Hoy es día de Cuaversos, pero la actualidad manda. En IDEAL publicamos estas notas sobre el 3D, que espero siembren comentarios y generen debate. ¿Es el futuro del cine? Una idea surgida tras el análisis de la merma de espectadores que publicábamos hace unos días.
Además, los Cuaversos son tórridos y, por tanto, en la tarde noche lucirán mejor.
Las cifras hechas públicas por el Ministerio de Cultura sobre el dramático descenso de espectadores que acuden puntualmente a una sala de cine han hecho que, otro año más, salten todas las alarmas, sobre todo, porque se calcula que en nuestro país se han realizado 350 millones de descargas ilegales de películas en el año 2008.
Aunque no tiene lógica que España sea, después de China, el país más bucanero y pirata del mundo, también es verdad que en esta fuga masiva de espectadores de las salas concurren una serie de circunstancias que deberían hacer reflexionar a los distribuidores y exhibidores.
En primer lugar, el cine es caro. Por lo general, al precio de la entrada hay que sumarle el del parking y el de las inevitables palomitas y refrescos que la mayoría de la gente se ha acostumbrado a comprar. Que no son obligatorias, por supuesto, pero que forman parte de un rito agradable y placentero, como tomarse un postre después de una buena comida.
En segundo lugar, las condiciones de exhibición de muchas salas, sobre todo las más céntricas y accesibles, son tan precarias que una buena tele y un home cinema en el salón de casa se convierten en inmejorable platea para disfrutar de una buena película.
Por todo ello, si las salas de cine no quieren morir de inanición, han de ofrecer al espectador una experiencia distinta a la de meramente ver una película, algo que se puede hacer en todo momento y en cualquier lugar a través de las televisiones panorámicas, las pantallas de ordenador o los DVD portátiles.
El primer paso, tras el éxito inicial de los multicines de pequeño formato, fue la vuelta a las pantallas de tamaño XXL sobre las que se proyectan los grandes estrenos del año en tecnología digital.
Y, a la vuelta de la esquina, ya asoma la que se anuncia como la tercera gran revolución de la historia del cine: tras la irrupción del sonoro y el triunfo del color, llega el 3D. Las tres dimensiones.
Bien es cierto que los precedentes no son muy ilusionantes. Aquellas primeras películas en 3D de los años 50, como «La criatura de la laguna negra», eran francamente malas y las experiencias de los 80, con las gafas bicolores de cartón para ver las entregas de turno de las sagas de tiburón y viernes 13, tampoco fueron para tirar cohetes, precisamente.
Pero las cosas han cambiado. Ahora, las gafas son de plástico y las películas proyectadas en formato digital permiten que las imágenes se vean con una precisión milimétrica. Pero, sobre todo, la diferencia radica en que el 3D ya no es un añadido técnico a posteriori, una especie de truco de feria para impresionar al espectador; sino que los nuevos proyectos están pensados, desde su gestación, para ser filmados y exhibidos utilizando esta nueva tecnología.
Pero ¿hay otros indicios que nos permitan pensar que, esta vez sí, se impondrán definitivamente las tres dimensiones, después de haber fracasado en otras ocasiones? Cualquiera que haya visto una proyección en IMAX dará fe de lo realmente impresionante que resulta una película en dicho formato, hasta el punto de que el tópico de que te sientes transportado al otro lado de la pantalla, por fin, se hace cierto.
Además, la nómina de gurúes y visionarios de Hollywood que se están apuntando al carro del 3D demuestra que, esta vez, la cosa no va de farol. El primero y más importante: James Cameron, cuya ansiada epopeya futurista, «Avatar», ha ido aplazando su fecha de estreno hasta haberse asegurado que el desarrollo tecnológico que precisaba la filmación y exhibición de la cinta estaba a su alcance. Y no es un dato baladí ya que «Avatar» es la primera película de ficción de Cameron desde que arrasara entre crítica y público, años ha, con la histórica «Titanic».
Dreamworks ya ha anunciado que su próximo gran proyecto, «Monstruos contra Aliens», será filmado en 3D y John Lasseter, cabeza visible de la rompedora Pixar, ha señalado que la próxima entrega de «Toy story» y la tercera parte de «Ice age» utilizarán la misma tecnología.
Steven Spielberg y Peter Jackson, por su parte, también están preparando su trilogía sobre Tintín en formato 3D. Una trilogía que cuenta con un presupuesto de lujo y con un reparto de lo mas esperanzador, con Jamie Bell (el niño de «Billy Elliot») interpretando al célebre periodista surgido de la imaginación del belga Hergé y con participación de actores como Daniel Craig. Y así hasta otros treinta proyectos que ya están en preproducción.
