“Una ciudad sostenible reduce la pobreza y las desigualdades”

«Noticias y Actualidad»

Sus pies han pisado más de 100 ciudades, algunas en España, a saber, Barcelona, Zaragoza, Madrid, Granada…, así que recuerde de manera rápida y no sin dudar largo rato sobre la cantidad exacta. Sin embargo, al director regional de ONU-Habitat para América Latina y el Caribe, Elkin Velásquez (Medellín, Colombia), no le lleva ni un segundo señalar el modelo ideal de urbanismo sostenible: el distrito neoyorquino de Manhattan. “Compacto, con edificios en altura que ocupan aproximadamente el 50% del suelo dejando el resto para vías y espacios públicos, incluidos los verdes”, resume. “Luego hay ciudades que, aunque sean un caos, tienen alma y te enganchan. Como Marrakech”, añade. Y se apresura a destacar la belleza de las calles de la capital mientras pasea por el céntrico barrio de Chamberí.

Velásquez recuerda que lo que hoy esONU-Habitat nació con el objetivo de la búsqueda y promoción de soluciones de vivienda, pero con el tiempo se dieron cuenta que no era suficiente. “Teníamos que tratar el problema de manera general. Empezamos a hablar entonces de asentamientos humanos, de la vivienda en su contexto, de los servicios públicos, los transportes… y todo esto junto tiene un nombre: ciudad”.

Sobre estas cuestiones se debatió en el primer Foro Urbano Mundialque se celebró en Nairobi en 2002. Bianualmente se ha repetido la cita en Barcelona, Vancouver, Nanjin, Río y Nápoles. Desde el 5 de abril próximo, será Medellín –donde nació Velásquez–, la que acoja la séptima. El reto: que el crecimiento de las ciudades, donde reside más de la mitad de la población mundial (y aumentando), sea sostenible económica y medioambientalmente. Aunque ante un trabajo previo mal hecho, la solución pasa por una transformación de lo que ya tenemos. “En América Latina hay ejemplos de que se puede hacer esa transición. Uno de ellos es Bogotá”, indica esperanzado. Saber cómo conseguirlo y los beneficios de la inversión requerida para dicha transformación son las claves que deben manejar los responsables políticos para tomar decisiones sobre sus ciudades, apunta Velásquez. De ahí, “la importancia de que la agenda urbana entre en las prioridades de la agenda de desarrollo. Especialmente en América Latina”.

Elkin Velasquez, director de ONU Habitat para America Latina y Caribe. / ALVARO GARCIA. Fuente: elpais.com
Elkin Velasquez, director de ONU Habitat para America Latina y Caribe. / ALVARO GARCIA. Fuente: elpais.com

Pregunta. ¿Cómo es para usted una ciudad ideal sostenible?

Respuesta. Conectada e incluyente. Se construye o se recupera volviendo a lo básico, a los elementos del urbanismo social que implican tener suficiente suelo urbano para lo público, para los servicios colectivos, para las calles… La proporción ideal sería de 50-50 o 60-40 entre dedicación a suelo privado y al público. Otro criterio de sostenibilidad es promover los usos mixtos del suelo en torno a nuevos centros con una muy buena conexión gracias a sistemas de movilidad apropiados, privilegiando el transporte público frente al vehículo particular. Eso es lo que están haciendo algunas ciudades modernas y sostenibles. También se debe facilitar la diversidad cultural y grupal en los barrios. Sabemos que la homogeneidad social genera más conflictos. Estudios científicos ya lo han demostrado. Las ciudades sostenibles son, además, compactas. Hay que promover la densidad sostenible con edificaciones en altura y en torno a los nodos de transporte. Todo esto facilita la inclusión social y por ende, la disminución de las desigualdades sociales. En esas ciudades es en las que estamos seguros que va a haber más riqueza para redistribuir y los pobres van a tener más posibilidades de integrarse y ser incluidos.

