Las 50 sombras del tamaño

Hay mucho erotismo suelto por esta Andalucía. No es suficiente para el popolo la erótica del poder que abunda en este introito primaveral, con cierto hartazgo de siglas, reflejadas en el preocupante «quesito» con el que el CIS ha inaugurado la campaña electoral a la espera de que los andaluces sepamos elegir, inteligentemente, a quienes mejor puedan llevar sin sobresaltos la buena gobernanza de esta tierra. Qué responsabilidad. Seremos un referente para el resto de España. Al margen de la política noto mucho erotismo recientemente.


A las 50 sombras de Grey, en versión cinematográfica, mediana fantasía pseuodopornográfica, de dudoso interés para casados aburridos, se ha unido una vez más esta semana la polémica sobre la importancia del tamaño del atributo fálico masculino. Entre sonrisas y lágrimas ambos asuntos se han prodigado en el análisis, de corrillos cafeteros y tertulias de mixta concurrencia, con cierta sorna en la reflexión pícara y algún que otro complejo.

Entre las detenciones que se han producido en el marco de la «operación Edu» de los cursos de formación para desempleados en Granada y otras provincias andaluzas, las dimensiones del órgano y las cincuenta sombras se han acabado las esposas en las comisarías y en los bazares chinos y no es fácil encontrar una cinta métrica en las ferreterías para proceder a las mediciones pertinentes.

Muchas parejas quieren experimentar, en sus juegos amorosos, nuevas sensaciones que pueden ser gratificantes, o todo lo contrario, y existen hombres que les quita el sueño el tamaño de su adenda, tanto en estado de letargo como en enérgica actitud.

Han sido numerosas las anécdotas que en España ha suscitado la popular novela, de la que alguien ha dicho que nada tiene de gris y todo es negro porque también ha provocado más de un incidente indeseable. Del contenido de la trilogía literaria de E.L.James, quizá la más simpática experiencia la contó una graciosísima cordobesa, «Araceli», a Carlos Herrera en Onda Cero, documento sonoro de carcajeante contenido que si no ha tenido la oportunidad de escuchar puede localizarlo a través de YouTube. En cuanto al tamaño yo conocí a un chicarrón del norte que todo lo que tenía de alto y fuerte también lo tenía de simpáticamente descarado y comentaba, sin prejuicio que él más que pene tenía una pena. Sufría una distrofia muscular peniana que la llevaba con resignación, entre otras razones porque había dado con una psicóloga tan extraordinariamente comprensiva y complaciente que le convenció, en un par de sesiones de consultoría, de que el tamaño no importaba. Hoy son una feliz pareja con descendencia.

Lo curioso es que las 50 sombras del tamaño se hayan mezclado con encuestas, mítines, declaraciones de amor y odio e incertidumbres electorales tal vez como elementos evasivos en éste tiempo de mudanza y más que probables sorpresas. De todas formas no parece tener relación directa entre quienes se atreven a poner en práctica algunos numeritos descritos en la picantona trilogía o añoran un tamaño más generoso con la intención y el ejercicio de introducir la papeleta, donde es debido, llegado el momento del sufragio.