La investidura, primera parte

Cerramos una semana corta, con puente desde el viernes, gracias a la celebración del Primero de Mayo, día del trabajo, un bien sumamente escaso en esta Andalucía nuestra, con cifras todavía sonrojantes, aunque el Gobierno haya dado este jueves por superada la crisis, al ofrecer unas previsiones optimistas sobre crecimiento económico y empleo. Acabar esta legislatura con 17.000 ocupados más que cuando se inició es un bagaje un tanto escaso para el Gobierno del PP, aunque no se le puede negar que fue capaz de evitar la quiebra de este país. Mariano Rajoy ha anunciado su disposición a ser nuevamente candidato. Despeja así cierta rumorología intencionada ante un eventual descalabro popular en las municipales y autonómicas del próximo 24. Pero las espadas están en alto, con un ingrediente que se ha incorporado al ruedo estos días, la dimisión de Juan Carlos Monedero de la ejecutiva de Podemos. El abandono del número tres, ideólogo y alquimista de esta emergente formación, sobre el que pesan dudas respecto al cobro de trabajos realizados, o no, para gobiernos bolivarianos, puede tener insospechadas consecuencias a la hora de cosechar votos. Parece que las expectativas de Podemos se diluyen porque la indignación no es materia suficiente para derribar a la casta, cuando aquí todos tenemos cierta moral relajada y nos mostramos incapaces de ver la mota en el ojo propio. El laboratorio es una cosa y otra la realidad. Los elementos humanos juegan un papel fundamental en política. No hace falta dar nombres y apellidos de personas que han hecho un daño enorme y reciente a su partido con comportamientos poco estéticos o amorales. La amalgama de procedencias y tendencias en Podemos hace difícil afinar una música que contente a todos. Su diseño y estrategia se debilita a la hora de ofrecer argumentos al electorado. Querían llegar a las próximas elecciones nacionales inmaculados, pero parece que pueden estar en declive ante los excesivos desgastes que están sufriendo.
Y mañana lunes comenzará la sesión de investidura para elegir a Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía. Hasta el martes no se celebrará la primera votación, pero parece que hay acercamiento entre PSOE y Ciudadanos, no para formar coalición alguna sino para permitir que gobierne la lista más votada y se cumpla el mandato de los andaluces. Llegar a una repetición de las elecciones sería una mamarrachada e impedir la gobernabilidad, una irresponsabilidad. Cuestión distinta es que no se sea capaz desde el ejecutivo de ejercer y servir a todos los andaluces por falta de diálogo o acuerdos con el resto de opciones políticas. Pero eso es la segunda parte. ¿No les parece?