Mes: septiembre 2013

Los Italianos, La Veneciana, la Ford…

Hace unos días publicaba un anuncio de la heladería ‘La Veneciana’ y hoy me he encontrado este otro de un concesionario de Ford, publicado en IDEAL en septiembre de 1933. Lo curioso es que el concesionario estaba también situado en Gran Vía, 4, el mismo lugar que años más tarde ocupó la heladería. Además el anuncio es muy bonito…

anuncio Ford, 1933

La Escuela Normal cumple 80 años

En la calle Ballesteros de Granada, los aspirantes a maestros intentaban dar clase en unas instalaciones que se habían quedado pequeñas hacía mucho tiempo. El director de la escuela, Antonio Escribano, intentaba una y otra vez que alguien atendiera a la necesidad, cada vez más urgente, de construir un nuevo edificio para dar las clases. Afortunadamente se cruzó en su camino Pascual Nácher, que desde la dirección de Primera Enseñanza presionó para que el deseo de Escribano fuera una realidad. Tras descartar la rehabilitación de la casa denominada «Mozo de Mulas» para acoger la sede de la escuela, el Ayuntamiento ofreció dos solares: uno, en el Paseo de los Tristes y el segundo, donde finalmente se construyó y que se encontraba cerca del Instituto General y Técnico (hoy Padre Suárez), de las Facultades y de algunos acreditados colegios como el de ‘Jesús Nazareno’, el de la ‘Purísima’ y el ‘Sagrado Corazón’  . Las obras comenzaron en 1923 y se dedicó una primera partida de 700.000 pesetas. Se encargaron al arquitecto Antonio Flores, al que se le pagó en ocho mensualidades para evitar que el proyecto de construcción se desvaneciera por la escasez de dinero. Cuando se inauguró el centro, se había ‘comido’ dos millones y medio de pesetas.

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En esta página de IDEAL, publicada el 1 de octubre de 1933 (el día de su inauguración), se describe el flamante edificio. Por ejemplo, las dos largas galerías de la planta baja dedicadas a los ejercicios gimnásticos y que dan a la fachada de Gran Vía; el piso principal, dedicado a la Escuela Normal, con el magnífico Salón de Actos, de estilo neoclásico inspirado en el palacio de Carlos V con capacidad para 280 espectadores y en el que se pretendía instalar un teatrillo infantil, una pantalla cinematográfica y una estación de radio. O el aula de Dibujo, a cargo de Hermenegildo Lanz, quien se ocupó también del mobiliario que diseñó en unos cuarenta metros de papel y fue realizado por los obreros del Sindicato de Madera.

Eso sí, la construcción de la escuela destrozó los jardines del Triunfo. Solo quedó la imagen de la Inmaculada sobre su histórica columna y rodeada de flores que la voluntad del barrio procuraba sostener. En los años 60 se trasladaría el monumento al lugar que hoy ocupa.
Tras más de diez años de obras, el edificio se alzaba majestuoso en la Gran Vía. El propio presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, asistió a su inauguración en una jornada en la que también acudió a la apertura del curso académico de la Universidad (en la que pronunció un emotivo discurso en el que recordó sus años de estudiante en la Facultad de Derecho, a sus profesores y a Andrés Manjón) y a Sierra Nevada, donde inauguró el albergue de los Peñones de San Francisco.

 

Guardias de Asalto junto a la flamante Escuela Normal./ Archivo de IDEAL
Guardias de Asalto junto a la flamante Escuela Normal./ Archivo de IDEAL

En 1989 la Junta de Andalucía y la Universidad firmaron un convenio de intercambio que cede el edificio al gobierno andaluz y en 1992 comenzaron las obras para instalar allí su sede. La historia se repitió y de nuevo hubo que esperar más de diez años para volver a ver el edificio ocupado, en concreto hasta noviembre de 2003. Su rehabilitación costó unos 18 millones de euros.

 

 

Publicidad de ‘La Veneciana’

Lo mejor de la publicidad en IDEAL, es que esos pequeños anuncios permanecen en nuestra hemeroteca a lo largo del tiempo y pasan a formar parte de la pequeña historia de esta ciudad.

Así se anunciaba la heladería ‘La Veneciana’, hoy ‘Los Italianos’ en 1953

Publicidad de La Veneciana

Un día de clase

 

Escolanía de la Virgen de las Angustias

El archivo de IDEAL esconde algunos tesoros. Esta imagen es uno de ellos y ha visto la luz tras sesenta años escondida en un cajón. La fotografía, que no llegó a publicarse en IDEAL, es del 26 de septiembre de 1952 y reproduce un ensayo de la Escolanía de la Virgen de las Angustias en una de las aulas del colegio que lleva su nombre. Monseñor José Fernández Arcoya, párroco de la Virgen de las Angustias, observa atento el trabajo del coro desde el atril reservado al maestro mientras el profesor de música, José Castaños Nicolás, toca el piano rodeado de los chavales elegidos para cantar en los cultos litúrgicos de la basílica.

