Araíz de mi último comentario, en el que me mostraba abiertamente partidario de la bañera casera para sobrellevar el verano con zambullidas sin levantes ni ponientes mi amigo Paco, naturópata y amante del senderismo, me invitó a recorrer una ruta saludable donde la flora, la fauna y los manantiales me harían olvidar, -dijo- la pesada carga emocional de la cotidianidad más abundante de malas que de buenas noticias.
Como se trataba de un fin de semana me pareció sugerente la propuesta porque también era una magnífica oportunidad para conocer el interior de nuestra hermosa provincia, tan atractivo, tan diverso, tan singular. Así es que, mochila al hombro, inicié la aventura desintoxicante ligero de ropa y equipaje y anduvimos algunos kilómetros rodeados de árboles, cantos de pájaros y chicharras y la «santa» compañía del calor de San Lorenzo que se ha hecho notar en lo que llevamos de mes.
Pero el sendero nos ofrecía el esperado paso inocente de la culebra y el oasis de una poza de agua cristalina que, a sabiendas de su baja temperatura, no dudé en sumergirme en ella, en menores paños, pese a la negativa de mi amigo que me advirtió que no soportaba el agua fría.
El agua no estaba fría, estaba helada, y mis partes pudendas quedaron anestesiadas. La instantánea inmersión fue tan rápida como la emergencia que me llevó a un roal de yerba buscando el calor del sol. Pero hete me aquí que una malvada abeja fue a clavarme su aguijón en donde la espalda pierde su casto nombre. Y de un picotazo del insecto, no solo me acordé de Camilo José Cela, de la «Abeja Maya» y de Ruiz Mateos y su familia, sino del mismísimo Francisco de Asís porque la reacción del veneno inoculado fue tan pavorosa que hospitalariamente, el equipo médico habitual, me recomendó un poquito de Urbasón.
Lo que más me jodió, quiero decir dolió, de la picadura, del «hermano» himenóptero fue enterarme, por mi amigo Paco, que son muchas las actrices que utilizan el veneno de la abeja para realzar su belleza. Me aseguró que la apitoxina es extraordinaria para cerca de quinientas enfermedades que afectan a los huesos y al sistema respiratorio. Pero es que, además es un botox natural antiarrugas que lo usan, entre otras damas, -supongo que habrá también damos, lo que ocurre es que sigue imponiéndose el machismo en la información-, la Duquesa de Cambridge, Claudia Shiffer o Jennifer López.
Yo creo en mi amigo el naturópata y en la apiterapia si él lo dice, pero si alguna vez me animo a caminar por el idílico y ecológico sendero lo haré revestido con traje de apicultor. El picotazo que recibí de la malvada abeja, con el que vi las perseidas anticipadamente y a plena luz del día, me ha dejado el glúteo izquierdo con una protuberancia y un malestar que tardaré en recuperarme, por lo menos, 19 días y 500 noches.