El pájaro canta, aunque la rama cruja. #TATGranada14

El pájaro canta -según los entendidos- para manifestar su alegría por haber sobrevivido a la noche.

Ese cántico, en forma de piar, lo imitamos a diario aproximadamente 300 millones de usuarios gracias a las herramientas que nos facilita la tecnología empleada en Twitter, emitiendo más de 500 millones de tweets al día en forma de 140 caracteres.

Hoy analizamos en Talking About Twitter la realidad social de una red escenificada en Larry, ese pájaro que simboliza la más potente herramienta de comunicación conocida hasta la fecha.

A diario se lanzan millones de tweets, a decir verdad, unos con más alegría que otros.

Y es que el canto de los pájaros, algo casi incontrolable, se torna una melodía pero también la mayor de las pesadillas dependiendo de la especie y plumaje del ave que emita el sonido.

Como el canto de los pájaros, la voluntad de quienes emitimos mensajes a diario en las redes sociales tiene objetivos de cualquier tipo y condición, sin que el medio en que se desarrollen pueda ser cómplice de la finalidad deseada.

El desarrollo de las redes sociales, los blogs, las bitácoras, los foros, ha facilitado que conozcamos y participemos en debates con personas que se encuentran al otro lado de un terminal electrónico, pasando éstas por ser anónimas o tener una identidad de lo más relevante.

Generalmente se utilizan estos medios como altavoces de opinión que, en términos generales, se hacen desde una libertad bien entendida, si bien el uso de Internet tiene sus reglas jurídicas perfectamente determinadas.

Pero esa generalidad a veces se ve manchada por los graznidos de usuarios que no representan a nadie. Son una minoría, pero se valen del anonimato o la distancia en el medio para campar a sus anchas con manifestaciones de todo tipo.

Sin perjuicio de lo reprobable de esas actitudes y de las facilidades que ofrece Twitter para reportarlas como spams o bloquear a los usuarios que las desarrollan, entiendo que existe un problema de educación y de formación, de un mal uso de las redes sociales que no debe criminalizar o culpabilizar al medio pero sí debe establecer los límites de la línea que separe lo permisible y lo reprobable.

Pese al intento de imponer ciertas medidas de persecución a determinados comportamientos en Twitter como consecuencia del acoso que reciben ciertos usuarios, no existe un trasfondo de indefensión imputable a una falta de regulación legal.

Amenazas, injurias, suplantación de la personalidad, uso indebido de datos personales, calumnias, xenofobia… son conductas reguladas legalmente, sin perjuicio de que su comisión se produzca on line o, por el contrario, sea off line.

Debemos entender el Derecho como la garantía que necesitan las redes sociales, el uso de Internet, y ese Derecho existe y se aplica.

Recientemente ha surgido el debate de que pueda existir cierta desigualdad entre usuarios de Twitter: conductas presuntamente delictivas han sido archivadas por los tribunales en algunos casos y otras han prosperado.

No comparto que esos fallos judiciales se vean condicionados por la relevancia, la actividad profesional, la ideología del destinatario, o por la orden de un gobierno de perseguir determinadas conductas.

Las sentencias judiciales no son actos mecánicos, tienen un cierto matiz subjetivo, pues Ley solamente hay una, pero son muchos los que la interpretan y la aplican.

El problema de fondo, insisto, radica en la educación, en las formas y en la correcta gestión de las redes sociales, donde todos los usuarios podemos poner nuestro grano de arena cuidando y gestionando la reputación y el correcto uso de las redes sociales.

Somos 300 millones de usuarios emitiendo piadas desde Twitter, no podemos evitar que el medio sufra por los fines espurios que mueven a algunos.

Y es que, como dijo el poeta, canta el pájaro aunque la rama cruja.

 

@Onoff_MM

2 Comentarios

  1. Completamente de acuerdo contigo! Twitter es una herramienta, como un martillo
    Depende de tus intenciones y formación si con él vas a construir un castillo o machacarte un dedo.
    Nos leemos!

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