El museo de la ciudad

No hace mucho, el profesor y eminente forense, Enrique Villanueva Cañadas, planteaba en estas mismas páginas la buena idea de crear en la actual Facultad de Medicina el Museo de la Ciudad. Al parecer será en septiembre cuando la monstruosa mudanza de la totalidad de los diferentes departamentos se lleve a cabo hacia el nuevo edificio que ocupará el citado centro docente en el Parque Tecnológico de la Salud. Aunque la pretensión es que el curso se inicie allí -por lo que se me dice-, la normalización de la actividad académica será bastante compleja.

En esta ciudad de las eternas aspiraciones, algunos apostamos por el céntrico inmueble que fue sede del Banco de España, pero se adelantó la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y buscó su acomodo, en la Gran Vía. La decisión de la Junta y de la Consejería de Justicia, concretamente, más pareció uno de los muchos caprichos de los pasados derroches, que ahora estamos pagando, que una necesidad objetiva. Hasta el punto de que sigue inhabilitado parte del edificio en la planta baja, a la espera de que la vaca engorde con pastos transgénicos y se le dé, en un futuro, un uso coherente con los inquilinos.

Es cierto que no se llevó a cabo ningún estudio, con solvencia, para determinar las posibilidades de un contenedor museístico en el céntrico y estratégico lugar. Pero tampoco la Junta se mostró abierta y con voluntad de favorecer un proyecto en el que, al menos, se pudieran exhibir las mejores obras que duermen el sueño de lo injusto en los almacenes del Ayuntamiento y de la Diputación de Granada. Ese patrimonio cultural -la evaluación técnica corresponde a los entendidos-, evidentemente, es propiedad de la ciudad, de los granadinos y no de ningún partido gobernante de tal forma que debe ser disfrutado y contemplado porque no tiene sentido que siga guardado como el buen paño que en el arca se vende que es un refrán propio de la interiorización de nuestro involutivo carácter.

La propuesta del catedrático Villanueva Cañadas, debería tomarse en consideración por parte de la flamante primera rectora de la Universidad de Granada y sumar, creo que sería factible, la incorporación urgente, necesaria y enriquecedora del Museo de Bellas Artes, fagocitado, oculto, inapreciable, casi inexistente por la maravillosa sombra del monumento nazarí. De igual forma habría que añadir algunas colecciones de la Universidad y, como ya he comentado alguna vez, las de varias familias granadinas que están dispuestas a ceder a la ciudad sus obras de arte siempre y cuando exista un museo o espacio expositivo adecuado.

Aprecio y valoro las iniciativas que son beneficiosas para la provincia como la que el ilustre académico expone pero, lógicamente, son las instituciones, tal vez con la colaboración de la iniciativa privada, quienes deben dar un paso al frente y apostar por ellas si es que colectivamente aflora, de una vez, el coraje, la sensibilidad y la imaginación para ello.

Estamos pensando en el año 2031 para que Granada sea Capital Europea de la Cultura. Cuan largo me lo fiáis. Falta amueblar la casa para anexionarla con la historia cultural que es indiscutible en nuestra Granada. El premio internacional de poesía «García Lorca» fue un acierto creativo y diferenciador que nos prestigia, como lo sigue siendo el veterano Festival Internacional de Música. Sería bueno que esa unitaria, solidaria y positiva imagen que las distintas administraciones dibujan pensando en el 31, igualmente, se vea reflejada en algo tangible, creíble, posible e inmediato como el Museo de la Ciudad si es que existe voluntad política claro.