Mes: noviembre 2013

Las elecciones generales de 1933

El 19 de noviembre de 1933, España celebró la primera vuelta de las elecciones generales para las Cortes de la Segunda República, que se había proclamado el 14 de abril de 1931 (la segunda vuelta se realizaría el 3 de diciembre). El país llegó a los comicios con el gabinete de Azaña desgastado por una grave crisis política y económica, así que no sorprendió a nadie el cambio de color en el gobierno. La Confederación Española de Derechas Autónomas, la CEDA, de José María Gil Robles, fue el partido ganador, seguido por el PRR de Alejandro Lerroux. Lejos quedó PSOE de Largo Caballero que consiguió 59 escaños. En Granada, el día amaneció lluvioso, lo que quizá contribuyera a la elevada abstención. La coalición de radicales, derechas y agrarios aventajó a los socialistas, con 10 escaños frente a 3, escaños que se repartieron José Pareja Yébenes, Juan Félix Sanz, José Cazorla Salcedo, Manuel La Chica Damas, Francisco Roca Yébenes, Julio Moreno Dávila, Rafael Montes Díaz, Ramón Ruiz Alonso, Enrique Jiménez Molinero, Carlos Morenilla, Fernando de los Ríos, María Lejárraga y Ramón Lamoneda.

elecciones generales 1933
Estas elecciones, las primeras generales en las que la mujer pudo votar, se recuerdan en Granada por el triste suceso que costó la vida a veinticuatro simpatizantes del PSOE que fallecieron en un accidente de tráfico cuando el camión en el que viajaban se despeñó por el puente de Duda en Huéscar.

accidente_duda copia
El grupo regresaba de un mitin electoral en Castril en el que habían participado Juan Carreño Vargas, María Martínez Sierra y el alcalde de Huéscar, que hablaron a los asistentes desde el balcón de la casa del médico de la localidad, Juan Granero Liñán (que luego fue alcalde de Castril y al que asesinaron durante la Guerra Civil). El camión rompió el pretil de la carretera y se despeñó por el tajo de más de setenta metros de profundidad. Solo uno de los viajeros, Pascual Fernández Ramos, de 17 años, logró salvar la vida. Era el ayudante del conductor, y cada día hacía el camino a Castril para vender pescado. El accidente vistió de luto a la localidad de Huéscar de donde eran las víctimas y entre los que se encontraba una mujer, Jerónima Carallor.

Francis Dumont y el récord de locuacidad

En aquel frío mes de noviembre, en la plaza Bibrambla volvió a montarse el quiosco de la Tómbola de la Caridad que en 1963 recaudaba fondos a beneficio de la guardería infantil de Santa Escolástica. A pesar de que los granadinos solían volcarse en este tipo de obras benéficas, ese año hacía falta un empujón final para animar a la participación. Y el broche de oro que se eligió, lo protagonizó  Francis Dumont, un chico de veinticinco años y locutor de Radio Granada que, a pesar de su juventud, ya era todo un veterano de las ondas y un personaje muy querido en la ciudad. Nacido en Tánger, hijo de padre francés y madre malagueña, trabajaba como locutor desde los 13 años y en radio Granada participaba en los programas ‘La hora del Sol’, ‘Paréntesis romántico’, ‘La historia de una canción’ y ‘Dos manos sobre la mesa’. Francis se propuso batir el récord de locuacidad, que hasta la fecha, ostentaba un tal Thomas Choley. Para lograrlo, debía superar las 24 horas y 45 minutos hablando sin parar. Dumont se adueñó del micrófono instalado en la rifa benéfica el 10 de noviembre a las cinco de la tarde y continuó hablando 25 horas y cuarto sin interrupción.

Francis Dumont

Es una pena que la crónica publicada en el periódico sobre la hazaña no cuente de qué hablo el muchacho. Sí dice que la gente no paró de animarle durante el tiempo que duró la prueba, que dos importantes empresas se comprometieron a entregarle 5.000 pesetas si superaba las veinte horas de charla, 10.000 pesetas que consiguió y que el locutor entregó en la tómbola. También cuenta que no le faltaron espectadores, y que algunos le acercaban comida y bebida para que no desfalleciera en el intento. La gesta de Dumont en la Tómbola de la Caridad tuvo repercusión nacional. Quizás se haya olvidado aquel récord, oculto por la dilatada trayectoria profesional del locutor,  que hoy es recordado por el programa ‘La hora de los locos’, que emitía la SER, y en el que se inspiró Jesús Quintero para su ‘Loco de la colina, un hito en los programas radiofónicos nocturnos. Y los más jóvenes seguro que lo reconocen por su voz, la del gruñón del tío Phil en el doblaje del ‘El príncipe de Bel Air’.

