España levita con el sol, que es una estrella a la que debemos estar muy agradecidos, gracias a su calor ahorramos una pasta en luz y estufas, que tal y como nos han puesto la vida quienes mandan, y también los que mangonean, no es poca cosa. Algunos están cogiendo calor para cuando lleguen los rigores invernales, que son aún peores que los veraniegos, pues sofocarlos nos cuesta mucho más dinero, y dado que los bancos no están para dar, que su negocio ahora es vendernos seguros de todas las clases, para todo ser viviente, siempre es mejor guardar para cuando no haya. Y ahí estamos, esperando a que se inventen los almacenadores de calor, aunque no será aquí, ya se ha encargado el gobierno, con Wert a la cabeza, de jibarizar a nuestros investigadores, facilitándoles su exclusión laboral y mandándolos a otras tierras a que descubran e inventen. Es una excusa perfecta para que aquí nos quedemos quienes menos pensemos, o los que tengan pasta para después comprar los resultados de esas investigaciones a otros países que parecen interesados en que la gente inteligente acuda hasta ellos. Nosotros, que ya somos casi cincuenta millones, parece que nos estorbamos los unos a los otros, por eso hay quien no quiere que salgamos de nuestras casas ni para trabajar, lo que justifica de forma evidente el número de personas que son mandadas a casa desde sus trabajos. Y es que el gobierno está aplicado en el ahorro, por eso ha conseguido que ser mileurista sea el sueño de la mitad de los españoles en edad de trabajar, y que todavía están en el andén, esperando su primer tren. Con poco salario, al capricho de los empresarios, es difícil gastar mucho, aunque siempre gastan los que tienen; antes, según se nos acusa, gastábamos porque los bancos nos lo prestaban, de ahí la crisis, lo que viene a justificar los bajos salarios, la miseria en los contratos y las risas de Montoro, ese varón que está enfajando a los españoles asalariados. Con los otros no puede, se les cruzan las sonrisitas. Y así andamos, tomando el sol y esperando a que nos dejen de tomar por tontos, que es la sensación que uno tiene cuando escucha las cosas que dicen quienes disponen, que parece que viven en otro mundo, que escuchan a quienes solo alaban sus orejas, quienes están aprovechando el momento para hacer del resto de sus vidas una eternidad de gracias plenas, de sus vidas y de quienes les mandan, que no se han presentado a unas elecciones. Solo han pagado los gastos de campaña y algunos detallitos sin la menor importancia, porque se quieren, se quieren mucho, aunque luego, cuando algunos entran en la cárcel, les den la espalda, e incluso, herencia romana, mientras abrazan con la diestra apuñalan con la siniestra. Pero después se perdonan, solo la pasta es su fe, aunque quieran disfrazarla. Ellos son asine.