Medio año después de que Emilio Calatayud condenara a un joven a que le cortase el pelo por haber robado en una peluquería, las partes se dieron cita en una peluquería de un barrio de la capital granadina para dirimir el singular pleito. Fue la tarde del pasado 3 de julio. El establecimiento estaba cerrado al público. Aparte de los protagonistas, esto es, el peluquero en ciernes y el juez, sólo asistieron a la ejecución de la sentencia el ‘profesor-perito’ encargado de evaluar la ‘obra’ del penado y sus educadores y delegados de la libertad vigilada.
El resultado de la prueba lo resume con buen humor el propio Calatayud: «Sentencia cumplida. Que bien pela el ‘condenao’», explicó después de que se produjera el peculiar acto judicial.
El popular jurista detalló que el chico empleó unos 35 minutos en completar la faena, un tiempo razonable, según su criterio. «La única pega que le puse, y se lo dije a él, es que tenía que hablar más con el cliente, porque estaba muy callado. Y los peluqueros suelen dar conversación a los clientes. Le dije que me preguntase que cómo me llamaba y en qué trabajaba, y eso… Pero es que estaba nerviosillo y es normal. El chaval me comentó que no hablaba porque cuando trabajaba se concentraba mucho», indicó el juez.
Hasta el momento en que el magistrado le animó a darle palique, el muchacho sólo había abierto la boca para formular la interrogante de rigor: «¿Cómo le corto?». La contestación de Calatayud fue la siguiente: «A lo clásico, pero cortillo, que hace mucho calor y quiero que me aguante todo el verano. Pero ni crestas ni tupés. Como estoy, pero que aguante el verano», recordó el togado.
Cuando el chico enfundó las tijeras y la maquinilla, el profesor-perito observó y palpó con detenimiento el cabello del juez y dio su visto bueno. «El maestro hizo las comprobaciones y dijo que estaba muy bien». Era lo que necesitaba Calatayud para dar por cumplida la condena.
–¿Yqué habría ocurrido si el docente no hubiese dado su aprobación?
–«Pues que tendríamos que habernos planteado la posibilidad de acusarle de desobediencia. Y eso ya sería más grave».
–Teniendo en cuenta que el ‘barbero’ era un novato y, como usted mismo ha dicho, estaba ‘nerviosillo’, ¿pasó miedo en algún momento?
–«No. Nada».
Como curiosidad, se dio la circunstancia de que chico cumplió los años el mismo día, el 3 de julio, que peló a su señoría. «Hizo 19. Cometió el hecho ocho días antes de hacer los 18 y le dije que, gracias a que todavía no era mayor de edad cuando ocurrió el robo, no le quedarán antecedentes penales. Para celebrar el cumpleaños, le invité a un refresco. Estuvimos hablando y me comentó que, al principio, le había sorprendido bastante que me ofreciera para que me pelase, pero que luego se hizo a la idea. Su intención ahora es irse fuera de Granada a trabajar de peluquero», relató Calatayud.
–¿Qué mensaje dan estas sentencias a la sociedad?
–«Que todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad y que lo importante es dar con la tecla. Seguro que le ha ayudado a madurar».