P. ¿Qué beneficios aporta invertir en este tipo de ciudades?

R. Nuestros estudios e investigaciones sugieren que un buen desarrollo urbanístico tiene un impacto económico directo favoreciendo el crecimiento y reduciendo las desigualdades y la pobreza. Toma tiempo reconcentrar las ciudades, así como recuperar barrios. Lo bonito de este proceso es que algunos barrios vulnerables hemos visto que con intervenciones apropiadas después de un tiempo se vuelven céntricos. Se corre el riesgo de que suba el precio del metro cuadrado del suelo, y algunas poblaciones se vean obligadas a trasladarse a otros barrios de un menor nivel de ingresos. Pero lo que se espera es que si el cambio se lleva a cabo incorporando a las comunidades, estas puedan quedarse allí y beneficiarse de nuevas oportunidades.

P. ¿Cómo se consigue esa integración frente al peligro de segregación?

R. En América Latina las grandes urbes tienden a concentrar la desigualdad. Hay barrios de ricos y barrios de pobres claramente segregados. Para conseguir más integración debe haber tanta regulación del Estado como sea necesaria, junto a toda la dinámica del mercado que sea posible. Creo que en el mundo aprendió la lección en este sentido. La desregulación total conduce precisamente a ciudades segregadas; así que cuando proponemos planificación, regulación y legislación, estamos hablando de un Estado que juegue un papel importante.

P. Y la relación causa-efecto entre ciudad sostenible y reducción de la pobreza y la desigualdad, ¿cómo se produce?

R. Sabemos que la reducción de la desigualdad en un país depende de las políticas nacionales para la distribución de la riqueza. Pero un alcalde tiene la posibilidad de planear la ciudad para que la población pueda acceder más fácilmente a los servicios colectivos, como el transporte. También es fundamental que los espacios públicos y las infraestructuras sean de calidad para todos, principalmente para los más pobres. Así, en una ciudad típica latinoamericana donde hay sectores ricos, medios y pobres, se podría afirmar que la infraestructura social pública y los servicios sociales como la educación, deberían tener las mejores calidades en los sitios más vulnerables. Es decir, los más desfavorecidos tienen derecho a un acceso directo a servicios y espacios públicos de calidad y a estar bien localizados en la ciudad. Hay que recordar que el esquema de desarrollo normal que prevalece en América Latina hace que los pobres vivan alejados de las oportunidades, de los lugares de trabajo o del acceso a los servicios sociales. Y esto por una razón simple: las viviendas de interés social tienen un indicador crítico que es el precio del suelo y el suelo más barato es en general el que está alejado de las áreas centrales. Las familias de bajos ingresos están condenadas a vivir alejadas de las oportunidades sin poder salir de la trampa de la segregación social. En este sentido, apostamos por los barrios mixtos.

P. Pero, ¿cómo crearlos?

R. Con una planificación urbana que facilite que en ellos puedan residir personas con diferentes niveles de ingresos u orígenes étnicos o religiosos. Esto requiere de instrumentos de política pública que faciliten el acceso de los desfavorecidos a sitios mejor localizados. Suelo decir que el mejor consejo que uno puede dar a un alcalde o a alguien responsable de una política urbana para solucionar los problemas de desigualdad es localización, localización y localización. Los pobres deberían, por su condición, tener las mejores localizaciones en la ciudad, vivir cerca de las oportunidades que ésta brinda. Y deberíamos planificarla de tal manera que puedan acceder a ellas. Hay responsables públicos que podrán objetar que los suelos urbanos bien localizados son los más caros. Es cierto, pero hay formas de hacer la tarea y que todos ganen. La regulación puede permitir que en barrios de altos ingresos se reserven espacios para personas, o familias, de ingresos medio o bajos. También hay otras fórmulas como establecer un subsidio para el alquiler, en vez de para adquirir una vivienda…

