Rueda Jimmy Jazz
Es un 6 de diciembre del año 2005. Fiesta. El retén de guardia de la Policía Local abre las puertas del Consistorio, cerrado a cal y canto. Son de madera noble, elegantemente talladas. También son enormes, espigadas, monumentales. Da un respingo entrar en el Ayuntamiento un día festivo y saber que no hay nadie dentro.

Tres personas traspasamos el umbral y nos dirigimos a uno de los despachos del grupo municipal socialista. Años después volveré a hacerlo en lo que será ya para siempre imagen de mi vida, pero eso, es otra historia.

Caminamos aquel día por el vestíbulo y el patio central estaba tan silencioso este Día de la Constitución que por un instante pareció despertarse al sentirse visitado.

Chema Rueda, son las diez de la mañana, no ha tenido ningún inconveniente en dejarse entrevistar por mí, aunque lloviera, fuera fiesta y el Ayuntamiento estuviera cerrado. El curro es el curro. Y el suyo es la política.

La tercera persona que nos acompaña acaba de cumplir un año y se llama Andrés. Mi hijo, que en su carrito, duerme ajeno a los tratos que mantenemos Chema y yo.

No sé qué imágenes cruzaron por la cabeza de Chema Rueda el día que decidió dejar de volver a ser concejal del Ayuntamiento de Granada al no presentarse en la lista del PSOE de estas próximas elecciones municipales de mayo de 2015, pero quiero pensar que esta, que ocurrió hace diez años, puede ser una de ellas: El propio Chema, el Barrera (como me llama) y mi bebé Andrés en su carrito, entrando en festivo en el Ayuntamiento para currar.

Tres horas y un biberón después, este periodista había entendido el POTA, el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía, es decir, un PGOU pero a lo bestia, y se disponía a entrevistar por la tarde al actual subdelegado del Gobierno, Santiago Pérez, entonces concejal en Guadix; y al arquitecto y urbanista Juan Carlos García de los Reyes. Ahora que lo pienso, los tres, Chema, Santi y Juan Carlos, de la comarca accitana.

El resultado de las enseñanzas de Chema y de las declaraciones de Santi y Juan Carlos me permitió escribir una apertura para el diario IDEAL sobre las implicaciones del POTA en la provincia, que lució a cinco columnas en la portada. Gracias.

La anécdota, la rescato ahora, como me enseñó Enrique Meneses, para dar fuerza al relato, credibilidad al texto, para que el lector atraviese con nosotros ese patio del Ayuntamiento.

La anécdota, describe al personaje. Dice de Chema Rueda que es todo pundonor. Es todo honradez. Es todo trabajo. Sin necesitar haber sido bendecido por todo lo superfluo que conlleva el glamour o el carisma, nunca he vuelto a entrar en el grupo municipal socialista y lo he pillado con la cabeza levantada. Siempre, cabeza gacha y al teclado. Puede ser casualidad, pero el caso que nos ocupa es que siempre le he pillado tecleando.

Tenemos entonces Chema y yo nuestras reglas. Y también nuestro saludo:

-Imponiendo los nombres de las listas, ¿compañero?
-Imponiendo las listas, Barrera
-Buenos días, Chema
-Buenos días

Y a seguir currando hasta que el trabajo está terminado.

Una vez quedamos para irnos de cañas. Una en diez años. También tiene su mérito. Tapeamos con fruición y pagamos a medias, como está mandado. Nos bajamos una botella de vino y coronamos el día con un gin tonic. No salimos del Realejo. Me contó de todo, cosas bonitas y feas, sabores dulces y amargos. Proyectos que quería que salieran y compromisos con los suyos. Me puso a parir a unos y abrazó a otros. Meses después, todo lo que me contó se ha revelado cierto, lo que sigue describiendo al personaje.

Diez años de relación profesional dan para cientos de posts. De cuando me pidió ser testigo al haber sido denunciado por insultar a la Policía Local, hasta cuando me explicaba las familias socialistas granadinas, no en vano es el secretario general del PSOE en Granada, algo como lo de antes del POTA, pero en extracomplicadísimo.

Pero, ajeno a la política y al periodismo, lo que más voy a echar de menos en mi día a día es al Chema que piensa Granada como yo la conocí. Chema defiende una Granada diversa y única, lejos, lejísimos, de la cultura oficial que sale del equipo de gobierno del PP. Compartimos la misma generación y vivimos, jóvenes, esa Granada que no cerraba, sin botellón, con música en directo en los bares y barullo por doquier.

Una Granada abierta 24 horas en la que se entraba y se salía y que atesora lo mejor de la cultura española de nuestros días, desde el Pop de Los Planetas hasta el cómic del increíble Guarnido. Una Granada en la que actuaban Lou Reed, Patti Smith y Van Morrison y que cuando todavía no había nacido Internet para el público la MTV recomendaba el Espárrago Rock como el primer festival de música independiente de Europa.

Todo eso pasaba en Granada y por eso Chema se creyó, probablemente, el trabajo del que más orgulloso puedo estar, reconocer la labor de un tipo inglés llamado Joe Strummer en la ciudad de Granada y en sus gentes. Fue Chema quien solicitó oficialmente que una calle o plaza de Granada llevara el nombre del músico de The Clash para recordar lo que había sido hace apenas una década Granada y, lo más importante, lo que es y seguirá siendo gracias al pulso creativo de todo lo que nace y vive en sus calles.

Chema no estará a partir de mayo cruzando con paso ligero y firme ese vestíbulo que cruzáramos hace ya diez largos años un 6 de diciembre, pero muchos sabemos que Rueda el espíritu de Jimmy Jazz por el Ayuntamiento. El que concilia el compromiso político por construir una Granada como siempre ha sido. Y eso está bien.

¡Chop Chop!

CRÉDITOS
10 de julio de 2013. Susana Díaz, candidata a las primarias del PSOE andaluz, es saludada por miembros del partido y simpatizantes en su visita a Granada. En la imagen junto a José María Rueda y Francisco Cuenca. Foto González Molero