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La Catedral de Granada, rodeada de pintadas y grafitis por todas partes

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Una vuelta a la manzana formada por la Capilla Real, la iglesia del Sagrario y la Catedral de Granada, permite comprobar que el perímetro está completamente rodeado de pintadas de todo tipo. Un desastre.

Si catedrales como la de Burgos fueron amenazadas por la denominada ‘enfermedad de la piedra’, que la destinaba a un desgaste que tuvo que corregirse con años de restauración con un coste económico sideral; la catedral de Granada y su entorno histórico está amenazado por la pintura que llega vía las pintadas.

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Además de una nueva pintada en la Capilla Real (Leer el artículo ‘Una nueva pintada en la Capilla Real insulta a jueces y policías’-Leer el link), si se sigue la calle Oficios se puede comprobar que el muro de la iglesia del Sagrario presenta grandes pintadas de color naranja con frases ya semiborradas que dicen «monumento a la decadencia del espíritu».

Si se dobla la esquina, todo el frontal, a la altura de los hombros, de la entrada principal del Sagrario está con viejas pintadas tachadas, repintadas y vueltas a pintar. Hay que fijarse un poco, pero ahí están. Justo en frente, el palacio arzobispal tiene una ‘firma’ de gran tamaño a spray bastante reciente también que ocupa un espacio de un metro cuadrado.

Se sigue caminando y las grandes verjas de la Catedral en las Pasiegas impiden que haya graffitis pero, en cuanto acaban, ahí están. En este caso, se lee: «14N todxs a la kalle».

Se dobla una vez más la esquina y se llega al pie de la torre y al mercadillo de especies en torno a la puerta del Perdón. Todos los paños de la Catedral, a lo largo de este tramo, están mancillados de pintura. Hay de todo tipo. Desde símbolos anarquistas hasta una urna gigante con ojos.

Desde frases maleducadas e irrespetuosas como «Iglesia = Muerte» a la palabra «Libertad» o ya, de perdidos al río, un paño entero está ocupado por una pintada semiborrada en la que, sin embargo, se lee perfectamente el famoso ripio: «Dale limosna mujer…». Y está completo. Hay que tener paciencia para escribirlo con letras de imprenta en una pared de la Catedral de Granada. Y también algo hay que no tener.

Terminamos esta ruta de la sinrazón y avanzamos por el pasaje dedicado a Diego de Siloé. Aquí vuelven a aparecer los símbolos anarquistas y el graffitero anima al paseante a ser un apóstata.

Al final, la cuenta de pintadas y graffitis, entre recientes y antiguos, repintados o semiborrados, asciende a una veintena. Y todo esto sin contar que al ser un Bien de Interés Cultural, tiene una protección de cincuenta metros de perímetro donde ya ahí, las pintadas, son completamente masivas.

A continuación, todas las fotografías que saqué dando la ‘vuelta a la manzana’ que forman la Catedral, la iglesia del Sagrario y la Capilla Real.

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MÁS INFORMACIÓN
-El Ayuntamiento legaliza los grafitis (Ver el link)
-Una pintada en la Capilla Real insulta a policías y jueces (Ver el link)

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Una pintada en la Capilla Real insulta a policías y jueces

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«La policía y los jueces son los terroristas». Es bastante difícil superar la cantidad de insultos que se encuentran encerrados en esta frase.

Más allá de la sana crítica que debe existir en una sociedad democrática, la libertad de expresión se sonroja cuando se leen estas frases demagógicas que, además, se encuentran pintadas sobre la pared de un monumento.

En el caso de esta pintada realizada con spray negro y con una plantilla, también puede ser constitutiva de un delito, ya que la pared utilizada como lienzo es la Capilla Real, un monumento catalogado y calificado con la más alta protección existente.

Por explicarlo con un ejemplo, un tanto exagerado pero cristalino, es como si alguien hubiera pintado sobre un cuadro de Velázquez en el museo del Prado.

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Todos estos datos no son ajenos a la Fiscalía Superior del TSJA, que ha ordenado abrir una investigación para tratar de descubrir al autor de esta pintada.

En declaraciones realizadas a este periódico, el fiscal jefe, Jesús García Calderón, explicó que «la nueva pintada en la Capilla Real es una agresión sin precedentes», porque, argumenta, se ha realizado en un monumento histórico recientemente restaurado.