P. Esto excede la mera planificación urbana. Atañe a las políticas de un Gobierno, desde fiscales hasta de servicios públicos…

R. Sí, una ciudad sostenible engloba todas esas políticas, pero con una base: el plano urbano de la ciudad. Si no hay una planificación, se desarrolla una ciudad para ricos y otra para pobres. A esto lo llamamos técnicamente segregación socio espacial. Sin embargo, esto no ocurre si hay un plan que siga los principios de ciudad sostenible, con una trama urbana bien trazada, con espacios públicos de proporciones apropiadas, diversidad social en los barrios y diversidad de usos del suelo. ¿Qué hacer para que la gente pueda estar cercana a su trabajo? En lugar de zonificar y tener las áreas industriales, comerciales y de servicios separadas, y además desagregadas por niveles socioeconómicos, lo correcto sería mezclar más esos usos del suelo, para que las personas vivan en un sitio en el que su oficina o sitio de trabajo queden cerca y no tengan que invertir dos horas de su día en transporte. Podrían dedicar ese tiempo a otras cosas, incluido a divertirse. Pero también puede emplearlo para estar con sus hijos o para generar ingresos de otra manera o aprovechar talentos y capacidades en otras áreas.

P. ¿Hay alguna experiencia de éxito en este sentido?

R. Hay una muy bonita en el barrio Juan Pobo, no muy lejos del centro de Medellín. Allí se inició un proceso de mejora y recuperación integral del barrio, expuesto a riesgos naturales. Cuando la Administración llegó allí a proponer a los vecinos una solución de vivienda ofreciéndoles una casa en propiedad lejos del centro, la comunidad dijo que no, porque no querían moverse ya que habitaba cerca de sus trabajos. Pidieron que se buscase una solución que no supusiera desplazarse y perder su localización. La Administración encontró una solución técnicamente apropiada. La localización es un elemento fundamental con un impacto político central: evita las brechas urbanas. Y esto se sustenta en elementos e instrumentos técnicos que no es que sean lo último en la ciencia del urbanismo. Al contrario, son básicos, lo que pasa es que requieren de mucha voluntad y visión a largo plazo de los dirigentes. Y todavía no se ha dado…

P. ¿Qué tiene que cambiar para que se produzca?

R. Los responsables políticos deberían promover la construcción de ciudad y no solo de viviendas. Los proyectos de vivienda responden a ciclos financieros de corto plazo, de unos cuatro años. La construcción de una urbe bajo criterios de sostenibilidad es, sin embargo, un proceso a medio y largo plazo que necesita reglas de juego claras, como una regulación apropiada de usos del suelo, y una financiación apropiada.

P. ¿Cómo implicar a la ciudadanía en la importancia de invertir en la ciudad, sobre todo a aquella parte empobrecida, quizá más preocupada por cubrir sus necesidades básicas?

R. El ejemplo de esto es Brasil. Allí se logró sacar de la pobreza a mucha gente, que pasó a ser de clase media, todavía vulnerable, pero clase media en términos de ingreso. Esas personas ya tienen resuelto lo básico y hoy están preocupados por acceder a las oportunidades de la ciudad, como los servicios sociales y culturales. Eso implica, por ejemplo, la necesidad de mejorar movilidad, que antes no era necesariamente lo más importante para ellos y hoy es central, casi un derecho. Pero las ciudades tienen aún lo que las compañías de seguros llaman preexistencias, es decir, han heredado problemas de sus patrones urbanísticos de vieja data. Esto provoca manifestaciones reivindicando cambios. En Brasil, literalmente. Por supuesto, con las movilizaciones no están diciendo directamente ‘necesito una ciudad mejor planificada’. Pero sí que te está diciendo que la ciudad que tienen no les da lo que quieren y necesitan. Ese algo más tiene que ver con la ciudad sostenible y se construye en el medio plazo. Esto mismo, está ocurriendo en México, Colombia, y otros países de Latinoamérica, porque el modelo prevalente de ciudad de los últimos 50 años no se regía por los elementos básicos del buen urbanismo que promovemos hoy.

