Más que calor, bochorno

La insaciable señora Hormigos ha dado un paso cualitativo y cuantitativo en esta sociedad tan permeable y considerada. No contenta con llegar a concejal y enseñar, sin veladuras, como Salomé, su uterino furor en las redes sociales, invade las televisiones putrefactas y entre romance y romance furtivos, -con la complacencia de su esposo que se siente muy orgulloso de ella sin humillar-, va y escribe un libro, ya a la venta en los comercios del ramo, en el que cuenta sus libres experiencias sexuales. Es un libro complementario a las «50 sombras de Grey» pero con mucha pasión española. Sin duda, la obra literaria debe leerse sin precoz eyaculación intelectual. Es decir, con detenimiento bochornoso, en la intimidad de la alcoba, lejos de la primera línea de playa.
Sin salirnos del descaro genital he visto en tuiter con qué desahogo la directora de comunicación de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, abiertamente, se «mea toa» en plena calle. Águeda Bañón, que así se llama la meona callejera, es, según su currículo, artista visual y promotora del blog «Girls who like porno», donde se hace llamar «Miss bragas». Es, igualmente, un desenfadado miccionar de la nueva ornada de jóvenes políticos emergentes del viejo izquierdismo cuyo objetivo es ir desterrando usos y costumbres de la casta casposa. En pleno verano, mearse en el asfalto, pese a la opinión de algunos carcas, es bueno porque la orina contiene un 95 % de agua, un 2% de sales minerales y 3% de urea, que se convierte con rapidez en amoníaco, con lo que estamos contribuyendo a limpiar y desinfectar la vía pública. Así es que, mientras lo autorice en Barcelona Ada Colau, a mear a la calle. Bochornoso el calor.
El tórrido verano nos trae, bochornosamente, una polémica más en esta ciudad donde, históricamente, difícilmente hacemos algo que llegue al ciudadano consensuado y listo para ser consumado. No parece que, en esta ocasión, la apertura del Centro Lorca, cuyo retraso se va prolongando en el tiempo, sea producto de la frecuente confrontación de las instituciones públicas sino de la propia Fundación que, en teoría, vela, preserva e impulsa la obra artística y literaria del poeta. Según se cuenta, en diferido, la fundación cultural está pendiente de justificar algunas minucias que en forma de subvenciones suman unos escasos millones de «euripides». Y luego están los «pollaques» de la empresa constructora, del nuevo Centro, que suman otro pico. Granada: «Agua oculta que llora» se distingue, lamentablemente, por enigmas ocultos que nos hacen llorar como ciudad en la que todo es posible. Canicular bochorno.
No soy sospechoso, y espero que mis incondicionales seguidores disculpen la reiteración de que servidor fue el primer concejal en España que casó a dos preciosas criaturas lesbianas, una paya y otra gitana, con éxito de público y crítica. Recordando el singular matrimonio civil, que oficié ateniéndome a la legalidad vigente, -sin obviar una explícita y emocionada mención homilítica a San Juan de la Cruz-, debo confesar y confieso que me parece grotesco, carnavalesco e innecesario el desfile callejero para conmemorar el Día del Orgullo Gay. He visto, en estas desaforadas manifestaciones, cómo un aguerrido «Pigmalión» en su madura desnudez y enarbolando la bandera del arcoíris trataba de introducir sus pobrezas por la anal parte de la escultura bronceada al osezno que se alimenta del madroño en la Puerta del Sol madrileña, ignorando que el oso, en realidad, es una osa.
Una osa no es un oso. Es igual pero no es lo mismo. La has jodido, colega.