Gastón Morata, el médico

Verano, tiempo de solaz y descanso, de recargar baterías para tiempos futuros, de desconectar para afrontar esa realidad que llegará en septiembre. Realmente para una inmensa mayoría es este mes el que marca el final de un periodo anual para dar paso al siguiente, mucho más que el uno de enero. Dentro de los más importantes antídotos contra la saturación mental está la lectura, ese bien al que todos tenemos acceso a pesar de que en otro tiempo hubo gran interés en que esto no fuese así, de que siguiese siendo un privilegio. Y realmente lo es, un privilegio al que algunos lo utilizan a diario. Mil excusas se anteponen para justificar su ausencia. Y sin embargo es la mejor forma de crecer, vivir, disfrutar desde la intimidad de tiempos y vidas que nos harán aprender, gozar, batallar, amar, renacer. Entre los libros más recomendables hay dos que quiero poner hoy negro sobre blanco, los dos de un autor granadino, del médico, como lo llaman quienes lo leen, de José Luis Gastón Morata, autor que con El perfume de bergamota y La muladí  (además de otros, como La Chanfaina), nos hace recorrer la Granada musulmana en los últimos años previos a la conquista por los Reyes católicos. Gastón Morata dibuja con sus historias una sociedad llena de intrigas, calamidades y riquezas, de calles, plazas y callejuelas, de venganzas y lealtades en todos los sectores sociales que en aquella época musulmana eran quienes recorrían a diario los barrios, murallas y vegas nazaríes. Una Granada tan distante y tan distinta, o tal vez no tanto, en la que coexistían las tres religiones, en la que el comercio se cruzaba con las intrigas palaciegas, y era objeto del deseo y objetivo del poder, desde la que se gobernaba en un reino tan lejano a la realidad y la mediocridad que unos decenios después vino a brotar y a asentarse, parece que definitivamente. Gastón Morata da vida desde una enorme capacidad en el uso del verbo, desde el rescate de la palabra de la época, una vida que va desde las cocinas de los barrios de los oficios hasta las alcobas de los reyes que se solazaban en esta, su tierra. El autor nos ayuda a conocer el pasado de esta ciudad que otrora lo fue todo, y lo hace sumergiéndonos en historias reales e inventadas, en un paraíso natural que dio nombre y explicación a tierras y montañas, a costumbres que aún perduran y que solo son explicables desde el conocimiento. Sus novelas deberían ser conocidas y leídas por aquellos que tengan la necesidad de profundizar en aquella Granada de la que hoy vive, en una parte muy importante, esta ciudad. Y además es capaz de dar categoría a unos hechos que, reales o fantasiosos, se pueden cruzar ante nosotros si miramos con otros ojos a esta ciudad que quienes la dominan hoy parece que se han empeñado en borrarlos de su historia.

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