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Un romance de peso

En A por la 38
© Pétrouche - Fotolia.com

¡Lo que me faltaba! A mi hermana Claudia, la rompecorazones de la familia, le ha dado por montar un consultorio sentimental on-line. Lo más increíble es la buena acogida que ha tenido. Le salen casos como churros, y eso que sus consejos, en mi opinión, no son ninguna maravilla. Pero, en fin, mejor juzgad vosotros mismos. Aquí os dejo el caso de Paloma.

Querida Claudia:
Me he enamorado. Se llama Ramón, y no puedo dejar de pensar en él. Siempre me han hecho tilín los hombres-oso, y él es un auténtico cavernícola del siglo XXI. ¡Qué mandíbula! Todo lo que sé de él es que trabaja en el gimnasio «A por la 38» y que algún día será mi marido. ¿Cómo lo consigo?

Querida Paloma:
Nada más fácil, lo primero que tienes que hacer es apuntarte a las clases de Ramón. Estás de suerte, en «A por la 38» hay rebaja para nuevos clientes con motivo de la operación bikini. Mi hermana Daniela y mi amiga Veruka se han apuntado y están muy contentas.

Querida Claudia:
No es mala idea, me vendría genial perder un par de kilos. Lo malo es que siempre he sido un trasto en los deportes y temo quedar en ridículo.

Querida Paloma:
No seas tonta, lo mismo es profesor de yoga y todo lo que tienes que hacer es cerrar los ojos y ponerte trascendental. Por cierto, si te interesa perder algo de peso te puedo pasar la dieta del berberecho. Veruka la está haciendo y le va genial. Al parecer, es cosa sabida que el berberecho es el secreto mejor guardado de Angelina Jolie.

Querida Claudia:
He ido a informarme. Ramón da algo llamado spinning. ¿Se parece al yoga? No sé qué decirte del berberecho. El año pasado hice la dieta del pomelo, que es en la que Jennifer Aniston tenía depositada su confianza antes del tema de los potitos, y no adelgacé ni un gramo.

Querida Paloma:
Claro que sé lo que es el spinning. Te va a encantar. De hecho, seguro que coincides con Daniela y con Veruka. La dieta del berberecho sí que es efectiva. Al parecer, todo Hollywood sabe que el pomelo tuvo más culpa que Angelina en la ruptura entre Brad y Jennifer. La dieta del berberecho va escalonada por niveles. Veruka ya ha pasado el nivel uno: “Berberechos y otros lechos”, y el nivel dos: “Al berberecho derecho”.

Querida Claudia:
He decidido hacerte caso y me he apuntado a lo del spinning. No empiezo hasta mañana, pero hoy he ido a mirar. Tu amiga Veruka está increíble encima de la bici y parece divertirse mucho, por no hablarte de Ramón que ni te imaginas lo que gana empapado de sudor. No sé cómo he tardado tanto en apuntarme. Me siento más en forma solo por haber pagado la matrícula. Incluso me veo más delgada. El «A por la 38» es un gimnasio increíble.

Querida Paloma:
¡Ese es el espíritu! Adjunto te envío la dieta del berberecho. Me dice Veruka que es vital acompañar el berberecho con una taza de té rojo sin azúcar y con mucho limón.

Querida Claudia:
Perdona que no te escribiese ayer. No he podido mover los dedos hasta esta mañana. Tengo unas agujetas de campeonato, y eso que me bajé a los diez minutos de la bici. Apenas me cabía medio culo en el sillín. Ni que decir tiene que dejamos lo de las tapas para otra ocasión. ¿Daniela también hace la dieta del berberecho? A ella no le está dando tan buen resultado. Por cierto, me dice Veruka que conoces a mi Ramón. Coincidisteis en un curso de verano en Inglaterra.

Querida Paloma:
He hablado con Veruka. No sé como decírtelo, pero a Moncho, que es como le llamábamos, no le gustan las mujeres. Por cierto, Daniela está haciendo la dieta de los puntos, pero, qué quieres que te diga, yo no creo que sea como ella dice. Ayer la pesqué zampándose un croissant con Nocilla y seguro que eso no lo incluye la dieta original en ninguno de sus niveles.

Querida Claudia:
¿Qué insinúas? Hoy, para no cansarme, me he saltado la clase y Daniela y yo hemos esperado a los chicos en «La Alegre Tapichuela». Ramón ha estado encantador. Es verdad que en las distancias cortas puede resultar algo metrosexual, pero es muy masculino, incluso usa «Baron Dandy». Veruka ha traído su propio tupper con los berberechos. Es un encanto. Va por el nivel tres de la dieta: “Aprovecho el berberecho”, en el que al parecer duplicas la cantidad de té. Yo, al final, voy a hacer la dieta de Daniela, porque se adapta muy bien a cada persona y se basa en la compensación. Por ejemplo hoy nos ha permitido compartir una rosca de jamón y otra de lomo. Para contrarrestar, mañana no podremos tomar tapa.

Querida Paloma:
Olvídate de Moncho. Es gay-sexual, gay-sexual. Te lo digo yo que estuve todo un verano con él y no me tiró los tejos.

