De nuevo el personal habló, uno a uno, y la derecha recibió las bendiciones de los votantes, no en mayoría, pero sí más. El país, como casi todos los países, vota derecha o izquierda, con una zona central que fluctúa diluyendo aspectos de ambos hemisferios. La izquierda en su conjunto es más numerosa que la derecha, pero tiene menos fuerza, y esto es así por la eterna divergencia en su pensamiento, no es ni ha sido nunca un bloque. Sin embargo, la derecha se aglutina fácilmente, y esto es porque los fundamentos de una y otra son tan diferentes como aceite y agua. Por eso, los votantes de izquierda no comprenderían un apoyo implícito o explícito a que gobierne la derecha, ni al revés. Toca al PP intentar alcanzar la presidencia del gobierno, porque tienen más votos, y Rajoy lo sabe. En política todo es negociable, por eso es política, y por eso los dogmas, líneas rojas, dijes, dimes y diretes son aplacados con las dosis precisas de vaselina, donde sea menester. Y quien no está de acuerdo da un paso atrás, y su posición es inmediatamente ocupada por un tercero que empuja, salvo en dictadura. Toca a la derecha intentar conformar gobierno; de aquí hasta finales de julio le darán vueltas a números, palabras y silencios. Y ahora Rajoy, que lo tiene muy fácil, no puede echar el culo fuera como hace meses, jugada que le salió muy bien porque sus votantes lo ven como un colosal estratega, y a sus fieles no les importan ciertas cosas mientras vengan de los suyos. Esto es así con todos los votantes y en todos los hechos humanos, los excrementos propios son soportables, los deleznables son los de los demás. De modo que a nadie le extrañe que las fidelidades lo sean para todo, no solo para las victorias, que a ellas se apunta todo el mundo. Por eso, ninguno de los casos de corrupción descubiertos en los últimos tiempos entre las filas de dirigentes populares han hecho mella entre sus votantes, que son fieles, no como los de las izquierdas, así en plural, que hay cosas que no perdonan, porque entran en la encarnadura de los contrarios, no de las propias, como la derecha no perdona el ataque a sus valores, y buen cuidado que tienen sus dirigentes de respetarlos por encima de todo. Al PSOE le toca un cambio, y a Rajoy gobernar, y lo conseguirá, no hay excusa para que no aglutine los votos precisos, pagará el fielato necesario, que por falta de pago no va a quedar cuando sabe que los beneficios serán muy superiores. Y a ver cómo pasa el tiempo, a ver qué ocurre con la reforma laboral, y con la ley de educación, y con el paro, y con los beneficios de la banca, y con los expedientes secretos, y… Tiempo al tiempo, que esto no ha hecho más que recomenzar, aunque parece que llevamos así toda la vida.