Mirarse el ombligo

Mirarse el ombligo es la egoísta forma de actuar de muchos,hasta ahora, pero las redes sociales nos han enseñando algo más difícil: tocarse el ombligo con la mano izquierda pasando el brazo por detrás de la cintura. Yo lo he intentado pero con la barriga de arzobispo pre conciliar de Trento he desistido. Después de observar tanto ombligo no coincido con el recordado autor y director de «La Codorniz», Alvaro de la Iglesia, cuando aseguró que todos los ombligos eran redondos. Veo que la moda, naturalmente, practicada por jóvenes esqueléticos en los facebook, ha sido una de las más virales, secuencias animadas de la semana, independientemente, de las reflexiones «humorísticas» del activista político Guillermo Zapata.

Desde que la televisión dejó de emitir «No te rías que es peor», algunos «humoristas» utilizan sus tuits para provocar la carcajada de su seguidores. Yo no soy seguidor, por diversas razones, de este individuo pero dado el desagradable contenido de sus reflexiones, que han salido a la luz pública ésta semana, me han parecido repugnantes los contenidos de sus humoradas que incluso han sido justificadas por algunos doctos analistas aduciendo que no se pueden sacar de contexto unos comentarios sarcásticos. El indeseable Zapata se ha colado en las listas de Ahora Madrid y estaba designado para dirigir la cultura desde el ayuntamiento de la capital de España, cuya alcaldesa es la inefable Manuela Carmena, que cínica y cobardemente no ha tenido los ovarios de poner en práctica sus teorías éticas y morales exigiendo la salida del consistorio del miserable personaje que seguirá cobrando del erario público durante cuatro años.
Carmena tiene cocidito madrileño con muchos garbanzos negros. Y Pedro Sánchez, que no Carmona, lo tiene crudo. Vengo diciendo, sin acritud -que era la frase preferida de Felipe González- que el bisoño Pedro ha escogido unos compañeros de viaje perversos que le quitarán la cartera. A mí no me preocupa el señor Sánchez pero si me importa el Partido Socialista, sólida columna institucional democrática de nuestro país. Ya se sabe que es inútil repetir las cosas. Si un individuo no se entera a la primera, hay que desistir, no lo entenderá a la segunda.

Pero en este mundo traidor, sabido es que nada es verdad ni mentira, frase excelsa a la que aludo, de vez en cuando, por certera y sabia. En la localidad granadina de Dólar se ha producido un hecho de gran significado político, sin parangón, tras la constitución el pasado día 13 onomástica de San Antonio bendito. Un miembro de Podemos, concejal electo, tal vez siguiendo el mensaje del dirigente nacional de su formación, Rafael Mayoral, de que «es el momento de la confluencia social, que significa escuchar para construir un país para todos», previa interna meditación, desempató el consistorio otorgando su voto al candidato a la alcaldía del Partido Popular.

Este hecho insólito nos lleva a recordar la parábola del Buen Samaritano. La parábola relata, en el Evangelio de Lucas, virtudes como la caridad y la piedad, pero de igual forma enseña que cumplir el espíritu de la ley, el amor, es mucho más importante que cumplir la letra de la ley. Por un Dólar, más prospero, el concejal samaritano de Podemos, sin mirarse el ombligo, ha conjugado inteligentemente los mensajes de Mayoral cuando dice que hay que construir un país para todos y la parábola evangélica que nos describe el apóstol Lucas al referirse al amor como fundamento en nuestra conducta en la vida. Me ha quedado el final como una homilía tal vez influido por mi nueva vida monacal y contemplativa.