LOS MUERTOS QUE VOS MATASTEIS

Cuando muchos dábamos por muerto a Pedro Sánchez, hemos asistido a su resurrección al frente de la secretaría general del Partido Socialista. Por tanto, goza de buena salud, no sólo por su constancia y perseverancia sino porque así lo han querido los afiliados, que no los avales, que en realidad reflejan la tendencia real de lo que la mayoría de los socialistas quieren. Ahí tenemos a un Pedro Sánchez que deberá definir, con claridad, el futuro del partido sin bailes ni cambios de ritmo como ocurrió en su primera experiencia de infausto recuerdo. Lo razonable es que piense en la integración de todos ya que no sería bueno mantener en tiempos convulsos divisiones estériles de cara a la formación de un centro izquierda tan necesario y vital para la vida política de España. Pero habrá que esperar para saber si es el mismo Pedro que estuvo y no se le esperaba o llega metamorfoseado con la misma letra pero con distinta música.

En cuanto a Susana Díaz, no cabe duda que sale herida de una confrontación interna, pero no por ello debe, a mi juicio, debilitarle la sangre derramada en su honesta carrera ni debe influir en su compromiso y responsabilidad con Andalucía. Ya comenté, hace unos meses, en El Semanero –porque lo cierto es que se respiraba un aire previo de confusión en el seno del partido– que arriesgaba bastante en su intento de presentarse como aspirante y parafraseaba el histórico dicho de «el que se fue de Sevilla podría perder su silla».

Ese hipotético y lejano horizonte, abrigado por sus adversarios, queda en un enigma porque Susana Díaz no ha dudado un segundo en convocar, para julio, el congreso regional socialista en el que tratará de revalidar su liderazgo como secretaria general en Andalucía, feudo, que a juzgar por los votos de las primarias debe seguir controlando. Es más me comentan que, paradójicamente, su derrota nacional ha significado para muchos militantes un incentivo y ello puede provocar un efecto estimulante para conseguir mayor fortaleza política. Aunque para muchos el ‘susanismo’ se ha diluido y ahora, como es lógico, quieren ocupar terreno los ‘sanchistas’. Pero Susana quiere marcar serias distancias. El difunto era un vivo. No se puede obviar la perplejidad de las más destacadas baronías del PSOE, los silencios que hablan, el frotar de manos de la tribu podemita que ya no se siente adversaria, y el aquí estoy poniendo un huevo de Alberto Rivera y sus Ciudadanos.

De la política que marque Pedro Sánchez que goza de buena salud, por ahora, dependerán muchas cosas de lo que acontezca en España en los próximos meses. Como es natural la mayor sorpresa y la mayor preocupación fue la del Partido Popular, pendiente y dependiente de la aprobación de leyes y decisiones que deberían contar con el máximo respaldo de las Cámaras. El previsible y más que seguro cambio de rumbo político del partido socialista, a pesar de la calma y el sosiego, aparente, dentro de la formación de centro derecha tiene en estado de alerta máxima a Génova tan debilitada por la cascada de casos de corrupción, que le afecta de lleno pero que, en mayor o menor medida, salpica a otras formaciones políticas y a destacadas figuras de la sociedad. Es que somos muy corruptos según Bruselas. Allí se ven las cosas con bastante frialdad. El que esté libre de corrupción que tire la primera piedra. Lo cierto es que a Mariano Rajoy se le pone cuesta arriba la gobernanza del país ante las presumibles nuevas exigencias de Pedro Sánchez. Nuevas exigencias socialistas que deberán ser digeridas y aceptadas, o no. Por ello no es de extrañar ni descartable, se me dice, pese a lo anunciado por Rajoy, que podríamos ir, en cualquier momento, a un adelanto de elecciones generales.

Depende. ¿De qué depende?