P. Para dar un empuje a estas cuestiones, ¿habrá una meta en la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible tras 2015 que arranque un compromiso para una planificación correcta de las ciudades?

R. Esa es una decisión que está por tomarse en las negociaciones que mantengan los Estados miembros de las Naciones Unidas. Dicho esto, la buena noticia es que en el proceso de discusión a nivel global, el Panel de Alto Nivel para la elaboración de la Agenda reconoció en su informe la importancia de las ciudades para el desarrollo sostenible. El mismo Secretario General de Naciones Unidas ha dicho que la batalla del desarrollo la ganaremos o perderemos en las urbes. Además de esto, muchos grupos de trabajo, investigadores, académicos, organizaciones de la sociedad civil, el sector privado, autoridades locales e incluso gobiernos nacionales, están planteando la importancia de tener un objetivo sobre ciudades sostenibles. Los Estados miembros de Naciones Unidas tienen que definir lo mejor para el futuro de la humanidad, y tendría mucho sentido que hubiera un objetivo sobre ciudades sostenibles. Claramente.

P. ¿Cree que se producirá ese acuerdo?

R. Puede haber sectores de presión a los que en el corto plazo no les convenga una transformación de la ciudad. Debemos mostrarles que en el medio y largo plazo también van a ser ganadores. Y es muy importante no comprometer las ganancias a largo plazo por rentabilidades cortoplacistas y puntuales. Y eso implica mantener discusiones importantes con los diferentes actores, como los constructores, transportistas, grupos políticos, ciudadanos de distintos niveles socioeconómicos. Ayuda mucho tener líderes en las ciudades convencidos, con la evidencia en la mano, de los beneficios de un nuevo paradigma de ciudad y una nueva agenda urbana.

P. África y América Latina están siendo punta de lanza en la planificación sostenible. ¿Por qué?

R. África está urbanizado en más o menos un 30%, es decir, tres de cada diez habitantes viven en ciudades. Eso supone que hay mucho margen de crecimiento con una planificación urbana previa bajo criterios de sostenibilidad. Es fundamental que se construyan ensanches, expansiones urbanas, adaptados a las circunstancias actuales de esas ciudades. Con un porcentaje del suelo apropiado para lo público…

P. Eso en África, pero en América Latina, como en Europa o Estados Unidos, las ciudades ya están construidas.

R. Por supuesto, una cosa es elaborar un nuevo plan y otra intervenir la ciudad ya construida para mejorarla, lo cual tiene más coste, incluido social y político. Este es el caso en América Latina. Pero los beneficios son muchísimo más importantes en el medio y largo plazo. La clave es incorporar los principios de urbanismo que he mencionado dentro de procesos de revitalización, regeneración, rehabilitación y mejoras del barrio y la ciudad. En este sentido, hay ciudades que están haciendo muchas cosas. La sede del Foro Urbano Mundial, Medellín, es una de ellas. Construyó el metro cable, que es una vía de transporte aéreo a lo largo de un corredor que sirvió para interconectar dos partes de la ciudad que estaban desconectadas. Sao Paulo también está llevando a cabo unos procesos de intervención interna orientados a generar nuevas condiciones dinámicas. Esto es, gracias a la mejora de una zona estratégica, se produce un efecto positivo sobre las áreas cercanas. Y eso se traduce en un incremento del valor del suelo urbano. Se construye riqueza.

