Cada vez que pasa algo, hay un señor -o varios- en los partidos que escriben lo que deben decir sobre ese ‘algo’ todos los miembros del partido. Un ejemplo: la reforma laboral y los 6.200.000 parados. Argumentario del PP: si no hubiese sido por la reforma laboral, habría todavía más parados. Esa afirmación es imposible de comprobar. Puede que sí o puede que no. Pero todos los militantes, desde el concejal de un pueblecito perdido hasta el ministro de Hacienda, la repiten todo el rato. Al PSOE le pasa lo mismo. Los ERE: son cuatro chorizos que se han aprovechado de la buena voluntad de la Junta.
El PP y Bárcenas, tres cuartos de lo mismo. Pero es que los minoritarios, IU y UPyD, también comienzan ya a hacer ‘argumentarios’. Hasta el 15-M y otros movimientos teóricamente menos dados a la disciplina elaboran ‘argumentarios’. ¡Qué aburrimiento! Los periodistas ni siquiera tenemos que molestarnos en dar al ‘rec’ de la grabadora: el tipo va a decir lo que alguien, generalmente en Madrid, redactó en un papelito a principios de semana. Es de obligado cumplimiento.
Se habla mucho de primarias, de listas abiertas, etc. Pero la primera gran reforma que deben acometer los partidos, todos -también los grupos y asociaciones… -, es suprimir los ‘argumentarios’: que la gente, milite aquí o allá, hable con libertad y diga lo que piensa de lo que sea. Se oirán bobadas, pero es normal. Ahora también se escuchan, pero con la agravante de que son siempre las mismas. ¡Un rollo!
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