Leo que los italianos se han dado cuenta, ahora, que la pasta engorda y es aburrida hasta el punto que ha descendido en un veinticinco por ciento su consumo. Los italianos transgresores se han pasado a la comida india y japonesa, que igualmente se abre mercado en nuestro país entre los más jóvenes.
Nunca pensé que los italianos –sospecho que las nuevas generaciones– limitaran el consumo de pasta y descubrieran por moda o estética otros hábitos alimenticios. Yo mismo he discutido con algún cocinero, aprovechando alguna visita al país de la ‘bota’, la razón por la que Italia, esa gran despensa, no cambiaba la carta y ofrecía al viajero hambriento otros menús más creativos.
Imaginemos que en España comiéramos todos los días paella y abandonáramos todo lo que nos ofrece la rica y variada gastronomía que de Norte a Sur y de Este a Oeste nos brinda el país de la piel de toro. El arroz, dependiendo del acompañamiento, también engorda y la verdad es que puede ser igualmente aburrido. El arroz, como la pasta, se elabora de diferentes formas para atrapar a los más exigentes gourmets, pero la reiterada comanda es monótona y provoca la indiferencia por los denominados platos nacionales por excelencia. Está ocurriendo en China y en Japón, donde se ha puesto de moda, qué curioso, la hamburguesa negra.
Oriente y Occidente se comparten las recetas y cambian los menús con distintos productos, lo que es una suerte para los que podemos comer a diario porque, por desgracia, en el mundo existen cerca de mil millones de seres humanos que pasan hambre, según la FAO. En las cosas del comer hay gente con estómago para todo y recientemente hemos descubierto a Pakkirappa Hunagundi, nacido en India hace treinta años, que se alimenta de ladrillos. Éste hábito, que incluye barro y grava, no le ha provocado, por ahora, ningún efecto pernicioso y pretende propagarlo por su país. Dice el geófago que le gusta el barro y no puede vivir sin él. Con tanto ladrillo deshabitado que tenemos por aquí, Hunagundi se pondría las botas.
La misma FAO está recomendando un cereal que se cultivaba antes de la llegada de los españoles al Nuevo Continente, fundamentalmente en Bolivia y Chile, que es la quinoa, cuyo consumo interno es bajísimo, un 10 por ciento, y el 90 por ciento se exporta a países de toda América. La quinoa ha sido bautizada como el alimento de los dioses, porque no solo tiene un alto contenido en vitaminas y minerales, sino que es extraordinariamente recomendable para curar más de una veintena de enfermedades.
Es una burla sangrienta que mientras unos desprecian la pasta o los cereales, porque aumenta el peso y además son aburridos, otros se esqueletizan hundidos en la inanición y la miseria e incluso, en el mejor de los casos, comiendo barro.