Mes: noviembre 2011

Crisis en Cuentolandia

Caray como están espabilando todos los de los cuentos. Aquí les dejo algunas de las últimas noticias que se han publicado en el “Fairy-Tale Morning”.

Cenicienta interpone a Felipe  una demanda por paternidad

Según fuentes cercanas la trabajadora del hogar quiere que su futuro hijo lleve el apellido “Azul” que legítimamente le corresponde. El príncipe por su parte ha asegurado a través de su cuenta personal de twitter “No tengo nada que decir. La conocí y bailamos un par de vals… Eso es todo”. En los últimos días las hermanastras han difundido unas fotografías de Cenicienta en el baile que han destapado toda clase de rumores.

La foto que ha levantado todos los rumores
La foto que ha levantado todos los rumores

 

 Peter-Pan atraca una bombonería

El famoso niño-duende fue interceptado ayer por fuerzas de seguridad cuando trataba de huir después de ser abandonado por su cómplice, a quien todavía se busca. Los datos difundidos por la policía para su busca y captura son: varón, blanco, pelo negro en largos bucles, bigote afilado, casaca roja de marinero, sombrero de plumas del mismo color y mirada aviesa.

El momento de la detención del popular muchacho
El momento de la detención del popular muchacho

 

 El príncipe Eric posa en un calendario benéfico

Lo podremos ver en el mes de Marzo en una foto de inspiración clásica. Asegura que se negó a ser retocado por Photoshop. Los beneficios irán destinados a salvar nuestros mares.

El mes de marzo
El mes de marzo

 

En fin, y para terminar, no digo nada de lo que se insinúa sobre el nuevo empleo de Rapunzel… Dejo la foto y cada cual que saque sus conclusiones. Lo que es un hecho es que se está forrando.

 

 

Rapunzel da un nuevo aire a su curriculum laboral
Rapunzel da un nuevo aire a su curriculum laboral

 

Mi amigo Beltri

 

Las secuelas de Halloween
Las secuelas de Halloween

 

– Muchas gracias por venir Daniela. Después de nuestra última cita no tenía nada claro que aceptases verme.  –  La última vez que lo vi acabamos en comisaría.

– Quita, quita Beltrán, estoy encantada. ¡Uy, pero qué blanquito estás!. ¿Has perdido peso?  –Pregunto mientras me siento en nuestra mesa.

– Dani, he cambiado mucho desde la última vez que nos vimos. Ahora soy un vampiro.

– ¿Tú un vampiro? – Lo que me faltaba ahora que después de diez años por fin ha terminado Derecho empieza con los complejos. – Lo de que los abogados sois unos chupasangres es un tópico…

– No, no Daniela. Soy un vampiro de los otros  – y me echa una mirada significativa a la vez que saca los dientes en un gesto horrible.

– ¿Te refieres en plan Drácula y esas cosas?  – En otro sería una confesión bastante extraña pero Beltri ha sido ya casi de todo.

– Yo soy más del rollo Cullen.

– Aaaah, ya, – mi madre cuanto tarado suelto.  – Tú no puedes ver la sangre, te desmayas.

– Lo suplo con vocación Daniela. El otro día probé un trozo de morcilla y te digo que no me disgustó…

– Ya bueno, es prometedor, pero comer morcilla no te convierte en vampiro Beltri. ¿Para qué diablos quieres ser tú un vampiro con lo bien que te iba de hobbit?

– Dani, solo quiero avisártelo porque me figuro que te sentirás fuertemente atraída por mí. La vampirez es lo que tiene, os deja listas en un plis-plas. En ese sentido la vida de Hobbit era más tranquila.

Llega el camarero yo pido un café con leche y él un cola-cao y pan tumaca.

– Para ser un vampiro te cuidas ¿eh? Cola-cao y pan tumaca. Eso lleva ajo y no me gustaría que te desintegrases delante de mí. Estaría feo.

– No soy ningún purista. Esto es como los vegetarianos y el queso. Yo soy vampiro pero con mentalidad abierta. Lo que sí que he dejado del todo es el brócoli.

– ¿El brócoli?

– Sí, desde que soy vampiro lo he dejado, como las judías.

– Naturalmente, un vampiro comiendo judías pues como que no.

Y es la verdad. Drácula comiendo judías y luego directo al ataúd con lo mal ventilado que está eso pues es un problema. Beltri me sacó de mis ensoñaciones.

– Daniela. Por favor, no te enamores de mí. No quiero hacerte daño.

– Ya bueno, no te preocupes Beltri, yo soy más de hombre-lobo ¿sabes?. Oye, si ya no te vale el anillo élfico lo acepto encantada.

– ¡Gollum!

– No empezemos Beltri que terminamos en comisaría como la última vez.

– Gollum, más que Gollum – me arrea un mordisco y sale corriendo. Por lo menos esta vez no ha venido la policía.

– ¡Adiós Beltri. Nunca cambiarás!— Vocifero mientras pienso para mis adentros que algún día el anillo será mío. ¿Después de todo, para qué lo quiere un vampiro?

Mi tessoro. Preciosso mío…

¿Ya soy mayor?

Mi mono-ardilla
Mi mono-ardilla. ¿Dónde estará ahora?

 

“No hay nada que se parezca más a un niño de ocho años que el mismo niño con sesenta y ocho” (Fermín  Cabrera)

Hoy he encontrado mi diario de cuando tenía nueve años. La última hoja es una lista con las cosas que me gustaría tener.

– Un mono y un pingüino. Cuando era pequeña había un programa en el que uno de los presentadores andaba siempre pegado a un pingüino graciosísimo y lo del mono me pareció interesante a raíz del jugo que le sacaba Pipi Calzaslargas al suyo.

– El paraguas de Isabel Dorantes. Se lo había traido su padre de Italia y tenía lucecitas cuando lo abrías. Nunca he vuelto a ver algo semejante. Una maravilla.

– Un gremlin.  En una pajarería de cerca de casa vi un animalito igual, igual que un gremlin. El señor de la tienda me dijo que era un mono-ardilla. Si hubiese tenido trece mil pesetas mi historia hubiese sido bien distinta. Yo nunca le hubiese dado de comer después de las doce. Durante un tiempo estuve ahorrando el dinero de la torta del recreo pero cuando iba por ciento veinticinco pesetas mi mono-ardilla ya había volado.  Nunca lo volví a ver, pero siempre lo recordaré.

– Una granja y un caballo y una piscina muy grande a la que nunca invitaré a Isabel  Dorantes aunque llore mucho. Ella nunca me prestó el paraguas y me encantaba imaginarla sufriendo por no poder venir a mi piscina. Un día se lo dije y me contestó que ella ya tenía una piscina enorme en su casa y otra en casa de sus abuelitos. La odié mucho aquel día.

La lista seguía con un piano de cola, la estampita ciento tres del álbum de Candy, la casa-seta de las barriguitas y otro sinfín de cosas interesantes. Luego detallaba algunos de mis planes para mi futuro inminente (los diez u once años). Iría a África con mi hermana y mi mono, inventaría una vacuna, descubriría un misterio que no diese mucho miedo y encontraría un tesoro con el que compraría  el abrigo de piel que siempre mira mi mamá en la tienda esa tan bonita y también montones regalos para mis hermanos y una bicicleta roja para mí.

Y los leo ahora después de tantos años y les digo que me siguen pareciendo unos deseos geniales. ¿Alguien me presta un caballo?