosos, con salarios miserables e incremento de horas laborales, y eso a quienes han tenido la fortuna de alcanzar uno de ellos, porque millones de personas, jóvenes y maduras, ni han podido rozar con la yema de sus dedos una jornada laboral, han sido menospreciados y condenados a la postración y humillación del parado, como si no sirvieran para nada, como carne en movimiento. Así se vienen sintiendo quienes no han podido siquiera echar un jornal. Y aquellos que lo han podido hacer han visto en la mayoría de los casos cómo su trabajo era pagado con salarios miserables, a precios de saldo para que otros se hicieran de oro (en este país los ricos han aumentado este año de forma absolutamente desproporcionada). Uno sabe que no sirve de nada protestar, levantar la voz, decir ¡Basta! Pero ellos, quienes gobiernan, quienes mandan, y quienes se están haciendo ricos gracias a esta situación tan miserable, tan deleznable, han de saber que aún nos queda la palabra, la voz para decirles que no, que ese no es el camino, que están arruinando la vida de cientos de miles de jóvenes, que han arruinado la vida de cientos de miles de maduros, que están permitiendo que se humille a millones de personas con unas situaciones miserables que los hacen arrastrarse ante quienes tienen algún poder, que los hacen alimentarse mal, que los obligan a esconderse ante la vergüenza de no poder siquiera vestir en condiciones a sus hijos, a acudir a comedores sociales, a que los abuelos los alimenten, porque no tenemos un gobierno que se deje la vida en la lucha por sus ciudadanos. Y ahora viene Montoro, con su sorna y risa chulescas a decir que va a devolver a los empleados la cuarta parte desplazada hace dos años. Ya está bien de tanto mediocre en política, y de tantos bribones que han sido sacados a escobazos de debajo de las alfombras. Fiscales, sigan golpeando, seguro que los principales aún están escondidos con billete de ida hacia sus paraísos e islas afortunadas.

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