P. En las europeas, con siglos de historia de construcción y crecimiento, ¿qué se puede hacer?

R. Hay que reconocer que muchas ciudades europeas están haciendo un trabajo importante para dar ese giro hacia criterios de sostenibilidad. Por ejemplo, cuando hablamos de movilidad sostenible, se está promoviendo mucho la ciudad caminable o en la que se da preferencia a métodos de movilidad limpios como la bicicleta. En Europa hay diferentes problemas –aunque prefiero llamarlos desafíos–, pero también soluciones. Lo importante es que en realidades diferentes los principios son los mismos. Es la aplicación lo que tiene que contextualizarse. Esto facilita el diálogo global y permite ver que ciudades norteamericanas, africanas, asiáticas, latinoamericanas o europeas comparten algunos desafíos y oportunidades. Y que los principios para el desarrollo urbano sostenible pueden ser el guía

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“LA INCREIBLE CIUDAD MENGUANTE”

«La Ciudad Comprometida”

Toda la teoría urbanística actual surgida del racionalismo y el zonning en el siglo XX está basada sobre la premisa del crecimiento imparable de las urbes. ¿Qué pasaría si una ciudad decreciera? Dejando de lado zonas rurales con procesos migratorios más complejos y las ciudades abandonadas por catástrofes naturales, ¿cómo puede responder nuestro urbanismo y toda una estructura local ante un crecimiento negativo en una gran ciudad? ¿Es posible la “desurbanización»?

Haciendo el paralelismo con aquella película de serie “B” de los años 60, donde un hombre disminuía de tamaño, la Ciudad de Detroit, en Estados Unidos es un caso paradigmático de “encogimiento” urbano. En poco mas de 60 años ha pasado de casi 2 millones de habitantes a poco mas de 700.000, un 25% en la última década. En la prensa digital hemos encontrado este artículo titulado “No hay manera de encoger una ciudad” que os recomendamos leer:

Centro de Detroit en 1991. FUENTE: elpais.com
Centro de Detroit en 1991. FUENTE: elpais.com
FUENTE: nosoloviajeros.com
FUENTE: nosoloviajeros.com

De megalópolis a jungla semiurbana, desde sus días de gloria automovilística, la ciudad de Detroit ha perdido el 63% de su población. El espacio geográfico sigue siendo el mismo: 359 kilómetros cuadrados que corren una suerte desigual. En algunos puntos, la naturaleza reclama lo que es suyo, y reforesta, salvaje, manzanas enteras. Hay en Detroit 800.000 estructuras vacías, la mayoría en estado ruinoso. Los esfuerzos de recuperación, privados y públicos, se concentran en algunas áreas reducidas, que se hacen atractivas para los residentes, afeando aún más los barrios depauperados. No hay un plan maestro. En la historia del urbanismo, mucho se ha escrito de ampliar centros urbanos, pero poco hay sobre el fenómeno del encogimiento de ciudades.

 “En la reducción de ciudades no hay modelos exitosos en EE UU, en parte porque hemos sido muy lentos a la hora de admitir este desafío, y en parte porque un cambio sustancial llevará mucho tiempo en culminarse”, explica Shetty Sujata, profesora en el Departamento de Geografía y Planificación de la Universidad de Toledo, en el Estado de Ohio. “Siempre se habla de ofrecer incentivos a los ciudadanos para que se muden de áreas menos pobladas de una ciudad, a otras zonas con más densidad de habitantes, para ahorrar en los gastos de servicios municipales”. Esos intentos, sin embargo, han resultado por lo general fallidos. Los ciudadanos que quedan suelen resistirse a mudarse. Y la ley suele estar de su lado.

El descenso de población de una ciudad provoca graves consecuencias sociales y en su gestión. La capacidad de la administración para prestar servicios merma al disminuir los impuestos, su habitabilidad en términos globales disminuye: se convierte en un lugar menos atractivo para vivir, la criminalidad, el desempleo e incluso el analfabetismo aumentan. De este modo el articulo explica que  “Los que se quedan en Detroit lo hacen porque no tienen más remedio que permanecer, gente con pocos recursos”. “Y precisamente son la gente que más depende de unos servicios públicos que la ciudad ya no puede ofrecer. Si no tienen coche, necesitan el transporte público. Si no tienen empleo, pueden depender de subsidios públicos. Si no tienen seguro médico, buscan cobertura básica del Estado. Y cada vez, la ciudad puede ofrecer menos y menos servicios”.

