Cónsul jayuelo

Dijo que pretendía bromear, pero solo ha reflejado que su sentido del humor es ladino. Este tal Enrique Sardá Valls, de Barcelona, ha mostrado su grado de ignorancia en la transcripción fonética del habla más avanzada del español. Hay quien lo ha calificado como pelín excéntrico y heterodoxo. Él pretendió desde su puesto atacar a la Presidenta andaluza en la intimidad, por hablar andaluz, que para él debe ser de segunda. Pero su ignorancia, como la que todos aquellos que vienen a intentar mofarse de este uso, le ha jugado una mala pasada. No atendió en la escuela cuando se explicaba fonética, ni abertura de vocales, ni cuando se enseñó que la riqueza de una lengua está en su capacidad de evolución, en su pluralidad y en la comunicación entre sus hablantes. Y en el respeto, que él sí lo recibe de los demás. No, no aprendió nada, su competencia comunicativa parece nula a pesar de su bagaje cultural. Su atolondramiento mental debe ser similar al que sufren quienes creen saberlo todo y se erigen en jueces de los demás, y cuando hablan redundan en las eses para dignificar más su mensaje. Digo yo que cuando recibía a un andaluz, extremeño, madrileño, canario, argentino, cubano, venezolano…, tomaría notas para divertirse en las redes sociales mientras escuchaba sus problemas, o sus proyectos para desarrollar donde quiera que estuviese. Risa producida por su elegante superioridad, pues él matizaría todos los sonidos de forma dogmática, de ortodoxia sublime, casi dieciochesca. Y el ministro, presionado, lo fulminó de Washington. Y en Barcelona se apenarían de que uno de sus conciudadanos volviese a meter la pata con esto del habla. Y en Andalucía el personal pensó que ya está bien, que va siendo hora de que en toda España se enseñe la realidad del español en el mundo, germen de riqueza económica y cultural, con todas sus variedades, con casi quinientos millones de hablantes, y que cuando los hispanohablantes nos movamos por este planeta lo hagamos orgullosos hablando nuestra lengua, fuente de comunicación enorme en la historia del banco mundial de la cultura. Y cuando surja un personaje como este se le mande a recibir cursillos de escritura, lectura, oralidad, civismo y respeto, por mucha cultura y laboriosidad que tenga. Y no solo por el hecho de quienes, orgullosos, utilizamos el habla andaluza dentro de la lengua española, sino por el derecho que cualquier hablante tiene de emplear la lengua y de ser respetado por ello, sea presidente o el último de la cola, porque eso, el uso de la lengua, es precisamente lo que nos une, y no como este señorito piensa. Y ahora, a la academia, a que aprenda. Yo me ofrezco para darle clases particulares, en línea si quiere, así me ahorro verle esa carita de gañán rechupado con el que la naturaleza lo ha dotado. Ojú.

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