CIBERSEGURIDAD

A pie de página me muestro hoy, penoso, en la perplejidad que arrastro sobre la ciberseguridad en el mundo mundial. Hemos tenido unos días de sobresaltos con los ciberataques a diferentes estamentos y organismos demostrándose que la cibernética es tan frágil como el hombre y que, con sólo introducir una clave en un ordenador o similar aparataje, te pueden robar hasta la cartera, aunque la guardes en la mesita de noche.

Cuando en la pantalla de tu ordenador aparece «Ooops, tus archivos acaban de ser cifrados. Si quieres recuperarlos tendrás que pagar». Date por atracado. Es como si un delincuente en plena calle, pistola en mano, te dijera aquella frase hecha de la bolsa o la vida. Cien países se han visto afectados, entre ellos, lógicamente, España con diez empresas víctimas del chantaje. Según el presidente del Bundesbank, los electrónicos ladrones han podido causar daños por valor de 400.000 millones en la economía planetaria. Una cifra a considerar. Sobre todo para los que, al final, somos los pagadores.

Aunque la mayoría de los países cuentan con expertos profesionales para hacer frente a este tipo de invasión, novedosa, es evidente que los gobiernos tendrán que extremar las medidas de protección por ejemplo creando un cuerpo de élite con los mejores ‘hackers’ buenos, contra ‘hackers’ malos. Esa es una práctica que la policía y los servicios de inteligencia utilizan, habitualmente, con expertos colaboradores especialistas en diferentes delitos que gozan del privilegio de ser útiles a la sociedad, después de haber penado sus penas por haber delinquido.

Lo del cuerpo de élite no es ninguna tontería porque hay excepcionales expertos que apenas superan la veinteañera supervivencia, en este mundo tecnificado, con una inteligencia y capacidad intelectuales extraordinarias para frenar, desactivar, e incluso investigar, –cuestión que no se ha podido demostrar– de dónde surgen esos virus informáticos. Apunto e insinúo, por sospechosa certeza, que la fraudulenta y coactiva amenaza se irá repitiendo cada vez con mayor sofisticación y el chantaje con allanamiento de morada, a ordenador armado, se repetirá como cuando comemos jamón de Jabugo.

La cibermangancia que viene practicándose en la perversa clandestinidad asaltando ordenadores, teléfonos o tablets no solo va a trata de aprovecharse de malignos ataques a grandes empresas, cualquier particular puede ser víctima, si no se anda con cuidado y precaución, a la hora de utilizar las redes sociales. Son muchos más los ‘hackers’ malos que los ‘hackers’ buenos. Pero entre estos últimos hay tres personajes dignos de ser conocidos, aplaudidos y cuidados por la sociedad y las autoridades porque hemos podido comprobar que aumenta con mayor virulencia la ciberdelincuencia y se echa en falta mayor número de peritos y profesionales cualificados en el contraataque.

Tres singulares ‘hackers’ buenos son niños. Reúnen Paul tiene 9 años y es conocido como el ‘hacker’ ético. Es capaz, en solo 15 minutos, de robar todos los datos de un móvil: contactos, fotos, mensajes… Naturalmente, compagina sus estudios con su trabajo en una importante empresa de videojuegos educativos. Besty Davies tiene 7 años. La joven inglesa ‘hackeó’ una red WiFi pública en menos de 11 minutos y Kristoffer Von Hassel que con tan solo 5 añitos, sin robarle la contraseña a su padre, accedió en un periquete a su ordenador y pudo ver videojuegos restringidos para él. Considerado en su día el ‘hacker’ más joven del mundo, fue incluido oficialmente en la lista de investigadores de seguridad de Microsoft. Lógicamente tienen que existir muchos más en el mundo. Ante estas guerras cibernéticas los gobiernos y la iniciativa privada deben tomarse mucho más en serio, sin demora, mayores ayudas a la investigación y formar talentos para disponer, mundialmente, del ejército de ‘hackers’ buenos. A pie de página, ya digo, me siento desprotegido por la falta de ciberseguridad.