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La reforma del Paseo del Violón y la Bomba

La ciudad quería recuperar dos de sus parques más queridos que llevaban algún tiempo abandonados. El Violón, cuando no lo ocupaban las casetas y atracciones del recinto ferial, se había convertido en un estacionamiento indiscriminado de autocares. Además la especulación urbanística había llenado de amorfos bloques de pisos la zona agobiándola y ensombreciéndola. En proyecto de urbanización del Violón se invertirían quince millones de pesetas en su primera fase que contemplaba la urbanización de una franja paralela al río Genil de 41 metros de ancho por 300 metros de largo. La futura alameda arrancaría cerca de la ermita de San Sebastián, entre cuatro hileras de árboles que flanquearían un paseo central de pavimento blanco, igual al del Salón, que había sido renovado hacía poco tiempo. También se aprovecharían las columnas del matadero viejo para la construcción de una especie de pérgola.
En una segunda fase, que entonces solo estaba en la mente de Manuel Fernández Márquez, concejal de Obras Públicas que presentó el proyecto en los primeros días de octubre del año 1982, el Violón se agrandaría al recuperar el Paseo de San Sebastián y los terrenos de la Real Sociedad de Tenis.
En cuanto al Paseo de la Bomba, el Ayuntamiento quería convertirlo en un gran parque infantil, de uso exclusivo para peatones y bicicletas. Como las vías del tranvía no se habían tapado, se propuso aprovecharlas para que un tranvía de gasoil (poner en marcha el tendido eléctrico para los troles era costosísimo, se justificó el concejal) recorriera el Salón y la Bomba. En el centro del Paseo se colocarían uno de los viejos vagones, que sería una biblioteca juvenil, y un antiguo coche de bomberos para que jugaran los más pequeños. Otros quince millones se invertirían en esta obra.

Granada se construye

«Granada crece por días», cuenta una información de IDEAL publicada el 17 de septiembre de 1947. Sus edificios se han quedado muy pequeños y estrechos y hacen falta unas 6.000 viviendas en la capital. Leído con la distancia de los años, parece que se trata del principio de la construcción desmedida, del fin de algunos edificios que eran patrimonio de la ciudad y de las aberraciones urbanísticas que han dado lugar a algunas barriadas que todos tenemos en mente. Había algo bueno: el redactor destaca que el paro en la albañilería era nulo. En la Acera del Casino se estaba construyendo el teatro Isabel la Católica y, junto a él, faltaban por terminar dos edificios de nueve plantas. A la entrada del Camino de la Sierra, se edificaba un bloque de viviendas de «tipo económico» con cabida para 100 familias. Los dos últimos solares que quedaban libres de la calle Ganivet se habían vendido y se preveía que en un plazo no superior a dos años, a falta de la Casa de Correos, sus vecinos estuvieran instalados y los negocios funcionando. Hasta IDEAL estaba construyendo su casa en la calle San Juan de Dios.

La tarea de ensanchar las calles era prioritaria y, sigue contando el redactor, «es mucha la necesidad de viviendas. Quienes a ello se dediquen hacen una obra social al tiempo que procuran una buena inversión para su dinero». Es cierto que el estado adelantaba hasta el 60 por 100 del valor de la obra en las llamadas viviendas de «clase media» y eximía del pago de impuestos, pero había otros problemas que afectaban a la construcción, como la escasez de hierro y cemento. Por doquier, desde el centro a las afueras, se veían, entre «modernas» obras de hormigón armado, trabajar a los albañiles «artífices encargados de vestir de ciudad lo que hasta hace poco fueron huertas y campos». A finales de los cuarenta todos lo celebraban, pronto, cuando la ciudad casi no se reconocía, los mismos cambiarían de opinión.

La prolongación del camino de Ronda

De esta manera IDEAL mostraba a sus lectores como sería el proyecto para la prologación del Camino de Ronda y la construcción del nuevo acceso al populoso barrio del Zaidín. La expropiación necesaria para realizar la obra afectó a más de cinco mil metros cuadrados y su coste fue de aproximadamente 1.200.000 pesetas. Se publicó el 18 de marzo de 1962 y, según explica el gráfico, «el Camino de Ronda se prolongará en forma directa con la misma anchura de calzada y aceras hasta unirse con la Avenida de Dílar, con lo cual, además de dar acceso a la barriada, se evitará la doble circulación por el Callejón del Ángel».

 

En el mismo pleno, el ayuntamiento, presidido por Manuel Sola,  acordó la compra de la Dehesa de San Jerónimo de Sierra Nevada a las monjas Adoratrices, un terreno de unas 1.500 hectáreas que fue adquirido por un millón y medio de pesetas, el plan municipal Sierra Nevada iba tomando forma.