Susana Díaz sobrevoló Madrid

La presidenta de la Junta de Andalucía y líder del PSOE en esta comunidad autónoma, Susana Díaz, sobrevoló este miércoles Madrid para dejar huella tanto de su gran poderío institucional como de su partido, pero no se posó. Formalmente no despejó la permanente duda sobre su salto a la política nacional porque ahora eso no toca. Lo que dejó claro es que Pedro Sánchez debe salir ganador de las elecciones del 26 de junio, algo que parece extremadamente difícil, después de haber cosechado en diciembre los peores resultados para los socialistas en el Congreso de Diputados. Sus 90 escaños y su pacto con Ciudadanos no fueron suficientes. Díaz espera al día después.


Si nos ponemos en la hipótesis más probable, como es que el Partido Popular, con Mariano Rajoy, revalide una victoria aunque igual de precaria que la anterior, el escenario puede ser muy parecido, pero sería el colmo una tercera convocatoria a las urnas. El país no está para más interinidades, sino para tomar decisiones, con el horizonte de las exigencias que marca la Comisión Europea, y un panorama con demasiadas incertidumbres, en el que destaca la elevada y disparada deuda, el descontrol del déficit, así como las dudas sobre la viabilidad futura del actual sistema de pensiones.
Nuestra economía necesita confianza e inversiones, capaces de producir empleo y riqueza. La inestabilidad para nada favorece nuestro desarrollo, por lo que será imprescindible crear consensos. En eso tendrán que fajarse los máximos representantes elegidos por la ciudadanía.
En esta permanente campaña que vivimos escuchamos a menudo recetas mágicas, inviables, cuando sabemos las limitaciones a las que estamos sometidos. Estos días hemos sabido que Bruselas ha aplazado la posible sanción a España por el incumplimiento de sus deberes fiscales. Sería la repera que tuviéramos que pagar –con dinero público, el de todos los españoles– los errores en la negociación o en la previsión que hayan podido cometer los responsables económicos del Gobierno.
Que nuestros dirigentes se enreden con lo de las banderas esteladas en la final de la Copa del Rey que hoy se celebra me parece algo ridículo y da argumentos y visibilidad a los independentistas. Por desgracia esta semana Cataluña ha vuelto a salir a la palestra, peor aún, por la lamentable acogida de Arnaldo Otegi, condenado por su pertenencia a la organización terrorista ETA, entre cuyas víctimas hay dirigentes del PP y del PSOE. Da la impresión de que a muchos se les ha olvidado. Quien no tiene memoria no tiene identidad. Y eso es un problema. ¿No les parece?

1 Comentario

  1. Todo ello me parece muy bien. Pero veo que el problema no está en los pactos que puedan, o no, hacerse, sino en la capacidad personal e intelectual del votante español para saber el partido político que debiera gobernar, de acuerdo con la situación en que nos encontramos cada vez que hay elecciones. Es hora de ir dejando de votar a un partido de forma fija por motivos distintos que entorpecen el desarrollo normal de la vida. Me da vergüenza ver que seguimos votando «a mi partido», aun en contra de los intereses comunes. Votar a otro partido no significa abandonar mi partido. No siempre los políticos son culpables.

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