El pasado día siete fue de fiesta para la costa de Granada. Al fin, tras decenas de años esperando, esta tierra se igualaba al resto de las costas españolas en materia de carreteras. Vino Rajoy a hacerse la foto. Todos sonreían y algunos echaban números. Había sido muy trabajada y costosa. Los números de otros iban en otro sentido, pues durante todos los años de retrasos han podido comprobar cómo sus competidores se adueñaban de los mercados y espacios de negocios. La realidad es que aquí todo cuesta más, en todos los sentidos, por eso, cuando se inaugura una infraestructura de este calibre todos debemos estar felices y tentarnos las ropas. Ahora toca que los territorios que quedan al fin comunicados aceleren sus ritmos de despegue y alcancen a quienes les llevan lustros de ventaja. Y eso a lo peor no lo pueden hacer solos, es posible que precisen de los apoyos y refuerzos precisos para que sea real. Quedan, sin embargo, muchas otras necesidades que cubrir aún en esta provincia, y aunque se nos pueda acusar de pedigüeños (ya lo hicieron en su momento cuando las cosas pintaban de otros colores), es necesario recordar que tenemos media AVE sin concluir, que la segunda circunvalación está ahí, muerta de risa, que las canalizaciones de la presa de Rules son un sueño, que las carreteras de esta provincia están pidiendo a gritos asfalto y reacondicionamiento, que nuestro aeropuerto sigue siendo una cosita en medio del campo, con los vuelos más caros y menos numerosos de esta parte de Europa (si no contamos ni el de Castellón ni el de Ciudad Real). Y así una lista de tareas pendientes a la que nuestra clase política debe dar respuesta si no quiere que se le siga poniendo la cara colorada, aunque a muchos eso les importa un pito. Entendemos que no todo se puede conseguir al momento, pero da que pensar el hecho de que otros que hace poco estaban como nosotros ahora vean cómo sus infraestructuras están ya a años luz de las nuestras, y mientras nosotros celebramos la finalización de una autovía como si fuese un éxito aplastante a ellos los perdimos de vista a finales del siglo pasado (miremos a Málaga, por ejemplo, que en pocos años ha sido capaz de ponerse en el mundo desde una unión política y un esfuerzo de sus patrios digno de copiar, literalmente). Celebremos este corte de cinta realizado por el presidente Rajoy, pero que esa misma cinta no nos tape los ojos, porque queda tanto por hacer que empezamos a pensar que aquellas necesidades existentes ya cuando éramos jóvenes no las veremos cubiertas en vida, al ritmo que esto lleva. Y tampoco es eso.