Edificios abandonados. FUENTE: traveler.es
Edificios abandonados. FUENTE: traveler.es

El abandono de hogares es una lacra en la ciudad. Hay quienes venden sus casas por precios simbólicos. Un simbólico dólar es un precio a veces común en determinadas zonas, las más depauperadas. Las familias quieren marcharse sin mirar atrás. Desde luego, hay zonas en las que se concentra la mayoría de nuevos residentes, oasis acaudalados de corte neoyorquino, repletas de modernos lofts, como Midtown. Aun así, el stock vacío en el resto de áreas lastra las ventas medias. Según la inmobiliaria Realcomp, el precio medio de una vivienda en Detroit es de 9.000 dólares (7.000 euros).

Mucho se ha fotografiado últimamente la decadencia de Detroit. A algunos vecinos no les gusta. Tildan la práctica de tomar fotos de las ruinas de pornografía. Hay algo de voyerismo en la fascinación por la decadencia de los formidables edificios de Detroit. Es un turismo en sí mismo. Las ruinas aparecen ya hasta en las guías: la Estación Central de Michigan, la Planta Automotriz Packard, el Edificio Metropolitan. Entrar en ellos, para fotografiar su letárgico derrumbe, es una experiencia abrumadora, como visitar una Acrópolis.

Vergara, residente en Nueva York, es un meticuloso cronista de la decadencia de Detroit. Algunas de sus fotografías se exhiben ahora en el Museo Nacional de Arquitectura de Washington, bajo la rúbrica Detroit is no dry bones (Detroit no es hueso desnudo). “Ahora vemos una nueva generación de jóvenes que ve en Detroit un sitio libre, donde pueden hacer cosas que no se pueden hacer en Nueva York u otras capitales”, explica. “Muchos tienen la sensación de que pueden crear más libremente. ¿Hacer una pintada en la calle? Es poco probable que eso traiga problemas con la policía allí. Para ellos es un lugar ideal para crear”.

Teatro. FUENTE: nosoloviajeros
Teatro. FUENTE: nosoloviajeros
Interior del teatro con vehiculos. FUENTE: nosoloviajeros
Interior del teatro con vehiculos. FUENTE: nosoloviajeros
Estacion de Trenes.  FUENTE: nosoloviajeros
Estacion de Trenes. FUENTE: nosoloviajeros

¿Puede el arte redimir a las ciudades que se encogen? El Proyecto Heidelberg es prueba de ello. El vecindario afroamericano de McDougall-Hunt es ya más rural que urbano. La yedra devora casas enteras. Las construcciones decrépitas dan paso a lo que a todas luces parecen praderas. Cuesta creer que se está a tres kilómetros de la sede mundial de General Motors. Y de repente, un estallido de color. Lienzos se alzan como tumbas al aire libre. Casas enteras han sido pintadas con formas abstractas. Muñecos decoran las farolas. Es un sueño entre vanguardista y naif.

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EL SINSENTIDO DE LAS CARRETERAS

La Ciudad Comprometida pretende estar siempre al día en temas de movilidad. En relación con ello, exponemos la interesante reflexión respecto a los desplazamientos en automóvil privado que plantea el artículo publicado en el País Digital titulado “El sinsentido de las carreteras”. ¿La creación de más y más infraestructuras para el vehículo responde a verdaderas necesidades de movilidad y disminución del nivel de congestión o es al contrario?

Extraemos algunos fragmentos del articulo:

Las carreteras incitan a la conducción. Cuantas más hay, más usan el coche los ciudadanos y menos se descongestionan las ciudades. En contra de lo que piensan los políticos que apuestan por el desarrollo o ampliación de las vías para hacer más fluidas las capitales, invertir en asfalto provoca mayor colapso. Paradoja urbana: la solución más desarrollista, y la que más defienden los grupos de presión afines a la industria automovilística, es la que más problemas genera mientras que la propuesta que más aterra a los conductores, tasas para el tráfico rodado, es la única con posibilidades para evitar los atascos.

