Los malos y el eje

Estas líneas no pueden tener otro comienzo que la condena por los brutales atentados que sufrió París la noche de este viernes. El sinsentido terrorista disfrazado de una lucha en defensa de una religión no pueden someter a una sociedad al miedo, sino que debe reaccionar desde la unidad, cooperación internacional y plantar cara en origen a estos movimientos intrínsecamente dañinos y malos. Acertó Rajoy al convocar ayer el pacto antiyihadista, presidir una reunión del Consejo de Seguridad Nacional, conversar con los líderes de las principales fuerzas políticas y señalar que esto es una lucha entre la civilización y la barbarie: «Todos somos Francia, nos pueden hacer daño pero no nos pueden vencer».


Permítanme que dedique las siguientes líneas a una cuestión menos trascendente, el denominado Eje Sevilla-Málaga impulsado por los alcaldes de ambas capitales. Mi primer problema es que el recuerdo más cercano que tenemos de esta palabra está referido al mal y a la Segunda Guerra Mundial. El formado por Roma-Berlín-Tokio, nacido de un totalitarismo que inició la contienda, hacía frente a las fuerzas aliadas. Lo del Eje Sevilla-Málaga parece que se entendió al principio por algunos como excluyente y una unión con el reciente enemigo para aprovecharse del resto de ciudades. Incluso había y hay quien piensa que se trata de luchar contra la administración autonómica por considerarla la madre de todos nuestros males. Vamos, localismo puro y duro. Lo raro de este invento es la involucración de dos alcaldes de distinto partido. Qué curioso que se haya desatado con un munícipe socialista en la capital hispalense y no se planteara en el mandato anterior con el popular Juan Ignacio Zoido. En plena crisis del bipartidismo suena bien el consenso y eso de la nueva forma de hacer política. Otras dos ciudades, Córdoba y Granada se han subido al carro.
Llamativo es que entre los cuatro se haya planteado como propuesta esta semana conectar con AVE el aeropuerto malagueño. ¿No es eso provincianismo? Lo mismo que si se plantea desde Granada el teleférico a Sierra Nevada o que se acelere la alta velocidad en Almería o Jaén. Desde estas dos últimas capitales el panorama es distinto. El primer edil de Almería está dispuesto a colaborar de manera bilateral con Málaga pero no consta que el de Jaén, quizá más preocupado por su próximo destino a Madrid, esté por la labor después de mostrarse beligerante y rechazar una «Andalucía a dos velocidades». Ni en eso ni en el ombliguismo podemos caer. Debe tratarse de una iniciativa abierta. Prefiero que se hable de alianzas, a dos, a tres o que participen hasta las ocho capitales andaluzas. Dependerá de la voluntad y el trabajo para conquistar aquellos objetivos que sean capaces de desarrollar de manera conjunta para beneficiar a sus habitantes. Y desde luego nada de crear nuevas estructuras administrativas o burocráticas sino aprovechar sinergias y recursos. ¿No les parece?