Una multitud rodea la caseta de la Tómbola de la Caridad durante el récord de locuadidad. 12 de noviembre de 1963 Torres Molina. Archivo de IDEAL
Una multitud rodea la caseta de la Tómbola de la Caridad durante el récord de locuadidad. 12 de noviembre de 1963 Torres Molina. Archivo de IDEAL

Granada a través de sus refranes y coplas (I)

En la memoria de los más mayores aún se conservan sentenciosos refranes y líricas coplas en los que la protagonista es Granada. Este post es una pequeña recopilación de algunos de estos dichos, publicado en un artículo de IDEAL el 2 de octubre de 1953

La situación topográfica de Granada no puede ser señalada más poéticamente que por esta copla:

«Al pie de Sierra Nevada

se crían las granadinas

con esos ojos gachones

y esas caras divinas»

Y después de esta galantería, en otra copla nos da su cancionero más detalles

«Granada sobre la Vega,

sobre Granada la Alhambra,

sobre la Alhambra la Torre

y en la Torre, la campana»

Torre de la Vela

La campana de la Torre de la Vela ha inspirado otros versos:

«Quiero vivir en Granada

porque me gusta de oír

la campana de la Vela

cuando me voy a dormir»

Sonido que habla más al alma que al oído:

«En lo alto de la Vela; 

hay una campana de plata;

cuando suenan sus metales

dice que, ¡viva Granada!»

Como saben, las chicas que tocan la campana de la Vela el 2 de enero, encuentran marido ese año:

«La que toca el dos de enero,

la campana de la vela

se casa dentro de un año…

… si no se queda soltera»

Torre de la Vela

Permítanme que incluya una un poquito más actual…

«Me encontrarás de noche en la carretera
O en lo más alto de la Torre de la Vela
Búscame allí
Iré donde tú quieras
Porque tal vez
Nos lleven nuestras piernas hasta el mar»

(La Torre de la Vela. 091)

Penetremos en la ciudad. Nuestros primeros pasos tendrán este feliz encuentro

«A la entrada de Granada,

lo primero que se ve:

la Virgen de las Angustias

y el Molino de papel.»

La patrona a evocado muchas cancioncillas. Aquí una romántica…

«La Virgen de las Angustias, 

la que vive en la Carrera,

que esa señora me falte

si no te quiero de veras»

 Y llegamos al Darro de nuestro lírico paseo. Las crecidas inspiraron más de una copla…

«Pensamientos tiene el Darro

de casarse con el Genil,

y le ha de llevar de dote

Plaza Nueva y Zacatín»

Darro

El nombre de Zacatín es de origen árabe y se refiere a la antigua aduana de la seda y mercado árabe de ropavejeros. Su fama perdura en coplillas como esta…

«Tres cosas tiene Granada

que no las hay en Madrid:

la campana de la Vela,

la Alhambra y el Zacatín.

Tres cosas tiene Granada

que no las tiene Madrid:

el Zacatín y la Alhambra,

y el puente del Genil»

La comparación con la capital se repite en otros versos:

«La Calle Mayor parece

a todas las de Granada:

hay casas que valen mucho,

y otras que no valen nada»

A los que no saben aprovecharse de las oportunidades se les dice:

«¿A qué fue Antón a Granada? A nada»

O la más conocida

«Como el que tiene un tío en ‘Graná’ que ni tiene tío, ni tiene ‘ná'»

Irónica esta otra que critica a los que presumen de trotamundos:

«Mira si he corrido tierras

que he estado en el Albaicín,

en la Carrera del Darro

y en el puente del Genil»

Esta otra, a pesar de lo antigua que es, no desmerece a la actualidad:

«Tres cosas hay en Granada

que duran el año todo:

nieve en la Sierra Nevada,

arrebol para la cara,

y en la calle Elvira… lodo»

… y no lo digo por la nieve en la Sierra…

(Continuará)

Del ‘Cine Granada’ a la discoteca ‘Granada 10’