Atasco en una ciudad China. FUENTE: coches.es
Atasco en una ciudad China. FUENTE: coches.es

Ley fundamental del tráfico rodado: cuantas más carreteras haya en una ciudad, más conduce la gente. La congestión no les importa. Este efecto llamada es la conclusión que han obtenido los profesores de la Universidad de Toronto Gilles Duranton y Matthew Turner tras hacer un estudio en un centenar de áreas metropolitanas de ciudades de Estados Unidos. 

«Hay muy poca base científica para aceptar las propuestas que aseguran que ampliar la capacidad de las autovías es la clave para reducir el tráfico», aseguran los investigadores

Cuando un conductor deja el coche, otro le sustituye en el atasco. Han comprobado que una persona que se pasa al transporte público, no implica un automóvil menos, sino que rota con el siguiente. Esa es la dinámica que rige en las carreteras de las capitales.

Imagen de atasco. FUENTE: gestionurbana.es
Imagen de atasco. FUENTE: gestionurbana.es

Aumentar el espacio para los automóviles no favorece la fluidez de la ciudad. Y mientras opere la dinámica de sustitución en los atascos, aumentar las conexiones de metro, tren o bus no tampoco es clave en la solución. Para los investigadores el secreto está en desmotivar. La gente está desesperada por conducir por lo que habrá que ponerselo más difícil.

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MANUAL PARA VOLVER A SER CIUDADANO Y NO SÚBDITO

«Noticias y Actualidad»

Nos hacemos eco de una noticia publicada en el País Digital hace unos días. Se trata de la presentación en el  Círculo de Bellas Artes de Madrid del libro “Reacciona”, de la editorial Aguilar, definido como un “manual” para volver a ser ciudadano y no súbdito, un libro de propuestas para cambiar el mundo. El acto reunió al juez Baltasar Garzón, a Federico Mayor Zaragoza, antiguo director general de la UNESCO, al periodista Ignacio Escolar, al economista Juan Torres, junto a Rosa María Artal.

Para acceder al texto completo, clicar en el siguiente link.

Veamos ahora reflexiones destacadas que tuvieron lugar en el encuentro:

«Vivimos una crisis sistémica que no encuentra una respuesta globalizada en un mundo que, sin embargo, es cada vez más global», ha comenzado diciendo Mayor Zaragoza, encargado de arengar en defensa de la reconversión del individuo a ciudadano para que de una vez por todas deje de ser «un súbdito del mercado». «En 1989, cuando el sueño de cambiar la guerra por la paz era posible, llegaron los globalizadores y nos dijeron que no había dividendos para la paz». Ahora, en 2011, Zaragoza ha intercambiado a Mandela por la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff: «Una vez me dijo que para convertir los sueños en realidad hay que superar los límites de lo posible».

Foto de la presentación. FUENTE: elpais.com
Foto de la presentación. FUENTE: elpais.com

El juez de la Corte Penal Internacional (Baltasar Garzón)cree que el mayor pecado que cometen los gobernantes en democracia es «reírse de los ciudadanos». Por eso ha propuesto un contrato, para que tanto líderes políticos como ciudadanos se comprometan a cumplir sus funciones y, así, acabar con «la normalización de la indiferencia a causa de la crisis de liderazgo» que se vive en estos momentos.

Cuatro principios a evitar para llevar a término esta nueva empresa: «La inmoralidad de llamar inversores a los culpables del crimen organizado de la humanidad, el hambre. La irresponsabilidad de seguir callados pensando que todo pasará. Hay que empezar a pedir cuentas. La insensibilización de no enrabietarse y solidarizarse con los demás.