Un problema imprevisto, sin embargo, amenaza con ensombrecer el halagüeño panorama que Hollywood había diseñado para reactivar el mundo del cine: la maldita crisis financiera que ha terminado por contaminar a las economías de todo el mundo. Y es que la adaptación de las salas a la tecnología 3D es costosa. Y justo cuando los grandes estudios habían preparado un plan para reconvertir quince mil salas en EE.UU. a formato digital en 3D… se cerraron los mercados internacionales de crédito.
Así las cosas, el mundo del cine se enfrenta a un momento crucial. Si la reconversión de las salas termina de llevarse a cabo y el 3D consigue los espectaculares resultados visuales que todos los datos hacen pronosticar, se hará con el favor del público y éste acudirá en masa a los cines para gastarse los 15 o 20 euros que costará cada entrada, de forma que el estreno de una de estas películas tendrá la misma importancia y consideración que tiene el ir a un concierto o a una representación teatral.
Sin embargo, si la crisis no permite que los empresarios acometan, a lo grande, la necesaria transformación que precisan las salas cinematográficas para proyectar las películas en 3D, la sangría de espectadores seguirá en aumento, lo que terminará de poner en jaque la supervivencia del cine como gran espectáculo comunitario y de masas. Interesante coyuntura, pues, ésta en la que nos encontramos. Ya veremos qué nos depara el futuro.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
Comentarios
14 respuestas a «3D AL RESCATE DEL CINE»
Buen y acertado articulo. Desde mi punto de vista dos son los males que afectan a la industria cinematográfica: 1 el que ya has spuntado sobre el precio de la entrada sobre el que se podría abundar en las razones que lleva a las salas (presionadas por las distribuidoras) a fijar unos importes que el mercado no está dispuesto a asumir. Y 2, la tecnología no va a revolucionar el mercado del cine, será una mejora inevitable dada la evolución de los medios y sistemas audiovisuales, pero que si no viene acompañada por una oferta de calidad, historias que tengan algo que decir y emocionar y seducir al espectador, seguirá agonizando poco a poco.
El pirateo es un mal que no cesa, y es el tercer elemento que provoca que las salas estén vacías. Pero a esta reacción del mercado no se le podrá poner coto mientras que los precios para consumir cultura no se bajen a un nivel que permita un mayor consumo. Tanto autores, actores, directores, intérpretes, realizadores como empresas productoras y distribuidoras no pueden presumir de las ganancias que obtienen y lanzar permanentemente una imagen de dioses del olimpo y seguir pidiendo que el particular pague 25€ por un CD, 50€ por un DVD, 8€ por una entrada de cine, 30€ por un libro, …. cuando bajárselo de la red es gratuito, de menor calidad pero inmediato y sin coste.
A la industria del cine le está faltando imaginación para promocionar la asistencia a las salas, y una película en 3D no lo va a mejorar. Quizá las dos primeras proyecciones tengan éxito, pero será por la curiosidad. Más adelante, ya se verá. Y, sin embargo, parecen no asistir ni darse cuenta de que la tendencia del mercado va consolidando las redes sociales de una forma exponencial. Tendencia que promueve el contacto virtual y no físico …. tendrían que pensar en ello.
Yo vi un par de peliculas en 3D, recuerdo la de los Crimenes del Museo de Cera. La pelotíta se te metía en la sesera… pero que coñazo gafas, y los medio tuertos? como yo estoy ahora… no se si seria cine de masas.
Ah! recuerdo algo asi en TV… no se si me gustó.
Creo que se seguirá haciendo cine y teatro, lo que no se si ira la gente… o lo vera en casa.
excelente artículo jesús, no podía ser de otra manera, tú que amas tanto este mundo, lo sientes y lo llevas siempre presente.
No creo que la solución sea el 3D, en BCN existen salas especiales, y hace poco yo con mis críos nos acercamos a ver BOLT (la del perro), y mi hija se asustó. Y lo malo es que sales con un dolor de cabeza imposible.
Hoy sale a la venta en DVD, Viaje al Centro de la Tierra, la versión moderna en 3D con 4 gafas, y existe una película porno en 3D (eso puede ser la ostía de divertido).
En BCN, ir 4 miembros o miembras al cine cuesta 35 Euros aprox, sin contar chuches.
US
CRUCE
Me he olvidado, Jesús, cada vez te veo más periodista y menos de lo tuyo. Excelente artículo en el ideal, lo quiero en word y dedicado y si tienes el periódico me lo envías.
Un fuerte abrazo, machote
CRUCE
Jajajaja. José Andrés, yo soy uno y trino. No veas lo que trino, a veces.
A ver, eso que dices me suena a lo que pensarían los espectadores cuando vieron a Al Johnson cantar en el cine. Las novedades siempre nos resultan estrambóticas y nos cuesta adaptarnos.
