¡Qué pena llegar a viejo!

Cuando las cosas bien mal dadas no se escapa nadie, pero da la impresión de que esta crisis le ha tomado manía a los ancianos, o, mejor dicho, los que manejan esta crisis que son los que al final toman decisiones, ensayan su política de recortes con los viejos para ahorrarse unos euros que después se derrochan en asesores, alquileres, viajes, gastos de representación, proyectos prescindibles y, en algún que otro caso, en corruptelas varias.

Solo en los últimos meses se han anunciado o aplicado medidas que suman un despropósito considerable. A los ancianos no se les pagará la ‘extra’ porque no se revalorizarán sus pensiones de acuerdo con el IPC. A los ancianos se les obliga al copago sanitario por medicamentos para sus tratamientos diarios o por llevarlos o traerlos en ambulancias en lo que se ha considerado ‘el transporte sanitario no urgente’. A los ancianos se les cobra por el uso de sillas de ruedas o prótesis o por cada una de las recetas que les prescriba su médico (unos 27.000 pacientes granadinos de avanzada edad toman hasta 10 píldoras al día por dolencias crónicas). A los ancianos se les ha rebajado la ayuda por dependencia y se les cobrará parte del servicio de telasistencia que recibían de forma gratuita hasta ahora. Pero eso cuando hayan sido capaces de tramitar su petición otra vez y cuando tengan la suerte de que la Junta se la conceda, lo que no es poca cosa para gente que se mueve con andador o, sencillamente no se mueve porque la cadera le baila o las piernas no responden. Y a todo lo demás, como siguen respirando y tienen la osadía de vivir después de jubilarse con 40 años de trabajo cotizados, tienen que hacer frente a la subida del agua, la luz, el IBI, el butano, la comunidad, los huevos, la leche y hasta los pañales, que los pobres también usan por la maldita incontinencia que llega con la edad o el alzheimer. Y ya ni hablamos si los hijos están en paro y cobijan a yernos, nueras y nietos para vivir todos de una pensión media en Granada de 690 euros. Menos mal que como son de otro tiempo y el divorcio les queda demasiado chic lo de las tasas podrán soportarlas siempre que no les de por pleitear con el vecino del 4º.
Así que leña al viejo al que le queda, al menos, el consuelo de que ya, empobrecidos, no saldrán en la lista de morosos y defraudores del ministro Montoro. Todo no iba a ser malo.

 

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