Categoría: Summertine

Un Negroni y no puedo quitar los ojos de ti

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(Ya armados con peligrosos Negronis, se dispusieron a brindar justo en el mismo instante en que aquella puerta giratoria volvió a escupir a una persona en el vientre de aquel tugurio). Lee el primer capítulo, La chica que decía ‘Hola’ muy bajito, en este link.

Capítulo II. Un Negroni y no puedo quitar los ojos de ti

La temperatura del tugurio cambió. En algunas esquinas el termométro podía marcar bajo cero. Caras gélidas, miradas glaucas, ademanes hostiles, espinazos erectos, rictus pétreos. En otras, hacía calor tropical. Peña sofocada, corazones desbocados, latidos tan marcados como para llevar el ritmo de la canción que sonaba, lenta y suave, sinuosa. Gotas de sudor perlaban las frentes y se agolpaban en los pechos. Las manos les acompañaban. Los hierros querían disparar sus corazones letales de plata y pólvora. Hielo y fuego, todos los moradores del bar tenían una buena razón para despachar al tipo que entraba por la maldita puerta giratoria.

A mí me daba completamente igual. Ya conocía al tipo de marras y sabía que estaba en su salsa y que más pronto o más tarde habría una buena razón para partirle la cara. Pero no era hoy ese día. Ni tampoco sería mañana. De momento.

Así que volví mi cuello con un ligero tic rápido y encaré lo que realmente me importaba y, por segunda vez en menos de cinco minutos, dejaría que la vida transcurriera a su aire a mis espaldas. Yo era mi taburete, de madera, añejo, con tantos culos sobre él a lo largo de cuatro décadas de humo y alcohol barato que podría doctorarme con un tratado epistemológico sobre cómo cruzar las piernas y acodarme en una barra para buscar problemas.

El problema del día tenía rizos, toneladas de bucles. Curvas. Ojos almendrados, mirada rasgada. Labios sensuales. Para colmo, decía ‘Hola’ muy bajito. De ahí los Negronis, con su amarga combinación de Vermouth y Ginebra despachados con un golpe de muñeca de Campari, esa mezcla italiana que le termina de dar a esa bomba de relojería alcohólica el toque de distinción no solo para cogérsela con elegancia, sino para que la mujer que tienes enfrente te acompañe sin pestañear. Y hay damas que cuando pestañean, vuelan y se llevan tu alma, tu corazón, o lo que sea que te quede todavía dentro de tu pellejo.

-«¿Por qué brindamos?», susurró ajena a la tóxica atmósfera que amenazaba tormenta en el bar.
-«Por nosotros, no queda otra», me la jugué inocente para buscar un vínculo.
Misteriosamente, sonrió de vuelta de mi frase, alzó el vaso con el Negroni y lo chocó con fuerza contra el mío
-Salud, bello. Lo que das en la vida te viene de vuelta, extendió el brindis inicial

Los altavoces dejaban caer por el local las notas musicales de la canción. La letra se dispersaba con ecos por las paredes y rebotaban entre ellas. Era como si yo solo la pudiera escuchar. Bebí un sorbo más del Negroni y no pude quitar los ojos de ti. En ese momento, me percaté que me estaba enamorando. Del tirón.

EXTRA BALL
¿Cómo se hace un Negroni? En este link tienes toda la info
02NegroniCRÉDITOS
De la ilustración, en este link.

LOS CAPÍTULOS
Capitulo 0: Bienvenidos: It´s Summertime (Lee aquí el capítulo)
Capítulo I: La chica que decía ‘Hola’ muy bajito
Capítulo II: Un Negroni y no puedo quitar los ojos de ti

LAS CANCIONES
-La lista en Spotify (en obras)
-Janis Joplin – Summertime (Live -1969)
-The Black Crowes – She Talks To Angels (Live)
Jersey Boys – Can’t Take My Eyes Off You (The story of The Four Seasons)

EXTRA BALLS
-¿Cómo se hace un Negroni? En este link tienes toda la info

ILUSTRADORES
Milo Manara
Joe Quesada

La chica que decía ‘Hola’ muy bajito

Milo Manara Chica Rubia OKOK

Rizos. Toneladas de bucles. Curvas. Ojos almendrados, mirada rasgada. Labios sensuales, húmedos como higos frescos en la boca de Kamala, un andar pausado, acompasado con las caderas. Media sonrisa. Todo eso pasaba justo detrás de mí, mientras acodado en la barra del bar, la esperaba. Nos habíamos visto otras veces. Pero esta iba a ser la primera. La de veras.