De salas de cine, a discotecas. Ese ha sido el destino de muchos de los locales de exhibición de la ciudad desde que se habla de crisis en la industria del cine. Pasó con el Príncipe, ha pasado con el multicines Neptuno, con el Aliatar, y pasó con el Cine Granada, protagonista de la efeméride que hoy ocupa esta sección.
Hace ahora treinta años, los propietarios de los pubs ‘Taifas’ y ‘Marylin’ se asociaron para remodelar y llevar la gestión del viejo cine de la calle Cárcel Baja. Adaptaron su uso a sala de fiestas, siguiendo el estilo de las macrodiscotecas tipo ‘Pacha’ de Madrid, o ‘La Paloma’ de Barcelona, que era lo que estaba más a la última en los primeros años de la década de los ochenta. La intención de los promotores con la reforma del edificio era devolver al local, que databa de los años 40, los elementos que fueron característicos en su origen y que, con el paso del tiempo, fueron desapareciendo, o estaban deteriorados. De las varias decenas de millones que supuso su remodelación y el equipo técnico de sonido e iluminación que requería la nueva sala, en la información que entonces publicó IDEAL se detalla que más de un millón y medio de pesetas se destinaron a la pintura en pan de oro del interior. En el proyecto que presentaron los futuros gestores, se aseguraba que en la reforma no se tocaría ni fachada, ni la decoración interior. Sí desapareció el patio de butacas que fue sustituído por plataformas de diverso nivel, que descendían a medida que se acercaba al escenario. En ellas se colocaron comodos sillones dorados de ‘skay’ alrededor de mesas. Se respetó la pantalla, y bajo ella, se colocó el escenario y la pista de baile.

Trabajos para desmontar el patio de butacas del cine Granada. Noviembre de 1983. González Molero/Archivo de IDEal
Trabajos para desmontar el patio de butacas del cine Granada. Noviembre de 1983. González Molero/Archivo de IDEal

El Cine Granada, propiedad de los empresarios del Olympia, abrió sus puertas en diciembre de 1945 con el estreno de la película ‘Edison el hombre’ protagonizada por Spencer Tracy. Era un amplio local de 700 butacas y decorado con un gusto exquisito, al estilo de los grandes salones de cine. En la planta superior instalaron un semicírculo de palcos y se invirtió en su construcción tres millones de pesetas. Al estreno acudieron, con invitación, las primeras autoridades granadinas y las señoras fueron obsequiadas con un ramo de flores.

cine Granada_estreno

 

En aquellos años, su competencia era el teatro Cervantes, el Príncipe, el Olympia, el teatro cine Nacional, el Liceo de Granada y el Aliatar Cinema. Ofrecían tres sesiones, entre las cuatro de la tarde y las 10 y media de la noche, aunque un aviso publicado en este periódico recodaba al público que debido a las restricciones de energía eléctrica y a la escasez de carburante, las salas se veían obligadas a suspender algunas sesiones en determinados días de la semana, «por lo que se ruega al público en general que estén atentos a los horarios que se anunciarán diariamente en las carteleras de los respectivos cinematógrafos». En la pantalla del Cine Granada se proyectaron películas como ‘Dumbo’ (1946), ‘Bailando nace el amor’ con Fred Astaire y Rita Hayworth (1947), ‘Yo confieso’ de Montgomery Clift (1954), ‘Espartaco’ en 1961 o ‘Casablanca’ (en 1966). El domingo 6 de noviembre de 1983, el Granada se despedía con el estreno de comedia italiana ‘Culo y camisa’, y unos días más tarde se anunció su reconversión en discoteca.
El 1 de febrero de 1991, volvía a abrir sus puertas como cine en las horas que no se ocupaba como sala de fiestas. El Príncipe se cerró 1987. Poco después lo hizo el Alhambra, y el Granada 10, junto al Aliatar, tomaron el relevo de exhibir en sus pantallas películas de autor. ‘Átame’ de Pedro Almodóvar, fue la cinta programada para su estreno.

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Para entonces quedaban en la ciudad el Madrigal, los multicines Centro y el Astoria, que se había recuperado para el cine comercial tras varios dedicado al cine X. El ‘Granada 10’ puso en 2007 su particular ‘The end’. Poco después cerró el Aliatar. Ambos habían sobrevivido al vídeo, a la ferocidad del top manta, al Emule… pero no pudieron con el Kinépolis que llegó en 2004. Muchos lo echamos de menos y eso que la calidad de la imagen y el sonido estaba muy lejos de la perfección del HD o el 3D, o el Dolby ‘nosequé’… Entrar en la sala del Granada 10 y acomodarte en uno de esos dorados sillones despertaba un sentimiento romántico que no se definían con siglas.