Entre lo inadecuado y el matonismo

En vísperas de que el Rey Felipe VI inicie una nueva y última ronda de negociaciones para elegir presidente de gobierno en la que parece la legislatura más corta de nuestra historia, nos movemos entre lo inadecuado que era la actividad que desarrollaba el marido de una infanta de España, como escuchamos esta semana declarar al exabogado de la Casa Real, y el matonismo verbal con el que se manifestaba el líder de Podemos. Pablo Iglesias arremetía contra un periodista en una clara muestra de intolerancia y ataque a la libertad de expresión. Intentar acabar con el mensajero siempre es el recurso fácil para quien no tiene argumentos. No es la primera vez que ocurre e imagino que se repetirá en el futuro. Acepto que se me tache de corporativista, pero como el buen periodismo se acabe, apañada va esta sociedad. Ya hemos visto la trascendencia de los papeles de Panamá y de multitud de ejemplos más próximos.


Estamos también a la espera del lento trabajo de la Justicia —aquejada de su gran mal endémico, la falta de medios— ante el aforamiento de Rita Barberá, que llega al Supremo, y el de un diputado de la Comunidad de Madrid también implicado en el ‘caso Púnica’, mientras el expresidente Aznar presenta una denuncia ante la Fiscalía por revelación de secretos. Saben que comparto la definición que noticia es aquello que alguien no quiere que se sepa, sobre todo aplicado a los políticos. Por eso no entiendo que esa institución, el Ministerio Público, pida prisión para dos periodistas denunciados por Bárcenas por publicar unas conversaciones reales.
Y para acabar, lamentable que entre ellos mismos no sean capaces de hablar, como ha ocurrido entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. La jerarquía eclesiástica española lo ha puesto en evidencia. Suscribo las palabras del portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, quien pidió que ambos se comuniquen con más de 140 caracteres, que es lo que permite Twitter. Los obispos españoles se han preguntado qué ha ocurrido para llegar a esta situación, en la que los principales partidos han sido incapaces de formar Gobierno, después de cuatro meses desde que se celebraron las elecciones generales.
Lo que sí ha habido ya son «contactos preliminares» entre Podemos e Izquierda Unida para lograr la confluencia de ambas fuerzas. La posible alianza tendría grandes repercusiones, especialmente si supone el ‘sorpasso’ a los socialistas y son la fuerza mayoritaria de la izquierda. Quizá sea esa una de las novedades tras las próximas elecciones. Cuestión nada menor, porque preguntarse qué otras cosas tienen que pasar para que se pueda formar un gobierno es mucho pedir. ¿No les parece?