SEGUNDA OPORTUNIDAD

Conozco a Carlos Calvo por su trabajo diario y el que efectúa en los partidos.  Y, a pesar de que sólo nos hemos parado a charlar dos o tres veces, percibo que no es un mal tipo.  Y también que sufre más que nadie por todo lo que ha pasado.  Ante eso,  lo veo responder con rectitud (se mata en los entrenamientos) y con algún detalle de buen compañero. De hecho, un día le oí arengar a Muriel para que mejorara su rendimiento. A las claras, animaba a un jugador que podía haberse convertido en su competencia.

Entiendo que los 16.000 espectadores que acuden generalmente a Los Cármenes sólo tienen como elementos de juicio lo que captan a través de sus ojos. Y también, que lo que les ha venido ofreciendo Calvo no ha ido en consonancia con lo esperado, pese a que nunca se esconde, no se amedrenta por fallar y siempre está dispuesto a recibir la pelota.

Ahora bien, como ya recordó el ‘capi’ Lucena, no conviene olvidar tampoco que Calvo es parte del equipo. Y como mínimo, añado yo, hasta el próximo 30 de junio. Por lo que no estaría de más, aunque sólo fuese por egoismo puro, desterrar para siempre los silbidos. Máxime ahora que se conoce que ha sufrido en silencio el tener el cartílago desgastado.

Que no me malentienda nadie. Se trata este de un mensaje dirigido a la afición y en aras solamente de conceder una segunda oportunidad anímica en un momento en el que deben ser bien recibidos todos los apoyos. Aunque sea sólo por empatía hacia el que padece.

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