Patinaje neuronal

Craso error el que cometí el pasado domingo cuando atribuí la frase «…agua oculta que llora» al autor de ‘Granada la bella’, cuando en realidad es del poema a Andalucía de Manuel Machado: «Cádiz, salada claridad; Granada, agua oculta que llora…». Podría culpar de ello a los ‘duendecillos’ de imprenta, pero, a estas alturas los linotipistas son historia en los periódicos; hoy mandan los textos que se envían por ordenador y por otra parte sería engañoso y deshonesto él pretexto. Así es que entono el ‘mea culpa’, al respetable, por el indeseable patinaje neuronal.

Como acto de contrición, voy a ir de peregrinación a Valencia, no con intención de integrarme en los actos falleros de mascletás y cremá, sino para admirar en directo el funcionamiento de los semáforos paritarios, original invento cuya patente internacional marca un antes y un después en los dispositivos reguladores del tráfico peatonal y motorizado. Las paridas de la paridad se están extendiendo con ligereza y desmesura e incluso hay quienes como Compromís y Podemos piden que al Congreso se le elimine «de los diputados» porque, a juicio de estos grupos, supone un agravio para la mujer.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, el mejor homenaje, sin batucada y pancarta por medio, lo rindió La 2 de TVE con la proyección de la película ‘Solo para
hombres’. Irónica, ingeniosa, crítica y humorística obra de Miguel Mihura, («Sublime decisión») que en 1960 Fernando Fernán Gómez adaptó, dirigió e interpretó, junto a la que fue su compañera en la vida real, Analía Gadé.

No deja de ser lamentable que aún hoy, en muchos aspectos, la discriminación de la
mujer sea una realidad. En su obra, Ángel Ganivet –del que hablábamos al principio– entre otras recomendaciones defendía la integración de la mujer en el ámbito ciudadano, además del derecho a ser reconocida su absoluta dignidad como ser humano.

De tal forma que abogaba por la libertad e igualdad, con el hombre, a salir de la casa y optar a otras funciones laborales fuera del hogar. En esto son coincidentes el pensamiento del escritor y diplomático granadino, con el de Mihura, en el texto argumental que Fernán Gómez lleva al celuloide con tanto acierto.

No pensaba yo, sinceramente, que la cumplidora ministra de Fomento, Ana Pastor, dejara a Granada, vestida y compuesta, en el polémico asunto de la llegada del AVE a nuestra ciudad. Supongo que como el Metro de la Junta de Andalucía se habrá acabado el papel, como en las grandes corridas, vamos que no hay billetes. Mientras tanto, leo con cierta perplejidad que una comisión local estudia traer el dichoso tren ‘atrincherado’ –hasta una estación por definir–, que vendría a ser como el soterramiento, pero descapotable. La idea puede costar solo unos cien millones de euros. En Granada, a veces, surgen proyectos que como las pipas de girasol no mantienen, pero entretienen.

En estos días, no solo he pensado en torpes dislates y patinajes neuronales como él
de la garañona provocadora Ana Colau. Lo verdaderamente preocupante es la confusión, el error, tamaño, gordo y grosero en el compás de espera que, por orgullo, soberbia y nulo interés común e institucional de los partidos políticos en general, y de los principales líderes políticos en particular, tiene a España paralizada, entumecida y esclerótica.