El Corpus de 1953 fue lluvioso. La tradicional exhibición del Real Aeroclub en el aérodromo de Armilla se había aplazado debido al mal tiempo que también deslució la fiesta de las Espigas que se celebraba en Cartuja y el paseo de las parejas de jinetes ataviados a la andaluza por el ferial ganadero. Así que el mejor plan que se presentaba era llevar a los niños al circo. Afortunadamente había para elegir. El Circo Price, en la plaza del Humilladero, presentaba al ‘Mago Chuleta’; el Circo Americano, instalado en la Acera del Darro, traía como principal atracción a ‘Los Cosacos del Zar’ y en la plaza de la Mariana, el Circo Trébol anunciaba a más de “200 artistas” en un espectacular escenario. Entre estos artistas, el número más esperado era el del trapecio de ‘Los Lawins’. El sábado 6 de junio, en la sesión de las ocho de la tarde, con el circo lleno, la pareja, formada por Luis Martínez y su joven esposa Luisa Martínez Bono, de veintidós años, ejecutaron el peligroso ‘torbellino dental’. La chica sujetaba con la boca un aparato asido por el hombre, que, boca abajo, se sostenía en el vacío agarrado por un cable, mientras hacía girar el cuerpo de su compañera. En ese momento la joven se soltó y cayó al suelo desde una altura de ocho metros. No había red. Un grito de estupor se escapó entre el público. La chica fue trasladada al hospital de San Juan de Dios donde murió dos días después. Allí se instaló la capilla ardiente que se llenó de flores y fue velada por su público y por todos los artistas de los circos que actuaban en la ciudad.

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