Alcaldesas consortes

Puigdemont, que es más pesado que ‘El Bolero de Ravel’ versión sardana, no es capaz de distraer a los partidos políticos que ya están pensando en las municipales del próximo año. «Que por mayo era por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor…». En pleno carnaval usando el disfraz, la careta y el pito, si es que el pito pita, muchos intentan no pasar desapercibidos en la festiva algarabía porque aunque muchos son los llamados pocos son los elegidos. Por eso, entre los pretendientes de las diversas formaciones políticas con aspiraciones a encabezar la lista electoral de su circunscripción los hay sobrados, prudentes, inquietos, preocupados, dubitativos o defenestrados. Esta semana hemos asistido, públicamente, a la imprudente salida de tiesto de la docente esposa del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, la catedrática Rosa Francia que, por vez primera, a través de la prensa, ha actuado de alcaldesa consorte y le ha lanzado un ultimátum a su marido, titular electo, en el sentido de que no maree la perdiz y anuncie, sin solución de continuidad, que no se presentará a las próximas elecciones bajo ningún concepto pese a que su partido se lo ha pedido.

El popular Paco de la Torre, a sus 75 años, goza de buena salud política entre sus paisanos y no creo que, por el momento, tenga ninguna dificultad severa que le impida jugar una nueva partida.

El actual regidor malagueño, hombre curtido en mil batallas, se ha sacado la ‘foto’ al minuto en los periódicos y con el señorío y la picaresca propia de persona inteligente, antes de aferrarse al cargo, como Guzmán ‘El Bueno’, le ha pedido a su partido que le dé una encuesta a pie de calle para saber qué opinan la mayoría de sus paisanos y a la vista de los resultados tomar una determinación razonable. Las nuevas tecnologías afortunadamente te ofrecen, en un tiempo récord, cualquier opinión generalizada sobre determinados productos. Y un alcalde es un producto que elabora un partido, –si es que quiere el partido– en beneficio del ciudadano y de la ‘marca’.

Pero la alcaldesa consorte –cargo inexistente aunque algunas se empeñen en lo contrario le ha dado un ultimátum a su esposo, porque se teme alguna trampa saducea. Está bien señora, en política puede esperarse de todo. Pero, créame, entre matrimonios veteranos bien avenidos, desde mi punto de vista, los proyectos, problemas y divergencias, o se resuelven en la alcoba con cierta paciencia y esfuerzo o en la mesa de camilla saboreando una tacita de tila bien caliente. Depende. Yo estoy seguro que Francisco de la Torre se decidirá, en tiempo y forma, por lo más conveniente para Málaga y para su partido. «Dejadme sólo, dejadme sólo», gritan los maestros a la cuadrilla cuando son empitonaos en el ruedo. Déjese solo, institucionalmente, a Paco de la Torre qué él sabrá el día y hora de cortarse la coleta.

La efebocracia, en la que muchos partidos políticos han apostado, no ha sido útil en muchos casos, por lo menos en España. En el resto de estados, sus dirigentes y estadistas son gente avezada, con gran experiencia al servicio de lo público. Donal Trump cumplirá 72 años, Vladimir Putin celebrará sus 66 años, el vecino Marcelo Rebelo de Sousa, en diciembre, soplará 70 velas, el Papa Francisco alcanzará, a final de año, los 82 y Plácido Domingo, con 78 notas, seguirá con su voz operística.

No se trata de morir con los bastones puestos, como Fraga Iribarne, pero los jóvenes viejos deben seguir aportando experiencia, solvencia y sabiduría a la sociedad mientras tengan capacidad física e intelectual. ¿Por qué prescindir de ellos?