Me sorprende en Sevilla, donde dirijo un curso para jueces sobre los retos de las nuevas tecnologías, la noticia de que el Gobierno pretende dispensar la ‘píldora del día después’ líbremente en las farmacias. No hará falta llevar receta y me dice Carlos Morán, que me ha llamado para preguntarme por el asunto, que el Gobierno no ha puesto límite de edad. Es decir, que se podrá dar a los menores. Lo primero que tengo que decir es me parece una barbaridad. Y lo segundo, que para hacer eso tienen que modificar la legislación actual, que dice que una menor de doce años “o menos” no “es capaz ni intelectual ni emocionalmente de comprender el alcance de su actuación y sus consecuencias, por lo que precisa el consentimiento de sus padres, tutores o representantes legales”.
Entre trece y quince años, debe ser un médico el que evalúe la “madurez de la menor y, tras ello, decidir si, según su criterio posee la madurez suficiente para comprender el alcance del tratamiento”. Si el médico considera que la chica en cuestión sabe lo que hace, no es preciso avisar a los padres.
A partir de los 16 años, ya se considera a la joven “como una persona autónoma capaz de tomar decisiones en todo cuanto a su salud se refiere”.
Resumiendo, que límites hay. Y aún no se han quitado. Para mí sería una barbaridad hacerlo, ya digo. Saludos.
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