El Partido Popular y el PSOE acaban de verle las orejas al lobo. Rubalcaba ha dado los pasos que cree convenientes para reflotar la nave socialista y volver a ganarse la confianza de los votantes. Los resultados han sido malos, muy malos. Se sabe, y hay que cambiar muchas cosas. Las ideas no parecen haber estado a la altura de la ideología y de las necesidades. Ahora toca sanar para regresar a la senda de una confianza que está muy desgastada y repartida, aunque aquí, en Andalucía parezca que no es así. La realidad es que el cambio debe ser más profundo de lo que algunos quisieran. Hay quien lleva demasiados años aportando muy poco, ahí tras las cortinas. El Partido Popular no parece reaccionar a su catástrofe pública. Ha perdido dos millones y medio de votos, pero sigue mirando lo que les queda en lugar de valorar lo que ya no tienen. Es una estrategia de cara al público, aunque sea equivocada. Parece no querer ver que la gente se siente defraudada, engañada, manipulada por no ver las respuestas a sus preguntas, por no encontrar las soluciones a sus problemas. La gente piensa y ve que los políticos gobernantes viven muy bien, que son siempre los mismos, y que en lugar de mirar al pueblo solo se fijan en los otros, en los de enfrente y en su propio ombligo. Por eso, el personal ha optado por darse la vuelta, y en ese giro o han dejado de ir a votar o han encontrado a unas fuerzas políticas con nuevas caras, aunque sus ideas estén levitando más por la utopía que por la realidad, pero es que la gente necesita creer en algo, y la utopía es el primer paso para alcanzar la realidad. Y estos neonatos políticos, que no lo son en la mayoría de los casos, aún, muestran aspectos diferentes de lo que ha llevado a la gente hasta esta miseria. Ellos parecen aire fresco, el que no han sabido mostrar los partidos mayoritarios, aún. No sabemos si serán capaces de aguantar mucho tiempo, por lo pronto ya están ahí. El PSOE parece haber tomado nota, habrá que ver si la escribe con lápiz o con rotulador, si los dirigentes socialistas son capaces de hacer lo que tienen que hacer. El PP sigue la máxima del silente Rajoy, callar y esperar, y culpar a los otros, hasta que ya no haya más tiempo, y los silencios sean tan duros como la situación en la que está la gente, o apliquen unas pomadas que enmascaren la realidad. Mientras, dicen que han ganado las elecciones porque los otros han sacado peores resultados. Muchos son los que sobran ya en la vida política. La gente es más seria, mucho más seria, y al cabo pondrá a cada cual en su sitio, aunque mientras ellos sigan comiendo y bebiendo cada día y poniendo caras.