“¿QUÉ HAY EN LOS PAISAJES QUE NO SEA UNA CIERTA FERTILIDAD EN MÍ?”

Recuerdo perfectamente que hace años coincidí como ponente en unas jornadas para hablar de naturaleza y sostenibilidad con los profesores Joaquín Araujo (conocidísimo naturalista y divulgador de temas ambientales) y Rafael Hernández del Águila, de la Universidad de Granada, ya que fue muy poética a la vez que directa la reflexión que realizaron sobre las incoherencias del ser humano en su búsqueda del futuro, ya que la deriva de la humanidad es tal que en realidad cada vez nos encontramos más lejos de alcanzarlo… o por decirlo de otra manera, más cercano a perderlo todo definitivamente…

Y me quedé tan embelesado con el “diálogo” que nos regalaron a los asistentes que me dediqué a anotar rápidamente algunas de las frases que nos regalaron aquellos dos sabios poetas de la sostenibilidad, ya que de otro modo no habría podido ni tan siquiera sintetizar la magia, y la sensatez que en esa mañana del otoño de 2009 nos regalaron… y yo ahora os repito algunas de aquellas frases que allí se dijeron:

• “¿Qué hay en los paisajes que no sea una cierta fertilidad en mí?”
• “La belleza la encontramos en el mayor espectáculo del mundo: en la vida, en la libertad, en la naturaleza.”
• “Proteger la naturaleza es lo más progresista, lo único para construir el futuro.”
• “Todo lo que es, es por lo que ha sido.”
• “Cuando la naturaleza y las ideas van separadas, la cultura y la vida están amenazadas”.

Y os traigo esto a colación porque hace muy poco ha caído en mis manos un libro maravilloso denominado “CÓMO LEER PAISAJES” en el que de la manera más sencilla y amena, pero sin perder un ápice de rigor, “introduce al lector en la observación y apreciación de las distintas formas de relieve que nos rodean, lo que lo convierte en una guía de inestimable valor para interpretar las pistas que nos ofrece el paisaje que contemplamos…” ya que cuanto mayor es el conocimiento que tenemos de las cosas, más las amamos y respetamos…

Por eso en seguida este bello libro de bolsillo me cautivó ya que caracteriza de una manera muy visual cada una de las formas del relieve, ayudándonos al lector (al espectador, mejor dicho) a comprenderlo… ¿De dónde procede ese paisaje y cómo llegó a ser lo que es? “Ayudando a buscar e interpretar las pistas que nos ofrece cualquier relieve.”

Seguramente muchos de vosotros coincidís conmigo en que hay pocas, muy pocas cosas comparables con el placer de caminar por la montaña, coronar un altozano, asomarse a un acantilado, simplemente sentir el romper de las olas sobre las rocas, ascender por un valle, sentirse sobrecogido por la percepción de un valle encajado entre las rocas, dejar volar la imaginación por los “bads lands” de las tierras de Guadix, o simplemente pasear por la campiña… Porque los paisajes abiertos nos hacen sentir la fuerza de la naturaleza en toda su plenitud y de alguna manera nos ayudan a reconciliarnos con ella… por eso no tienen parangón…

Y como decían aquellos ilustres sabios de los que os hablaba al principio (a quienes mando un fuerte abrazo muy comprometido): “¿Qué hay en los paisajes que no sea una cierta fertilidad en mí?”

Y por eso este libro enseguida me enganchó y estaba deseando contároslo…