Fernández Arcoya creó la Escuela, origen del Colegio ‘Escolanía Virgen de las Angustias’ que hay junto a la basílica, en 1948, para solucionar el problema de escolarización que había en el barrio de la Virgen. En la entrevista que el párroco concedió a IDEAL en aquella víspera del día grande de la patrona de 1952, aseguraba que la academia para los niños cantores era una de sus grandes preocupaciones. Tras cuatro años de trabajo, se vivía una reorganización, ya que varios  “cuenta con doce cantores, decía el párroco, dedicados a dar mayor realce a los cultos de la Virgen. José Castaños se esfuerza en conseguir un coro de treinta niños y formar una verdadera escolanía que no solamente prestaría servicio a la basílica, sino a cuantos sitios fuese llamada, con ventajas económicas para los niños que la forman. Con el fin de que estos niños no abandonen la escolanía, cuando quieran dedicarse a los estudios de Bachillerato, como ocurre –poco antes se marcharon siete niños a estudiar- tengo el propósito de crear una especie de academia donde puedan preparar los tres primeros años del Bachillerato, aunque tenga que examinarse en el Instituto”.

Los niños de la Escolanía recibían instrucción en la escuela parroquial creada para tal fin, al frente de la cual estaba el maestro nacional José Pallarés Núñez. En aquel año, 35 niños estudiaban en el centro. Estos niños recibían educación y se les facilitaba el material escolar necesario para sus estudios. Tenían constituida una mutualidad escolar con 2.250 pesetas.

El sueño de crear esa academia, no se cumplió e incluso poco antes de jubilarse Fernández Arcoyas, tras cincuenta y seis años al servicio de la basílica, reconoció que la espinita que tenía clavada era el cumplir con este proyecto, una casa de estudios para la escolanía, donde a la par que los niños estudien música, hicieran sus estudios de bachiller en régimen de internado. Además, reconoció el 25 de septiembre de 1960, su ilusión era instalar un carrillón cuyas campanas cantaran o tocaran el Ave María cada hora.

El otro 11-S

«Se abrirán las grandes alamedas, por donde pase el hombre libre»

fueron algunas de las palabras que Salvador Allende dirigió al pueblo chileno aquel 11 de septiembre de hace cuarenta años. Y continuó:

«Yo no voy a renunciar. Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y tengo la certeza de que la semilla que sembramos no podrá ser segada definitivamente. No se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos». 

Allende se suicidó, con un fusil regalado por Castro, dicen,  durante el asalto al palacio de La Moneda y Pinochet se hizo con el poder.

Otra portada para la historia

Allende copia

Vuelta al trabajo, vuelta al atasco

A comienzos de los años 70 el tráfico comenzaba a ser un serio problema en la ciudad. Desde finales de la década anterior se vivió una transición en la que el español dejó de ser peatón y se convirtió en conductor, la mayoría de Seat, que en aquella época fabricaba un millón de vehículos. Las ciudades y sus calles se quedaron pequeñas para tanto coche. Entonces, aquel caos de tráfico era el mejor signo de la ciudad moderna y el caminante se vio obligado a cederle sus calles y sus plazas a su majestad el automóvil. Aumentaban el número de viandantes atropellados y se sucedían los concursos de Educación Vial para los chavales, campañas de seguridad del peatón e incluso el periódico publicaba anuncios en los que se pedía al transeúnte el respeto por las nuevas señales de tráfico: «¡Peatón, respeta las señales de tráfico, que al no hacerlo puedes jugarte la vida. Cruza solo cuando se encienda la luz verde y hazlo siempre por el camino más corto, nunca en oblicuo», recomendaba IDEAL.

Atasco en Puerta Real. 22 de septiembre de 1970. Torres Molina/Archivo de IDEAL
Atasco en Puerta Real. 22 de septiembre de 1970. Torres Molina/Archivo de IDEAL

En el año 70, en Granada circulaban 73.000 vehículos y había muy pocos sitios donde aparcar. En las plazas y placetas la circulación se complicaba con las dobles e incluso triples filas de estacionamientos. Zonas como Bib-rambla se ocupaban de coches desde primera hora de la mañana. No existía aún la zona azul, aunque ya se reivindicaba, tampoco un horario de carga y descarga y muchas vías estrechas eran de doble sentido. Era el caso de la calle Tablas en la que, además, se utilizaban sus aceras para dejar el coche. O Recogidas, convertida en garaje público gratuito. Y ¿recuerdan la calle Mesones abierta al tráfico? O el caso de la calle Moras, a espaldas del Teatro de Isabel la Católica, que se puso de moda entre la juventud. En muy poco tiempo se abrieron en la calle una boutique, varias cafeterías, una discoteca y una sala de fiestas e incluso una terraza muy concurrida a la hora del aperitivo. A pesar de ser una vía sin salida (desembocaba en la entonces llamada Comandante Valdés, que tenía escalones), los vehículos accedían por ella sin problema, con el consiguiente jaleo para coches y peatones. A pesar de todo se aseguraba desde la dirección provincial de Tráfico que no se tomarían medidas drásticas, como que en ciertas calles se limitase la circulación solo y exclusivamente a vehículos de transporte público, taxis y ambulancias. Así lo sostenía el jefe provincial de Tráfico, Eladio Fernández Nieto. El problema no había hecho nada más que empezar.

Coches aparcados en la plaza del Campillo Bajo. 21/09/1970 Torres Molina/Archivo de IDEAL
Coches aparcados en la plaza del Campillo Bajo. 21/09/1970 Torres Molina/Archivo de IDEAL