El PSOE en su encrucijada

A falta de que el Rey reciba a otros candidatos oficiosos a la presidencia del Gobierno –como José Luis Corcuera- ha sido Pedro Sánchez el que ha empezado la recolección de apoyos para llegar a la Moncloa.

Entiendo el interés por vivir en una casa que tiene bodeguita, aunque con la metrosexualidad de la nueva política, España cualquier día tendrá un presidente que cambie el bar y la mesa de billar por un gimnasio y la mancuerna.

El Gobierno no está en venta, está en veto. Incluso, hay quien se ha vetado a sí mismo como presidente.

Un alcalde del PSOE me resumió hace unos días lo que está sucediendo en su partido: “Susana le ha acotado por la izquierda y Pedro le ha cortado el paso por la derecha”.

La andaluza ha rechazado la alianza con Podemos y el candidato socialista puso el cortafuegos en el apoyo al PP para facilitar una legislatura de tránsito. Así que el PSOE está inmerso en su propia encrucijada. Y los dirigentes locales están preocupados porque todos los escenarios entrañan sus riegos.

Desde una estrategia estrictamente partidista, lo más sensato quizás sería facilitar un gobierno de Rajoy y dejar pasar el tiempo suficiente para que Podemos se descomponga y el PSOE se reinvente bajo el liderazgo de Susana Díaz. Pero este plan exige que Pedro Sánchez organice su propio sepelio.

Hay una variable que parece no haber medido la baronía socialista. Acorralar a Pedro Sánchez puede derivar en otras elecciones. Y el PP se quedó a un solo diputado de empatar con el PSOE en Andalucía.

¿Podría liderar el nuevo socialismo alguien que viniera de una derrota electoral en su propia tierra?

Por este camino, la única opción que tiene el PSOE para gobernar es que Corcuera pegue una patada en la puerta de la Moncloa.

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