Una ciudad eficiente es la que optimiza sus recursos

«La Ciudad Comprometida»

Como recordaréis de artículos anteriores, veníamos desgranando los ejes definitorios del modelo de ciudad sostenible. En artículos anteriores os hablamos de la compacidad y la complejidad, pues bien hoy es el turno del tercero de estos ejes, la eficiencia.

Este eje principalmente se relaciona con los flujos de energía, agua y materiales que se generan en el metabolismo urbano, y constituyen el soporte de su organización. La gestión de los recursos naturales es básica para el desarrollo y mantenimiento de la urbe, ya que una gestión sostenible y con la máxima eficiencia supone un mantenimiento e impacto reducido sobre los ecosistemas vinculados. No debemos olvidar que los recursos naturales son indispensables para la supervivencia de una ciudad, y una mala gestión puede hacer que mermen de manera preocupante y costosa.

Placas solares como suelo.
Placas solares como suelo.

En el plano de la energía, la eficiencia supone combinar la generación sostenible con medidas de ahorro. En este sentido las tan penalizadas energías renovables, o un grado de autosuficiencia energética, podrían ser determinantes para la consecución de la eficiencia energética, ya que la dependencia de energías fósiles en muchas ocasiones es de coste e impacto ambiental, elevados. Dentro de las medidas de ahorro destacan las pautas determinadas por la arquitectura bioclimática, de las que ya os hablamos en artículos anteriores.

Modelo de vivienda bioclimática en Jun.
Modelo de vivienda bioclimática en Jun.

Respecto al agua, la eficiencia empieza por vincular el ciclo del agua al desarrollo urbano, a escala local. Medidas de ahorro y reutilización de los recursos, como la captación del agua de lluvia, o la reutilización del agua utilizada son imprescindibles para lograrlo. No debemos olvidar que uno de los mayores impactos del cambio climático sobre nuestra región, Andalucía, es la disminución de las precipitaciones y el aumento de la desertificación, amén del aumento de las temperaturas. Por tanto una gestión eficiente, además de a escala local, se ha de hacer a escala de cuenca, respetando los caudales mínimos y los ecosistemas fluviales, así como explotando de manera sostenible los recursos subterráneos, y respetando la recarga de acuíferos.

industrial
Suelos drenantes exteriores para el control de la humedad y la reducción de la escorrentía. Fuente: MANUAL DE BUENAS PRACTICAS PARA LA LOCALIDAD DE VITORIA-GASTEIZ

Por último la gestión de los recursos y los residuos es otro punto fuerte para lograr una eficiencia energética, y la consecución de una ciudad sostenible. Se ha de minimizar la explotación del los primeros y reducir el impacto contaminante de los segundos. Ésto, combinado con una red de reciclaje que permita la reutilización de materiales, implica una disminución de la contaminación y mayor eficiencia en la vida de los recursos materiales.

En definitiva todo esto se puede resumir en una frase: la eficiencia es optimización. No debemos olvidar que la ciudad es un ecosistema más, en el que todo está interrelacionado en un ciclo, y que nuestro bienestar depende del mantenimiento natural de ese ciclo.