Si tu pequeña se asustó, es buena señal. Significa que el invento funciona. De hecho, cuando los espectadores vieron la primera película de los lumiere, salieron de estampida, pensando que el tren se les echaba encima.
Jomanalle, por eso digo que el mejor aval de la revolución 3D está en las personas que lo defienden. Que no son personajillos de cuarta fila. Que son la élite, los visionarios de Hollywood. Y que si ellos lo apoyan, es porque el futuro para por el 3D.
Foces, no hace falta que te diga lo mucho, muchísimo que me alegro de leerte ¿verdad?
Antonio, es que el cine es más importante que la vida…
A ver, Jesús: excelente, tu nota. Y disparadora de un par de reflexiones. Lo que provocaría el 3D holigudense es que el común de los mortales se olvidase de sus cines pobretones y se extinguiría así por siempre una herramienta cultural tan atractiva como el cine. Ya eso está sucediendo, pero Joligud refuerza su apuesta a echarnos del cayuco.
Lo del museo de cera y la pelotita lo recuerdo y también me abolló el ojo, pero éramos niños y esas cosas nos divertían. Ya no lo somos -al menos, yo-.
Tal vez Almodóvar se inventaría algo en 3D, por su espíritu lúdico, pero los creadores «solemnes» se las verían en figurillas para expresar en tres dimensiones lo que tantas veces se les escapa en apenas dos.
Los piratas seguirán existiendo, como los hay ahora por el Caribe o frente a las costas de África, cargándose con el botín de los cruceros turísticos. Y por compleja y presuntamente inviolable que sea la tecnología, acabarán violándola y poniéndola al servicio de los que no podrán pagar los billetes para pelis tan «sobredimensionadas». Se corre además el riesgo de que te pase lo que a Mia Farrow en el film de Woody Allen cuando se le baja el galán de la pantalla y la saca a pasear un rato, ilusionándola con su mundo de fantasía.
Lo que habría que empezar a eliminar es el espantoso olor nauseabundo de los pochoclos (pop corn) que tanto triturador sin anestesia demuele en los cines reciclados a los que se accede por un shoping.
Y hacer una campaña permanente en todos los órdenes de la cultura: que la gente, que nosotros, entendamos que lo valioso exige esfuerzo: de análisis, de comprensión, de discusión en torno a ideas abstractas o propuestas estéticas de la más variada procedencia, que el mundo no es una manzana quemada al rhum ni un panqueque de dulce de leche, que una buena peli, como un buen broli, exigen, sí, exigen, cierto esfuerzo intelectual. No somos monos, qué joder, aunque de ellos conservemos la costumbre de aplaudir cuando algo nos gusta.
Abrazo.
El año pasado pase unos días con mi familia en Paris visitando La Ciudad de la Ciencia y la Industria donde hay varias salas de cine un poco especiales.
Pasabas películas en 3D en dos salas diferentes. Una era IMAX y la otra en un sistema más antiguo.
Me quede impresionado con las dos pelis (documentales) IMAX que vimos en un cine con pantalla esférica. Una era sobre África con leones, elefantes, etc, lo que más me impresiono eran las imágenes en movimiento en las que las imágenes pasan rápido y al cerebro no le da mucho tiempo a reflexionar y te crees, por ejemplo, que tienes a un tipo delante tuya en lugar de una pantalla de cine. La pantalla esférica era quizás el toque final porque hacía que todo el campo visual estaba en la pantalla y no veías los bordes de la pantalla. El patio de butacas era un anfiteatro muy inclinado, la primera fila estaría unos 15 metros por debajo de la última y eso que la sala grande pero no mucho. Creo que sin la pantalla esférica la sensación de realidad es muchísimo menor. Para adaptar los cines convenientemente a este tipo de proyecciones (y hacerlo bien) hay que empezar por demolerlos hasta los cimientos y reconstruirlos. No sentí ningún mareo aunque otra gente se quejaba a la salida.
Mi hija se asusto un montón con un dinosaurio que se la quería comer (mucho más real que la fotito que has puesto más arriba).
Otra cosa es que los asientos situados hacía los lados ven una imagen 3D pero deformada.
En condiciones optimas (buen asiento en una sala construida 3D y no simplemente adaptada) la experiencia 3D IMAX es genial. Si no es así yo tengo mis dudas (y eso que me encantó).
¡ Por otro lado, las pelis 3D son más caras en taquilla ! lo que no arregla el problema de los precios.
Pero no nos engañemos, las buenas pelis la vemos en mudas y en blanco y negro, bien podemos hacer un “esfuerzo” y verlas en 3D. Las malas … ni con entrada regalada.
Pero entonces, de momento, el 3D sólo lo valoramos como puro espectáculo, sin pensar que, al igual que pasara con el sonoro y con el color, vaya a cambiar la esencia del cine, su narrativa y su esencia… ¿o no?
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