Querida Claudia:
Hoy, mientras Dani y yo nos saltábamos la clase para tomarnos un par de roscas y una ración de ensaladilla rusa, hemos hablado de Ramón. A ella tampoco le parece que no le gusten las mujeres. Estoy muy contenta con el gimnasio y con la dieta de tu hermana. La verdad es que se me adapta como un guante, estoy segura que ni mañana ni pasado me van a apetecer las tapas. Estoy llenísima. No como Veruka, a la que se le iban los ojos detrás de nuestra ensaladilla.

Querida Paloma:
No pensaba decírtelo, pero me obligas a ello. Ramón y yo fuimos juntos a bailar una noche en Edimburgo y no intentó nada conmigo, y mira que llevaba un escote palabra de honor. Comprenderás que el asunto no deja lugar a dudas sobre su orientación.

Querida Claudia:
Mañana Dani y yo volveremos a las lecciones de spinnig. Hoy nos hubiese encantado ir, pero nos hemos encontrado en “La alegre Tapichuela” por casualidad y nos ha dado apuro no pedir nada. Al final nos hemos puesto las botas. Hemos echado cuentas y no nos vuelve a tocar comer hasta el martes que viene, así que vamos a tener un montón de tiempo para la bicicleta a partir de mañana. Veruka está apunto de llegar al nivel cinco: “El techo del berberecho”. Estoy orgullosa de ella. No veo concluyente el asunto de Edimburgo.

Querida Paloma:
Tú no me has visto en palabra de honor. De haberlo hecho no dirías eso.

Querida Claudia:
Hoy Daniela, Ramón y yo hemos visitado a Veruka en el hospital. Ayer le dio un patatús justo al terminar su segundo litro de té. Tengo que acelerar las cosas con Ramón, desde que voy al gimnasio he cogido dos kilos. Mañana vuelvo a la bici de todas, todas.

Querida Paloma:
Olvídate de Ramón y deja el gimnasio, Dani y tú no os podéis permitir seguir ganando peso.

Querida Claudia:
Perdona que no te escribiese ayer, pero es que me disloqué la cadera al subirme a la bici. Ramón me llevó al hospital y comparto habitación con Veruka, que está mucho mejor y goza de un excelente apetito. Daniela nos ha traído unos bombones y luego Ramón me ha invitado a cenar. Al parecer le gustan las chicas rellenitas y está encantado con mis tres nuevos kilos. No lo dice con maldad, pero en su opinión eres demasiado flacucha y el escote palabra de honor te lo resalta. Muchas gracias por tu ayuda. A nuestra primera hija le pondremos Claudia.

Querida Paloma:
Hacéis bien, es un nombre precioso.

Daniela lee la Tesis (II)

 

Tacita de té de Claudia
Tacita de té de Claudia

 

– Hola Claudia. Quería pedirte un favor. – Encuentro a mi víctima recostada en el sofá y entre volutas de su humeante té. Parece de buen humor.

– Lo que quieras, para eso están las hermanas mayores.   – La esperanza es lo último que se pierde. A lo mejor es verdad que por fin me echa una mano.

– Ya, vale, gracias. Verás, es que en Marzo tengo que leer una tesis y me preguntaba si sería posible que tiraras de exnovios para ver si alguno tiene algo que me valga.

– Debería darte vergüenza Daniela. Ya sabía yo que tu dilapidada existencia terminaría por pasarte factura. ¿Has leído el cuento de la cigarra y la hormiga? – Pone esa cara tan suya de despecho con la nariz en punta.

– ¿Cómo puedes ser tan cínica? Tú, el Cigarrón Supremo. Sin ir más lejos tu tesina te la hizo aquel pobrecito de Jorge  y encima le cambiaste el tema dos veces.

– Sí, es que no  terminaba de alcanzar el tono dramático que Dickens necesitaba, aunque he de reconocer que con las hermanas Brönte hizo un gran trabajo. Pero no te confundas. Ese fue un favor que yo le hice. Gracias a mí, él también es ahora Doctor.

– Sí bueno, es cirujano vascular… – mejor no irnos por las ramas. – Vamos Claudia, yo me pliego a cualquier cosita que tengan ya hecha. En principio va de algo de tierras y eso, pero si tienes alguna disponible y resultona puedo intentar darle un cambio de orientación. Por qué no hablas con el ingeniero agrónomo ese que da clase en la complutense. Seguro que tiene algo que me valga.

– Daniela pídeme lo que quieras. Ya sabes que eres mi debilidad. Si me pidieses que cruzase el Jordán a nado bien sabes que no replicaría, pídeme que escale el Everest y allí estaré con semblante sonriente.  Pero estamos hablando de principios. Mis principios. Y ahí sí que, con todo mi dolor, debo decirte NO.

– Claudia, que yo conozco tus principios y se parecen mucho a tus finales: actos inmorales sólo si son en tu propio beneficio.

– Tú lo has dicho. No quiero que mi hermana pequeña cometa mis errores. Trabaja, Daniela, trabaja.

– Adiós Claudia – y cierro la puerta creyéndolo todo perdido.

– ¡Daniela! – Vuelvo sobre mis pasos esperanzada. Ha recapacitado. La miro ilusionada esperando sus reconfortantes palabras.

– ¿Me traes una cookie de arándano?