Tal vez, los que primero tengan que asumir la receta de Torres sean los jóvenes, representados en Reacciona a través de Ignacio Escolar.(…). El periodista ha utilizado su capítulo para hablar de la que considera «una generación estafada» (…) Escolar ha recordado que esta es la primera vez en la historia de Europa que la juventud vivirá peor que sus padres, pese a los avances. «Tenemos Internet, algo que no tuvieron nuestros progenitores. Nos han cambiado el derecho a una vivienda digna por la PS3. El derecho a formar una familia por la descarga de películas».

Por último, Carlos Martínez y Javier López Facal, los investigadores del CSIC encargados del capítulo científico del libro han esgrimido que «Predecir es muy difícil, pero lo que es seguro es que aquellos que usen el conocimiento y lo pongan al servicio del ciudadano, transformarán la realidad, crearán riqueza y generarán un mayor conocimiento en un mundo mejor».

LAS CALLES, MEJOR CON LED

«Noticias y Actualidad»

El ahorro energético ha pasado a primer plano en nuestras vidas. Tras unas décadas  donde la eficiencia en nuestros sistemas de transporte, de nuestros electrodomésticos o en este caso, del alumbrado público, no eran tema de preocupación, la reciente crisis económica, que lleva aparejada una crisis energética, nos está haciendo reflexionar sobre lo que podemos permitirnos o no. O lo que es más profundo, si nuestro planeta nos lo puede permitir.

El artículo que hoy comentamos publicado en el País Digital habla sobre las nuevas alternativas que los avances en iluminación están aportando al ahorro de la factura de nuestros ayuntamientos. Estos, son a fin de cuentas, según nuestra legislación sobre administración local, los que tienen la competencia para ello.

Vista urbana con iluminacion led. Fuente: revistaluminica.es
Vista urbana con iluminacion led. Fuente: revistaluminica.es

Pero no solo de debe actuar desde los ayuntamientos. De entre las 20 medidas que el Gobierno pretende aplicar para reducir el consumo nacional de petróleo nos encontramos el apartado de Consumo Energético e Iluminación: “La idea es que, a la vuelta de cinco años, todos los municipios de más de 25.000 habitantes (en total casi 300) dispongan de lámparas más eficientes para sus calles. Es el momento del led (compuesto por las siglas de Light Emitting Diode), que permite un ahorro de entre el 40%, según las predicciones más conservadoras, y hasta el 80%, según las más optimistas, respecto a las farolas convencionales.”

Aunque el ahorro en consumo es notorio, el problema principal para las administraciones locales es la fuerte inversión inicial, mas en la situación actual. “El ministro de Industria, Miguel Sebastián, apuntó la fórmula para solventar el obstáculo: las empresas de servicios energéticos financian la inversión y luego cobran mediante un plan plurianual a partir del ahorro obtenido en la factura. Philips contempla líneas de financiación para las empresas instaladoras que concurren a un concurso público utilizando su material. «Actualmente, en torno al 10% de la iluminación pública en España se hace con led», calcula Joaquín Larrosa, director de alumbrado exterior de Philips. No es mucho, pero crece rápido.”

Luminaria Led. Fuente:futurosostenible.com
Luminaria Led. Fuente:futurosostenible.com

Cada día que pasa se crean  sistemas que son cada vez más baratos y eficientes, por lo que sus costos serian cada vez más asumibles. Por ejemplo, existen compañías que sustituyen los sistemas de microleds por un solo punto de luz, lo que aumenta el rendimiento del haz de luz y disminuye la contaminación lumínica. Otro gasto inicial como es la sustitución de la luminaria, se soluciona con  sistemas en los que basta con cambiar solo el grupo óptico,(similar a cambiar una bombilla). En este sentido, por ejemplo, trabajan empresas como Solum. Según estimaciones, se calcula que la inversión inicial podría amortizarse en cuatro años aproximadamente con el ahorro en la factura energética.

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