«Hola», susurró La Maga. Muy bajito pero sonoro. Directo y sensual. Era un ‘hola’ que abría las puertas si te atrevías a cruzarlas. Llenas de trampas, sí. Pero una invitación en toda regla.

Obvié el momento, más nervioso que una monja embarazada, ante la inmensa presencia de aquella chica que decía ‘Hola’ muy bajito.

Ella, imperturbable, tomó la iniciativa
-¿Qué estás tomando?
-Un Negroni, respondí, esperando que causara esta respuesta el efecto buscado
Ella se quedó como en puntos suspensivos. No se lo esperaba. Así que se pidó uno igual.

Había empatado el encuentro pero me había quedado sin cartas. A este paso, me iba a quedar sin ropa, corazón y alma antes siquiera de pedir la cuenta.

Después de tantos y tantos meses de miseria acumulada, vi el reto y lo acepté. Esta vez, sí me molestaría quedar fuera de juego. No me iba a gustar perder. Odiaría ser superado por enésima vez. Lucharía.

Y una leve sonrisa pirata se le dibujó entre la nariz chata y el suave mentón de tipo duro pero poco.

Ella, La Maga, sabía que estaba ante el tipo que le podría volver loca en cualquier segundo si seguía los pasos que Ella marcaba sin que nadie los supiera.

Ya armados con peligrosos Negronis, se dispusieron a brindar justo en el mismo instante en que aquella puerta giratoria volvió a escupir a una persona en el vientre de aquel tugurio.
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#Summertime16 es la etiqueta para compartir, seguir, proponer y debatir este verano lo que se te ocurra
#MiNovela es a lo que me voy a dedicar este verano en mis ratos libres.

EXTRA BALL:
Y, por supuesto, Ella habla con Ángeles. Y me prometió que me lo contaría.

CRÉDITOS
De la ilustración, en este link.

 

Bienvenidos: It´s Summertime

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Bienvenidos: It´s Summertime. Comienza la aventura de escribir un post diario hasta las vacaciones, allá a lo lejos, cuando un 15 de agosto. Quedan muchos días. Y también quedan muchas noches. Pero hoy es una bienvenida. Ha llegado el verano y con él llega también la Luna Llena. Son signos. Hay señales. Que suene Janis Joplin. Que lunáticos nos ilumine la Llena. Brindaremos. Celebraremos la Vida. Y buscaremos una frase para comenzar. Escribiremos poesía y compartiremos poemas. Enviaremos flores y compraremos cactus. También los plantaremos. Son vida seca, metáfora de una existencia parca. Dejaremos de lado la mirada glauca y brillaremos cuando anochezca. Crearemos etiquetas y las mezclaremos. Beberemos cócteles en la orilla del mar juntos. Aceptaremos ideas y cranearemos planes. Pero no haremos ninguno. No perseguiremos a nadie. Flotaremos a veces, cuando abramos otro libro y respiremos la tinta y el papel de sus ideas. Nos diremos ‘hola’ a una distancia no superior a medio milímetro. Nadaremos dentro los unos de los otros. Despediremos al Sol y abrazaremos, de nuevo, la Luna. Nos despertaremos y nos daremos cuenta de que siempre hay una oportunidad para salir corriendo: Thunder Road. Pero es mejor quedarse.

«Se habían visto otras veces. Pero esta fue la primera». Ya tenemos la primera frase. Hasta mañana.

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