Votar o no votar

Ésa es la cuestión en la jornada dominical que llama, fundamentalmente, a la responsabilidad de la ciudadanía para que se exprese democráticamente y vote en conciencia a quien considere que mejor puede velar por los intereses de los ciudadanos en los estados unidos de Europa. Pero existen electores que, por diversas razones, votan en blanco u optan por abstenerse y no acuden a las urnas. La abstención, presumiblemente, es uno de los factores negativos que han venido resaltando las diversas encuestas publicadas a lo largo de la campaña.

No sé si ha votado usted ya o piensa hacerlo en las próximas horas. Si es de los que ejercen su derecho es evidente que tiene claro su favorito pero, probablemente, no tenga demasiada idea del programa y de los proyectos de su partido con relación a las distintas políticas que propone defender en Bruselas.

Grandes y pequeñas formaciones políticas, con alguna excepción, han aburrido al rebaño con propuestas de recurrente cotidianidad como si se tratase de unas elecciones generales. Los mítines se han celebrado en familia y los debates televisivos invitaban a cambiar de canal. En la recta final, agotados los endebles argumentos, surgió la barata demagogia. Así es que hemos concluido con la foto fija de un Cañete sin gafas, que en un segundo perdió la virginidad de ponderación por un desatino verbal, tratando sus adversarios de desacreditarlo cuando, curiosamente, ha sido el ministro mejor valorado por los españoles del gabinete de Rajoy.

La campaña electoral ha pasado casi desapercibida, -salvo la insospechada irrupción de Felipe González- con su proposición de un gobierno de coalición, entre Partido Socialista y Partido Popular, si España lo precisa; reflexión que no ha tenido buena acogida entre los suyos y provocó el temor de la triste soledad por parte de Izquierda Unida. Por lo demás, la campaña, como digo, alcanzó el nivel de pestiño, con baja intensidad pedagógica, algún vómito de pesticida violento callejero y desde luego, en ningún momento se produjo un revulsivo para implicar al ciudadano en asuntos de sumo interés para el futuro de España y Europa. Votar o no votar. Una vez más el desencantado se irá de paseo en éste tiempo que ya se anuncia primaveral y el votante depositará su confianza en la formación que más garantías le ofrezca.

Hoy se lleva a cabo un test de fidelidad ciudadana, muy importante, cuyos resultados afectarán, no solo a las políticas que en diferentes ámbitos se trasladen al parlamento europeo sino, igualmente, a las estructuras orgánicas de los partidos políticos que concurren al sufragio.