ARQUITECTURA E HISTORIA: BINOMIO NECESARIO

«La Arquitectura Comprometida»

La complicada situación que vivimos, en la que se han venido abajo algunos de los paradigmas de la sociedad del bienestar en la que nos habían creído estar, debe ser un momento de reflexión a partir del cual podamos repensar el papel de algunos de los componentes de ese ilusorio pasado reciente.

El grado de desarrollo que se había alcanzado en ámbitos como el de la cultura o la educación, sin entrar a valorar otros más vitales como la sanidad, se mostraba en toda su claridad en la disponibilidad que una sociedad cada vez más formada y exigente alcanzó a tener de su tiempo y ocio. Reflejo de una esperanza de vida cada vez más prolongada, uso niveles de educación altos y en algunos casos del acceso de un número cada vez mayor de mujeres al mercado de trabajo, la demanda de los valores culturales se habían convertido en piezas angulares de iniciativas de desarrollo. Así nos lo hicieron creer los gobernantes de un país que sostiene el 10 % de su producto interior bruto en un turismo que lo visita demandando no sólo sus bonanzas climatológicas, sino estimulado por la posibilidad de disfrutar del legado que nos ha dejado como herencia un rico pasado histórico, reflejado en un patrimonio amplio y diverso, y que contribuye a reafirmar su identidad a través de manifestaciones materiales e inmateriales que activan la memoria de una sociedad que encuentra en ellos su mejor reflejo.

Misión en Baja California. Fuente: Miguel Ángel Sorroche
Misión en Baja California. Fuente: Miguel Ángel Sorroche

Esa cada vez más amplia y compleja realidad de lo patrimonial, es reconocida hasta la saciedad en innumerables tratados y declaraciones internacionales y en la revisión de las leyes nacionales que lo protegen. Entendido en su dimensión pública, el patrimonio requirió paralelamente del desarrollo de unas herramientas que hicieran frente a su gestión. Un reconocimiento de valores que han de ser conservados y transmitidos al público a través de ejercicios de difusión que faciliten la accesibilidad a los mismos. El principio de que se valora y conserva lo que se conoce, adquiere en este caso mas sentido si cabe, si atendemos a los intereses de diversa índole que encierra su manipulación y que curiosamente en períodos de bonanza parecen subyacer a la realidad que los contempla y que solo salen a la luz en períodos de extrema conflictividad como es el caso de los ataques que reciben durante los conflictos bélicos, mostrando la especial sensibilidad que sobre ellos se tiene en cuanto a su preservación.

 No cabe la menor duda que la conservación y gestión del patrimonio se nos muestra como una dualidad de complicada resolución. Un vínculo cuya relaciones contradictorias debe encontrar el equilibrio para garantizar que sea un proceso prolongado en el tiempo, chocando en su necesaria eficiencia con el derecho a su disfrute. Para alcanzar esos objetivos debe contar con profesionales formados que hagan frente a la transversalidad de la situación, más que como problema, como síntoma enriquecedor de la complejidad de la realidad a tratar.

 El papel que los historiadores del arte deben tener dentro de los procesos de gestión y conservación del patrimonio requiere ser revisada. La constante demanda por un reconocimiento implícito de su importancia y necesaria presencia, frente a quienes lo tachan de intrusismo, muestra en cualquier caso ciertas incongruencias ante la falta de un amparo legal que regularice la situación. Si bien es cierto, que desde el ámbito académico nada se discute a la hora de elaborar los programas docentes en sus distintos niveles o en la presentación de proyectos de investigación donde se exigen propuestas multidisciplinares, es en el ámbito del mercado laboral donde queda camino por recorrer.

Patios de los Leones de la Ahambra. Fuente: propia.
Patios de los Leones de la Ahambra. Fuente: propia.

 Como disciplina, la historia del arte ha sabido abordar el problema patrimonial de la misma manera que éste ha evolucionado en su concepto junto a la sociedad que lo valora, en un ejercicio de  dinámica y adaptabilidad sin precedentes. Lejos del análisis particular del objeto desde su componente plástica, la posibilidad de integrarse en grupos multidisciplinares ha dotado a los historiadores del arte de cierta versatilidad. Ello los hace necesarios en la integración de acciones encaminadas a la valoración de los componentes patrimoniales, ya sea en intervenciones puntuales de conservación, en propuestas de planificación urbana que afectan a conjuntos históricos, en la identificación de bienes muebles dentro de conjuntos importantes como los eclesiásticos, o en la redacción de expedientes de catalogación. Un largo etcétera que muestra con algunos ejemplos la diversificación en la que nos hayamos respecto a esas posibilidades de participación.

 En el caso concreto de la relación entre historiadores del arte y arquitectos, los resultados están ahí, dando la razón a quienes defienden la necesidad de conformar equipos que enriquezcan y sobre todo garanticen unos resultados óptimos a la hora de intervenir en patrimonio. La posibilidad de participar en la elaboración de informes históricos-artísticos en el caso de las acciones de restauración y conservación en el patrimonio, fueron desde hace tiempo valoradas por arquitectos que vieron en ellos los medios necesarios para tomar decisiones correctas a la hora de llevar a cabo una intervención. Del mismo modo, su papel es necesario en propuestas urbanas, en el caso de intervenciones en Centros Históricos, o la ordenación del territorio, donde cada vez más se valoran figuras como la de Paisaje Cultural impulsada por los dictámenes de la UNESCO.

 La problemática no es nueva. No cabe la menor duda de que en cualquier caso, las tendencias actuales a la transversalidad de las propuestas se reflejan en la multidisciplinariedad anteriormente mencionada y la necesidad de potenciar la transferencia entre Universidad y empresas. Las opciones son mayores que las que la actual situación de desánimo nos impide ver. Es cierto que habrá que esperar a que se den las condiciones necesarias para reactivarlas, pero también lo es que en situaciones de crisis es cuando mejor se demuestra que los proyectos impulsados por equipos integrados por profesionales de distintos sectores, son la mejor opción para superarlas.

Miguel Ángel Sorroche Cuerva

Departamento de Historia del Arte. Universidad de Granada

Asesor de GRarquitectos en temas patrimoniales.