Muerto el perro se acabó la rabia

ancianos

El presidente del Instituto de Estudios Económicos (IEE) y responsable de Economía en la Patronal española, José Luis Feito, ha tenido    otra ocurrencia y lo peor es que nos la ha contado. Pide esta alma noble y cándida que el Gobierno de otra vuelta de tuerca a las  pensiones  y a las prestaciones por desempleo, y sugiere que se retrase la edad de jubilación a los 70 años y que se hayan cotizado 40  para poder  cobrar la pensión íntegra. Dicho así de golpe por alguien que ocupa puestos de responsabilidad en la organización  empresarial española la primera reacción es de acojone, para que nos vamos a engañar, porque cuando los empresarios piden el  Gobierno acata.
Un hombre de números como él no ha debido hacer muchas cuentas porque habría comprobado que con sus ‘giladas’ no salen las  cuentas  ni siquiera siendo bienintencionado y dando por hecho que la crisis está en su recta final y que desde ahora remontamos. La  cuestión es  cómo llegaremos a la meta y cuántos lo conseguirán. Hemos caído tanto y hemos bajado tanto que la subida ahora puede  recordarnos el  ascenso a los Lagos o al  Angliru, al Mortirolo italiano o el Tourmalet y, si a eso le sumamos que la mitad de los jóvenes  está en paro y no  cotiza y que la otra mitad se arrastra con contratos precarios, para estas generaciones va ser matemáticamente  imposible que logren  cotizar 40 años para que les queda el 100% de ninguna pensión.
Otra cosa es lo de extirar obligatoriamente la vida laboral hasta los 70 años. Y nada de lo haga quien pueda o desee según su actividad      porque se encuentre en fuerzas para hacerlo. Me imagino al anciano con un bastón en una mano y la palustra en la otra tirando mezcla a  la  pared, o al ‘viejete’ conductor de un camión echarse horas y horas por las carreteras camino de los muelles de carga europeos. Y así  todos.  Los habrá que se acerquen a la oficina con andador, los que se incorporen con la sonda recién operados de próstata y los que no distingan  un autobús por las cataratas. Todo sea por la pensión. Ya no habrá viejos gandules mirando obras o tomando el sol en las plazas de los pueblos. Lo peor es que con los recortes sanitarios la esperanza de vida empieza a bajar de los 80 y eso quiere decir que moriremos antes, más-menos, que diría el economista, cuando hayamos conseguido alcanzar la jubilación para cobrar una pensión que ya no necesitaremos porque, malditas cosas de la edad, nos habremos muerto. No es tonto, no, el tal Feito. Cabroncete sí, pero nada de tonto porque está dando la solución definitiva a la caja de la Seguridad Social y a los problemas de las pensiones. Ya se sabe que muerto el perro se acabó la rabia.

 

 

 

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