Carta de ajuste

Aunque Correos, que se inventó después que el papel y la pluma, convoque oposiciones no se llamen a engaño porque cada día se escriben menos cartas que luego repartir. ¿Pero cómo es posible, nos preguntamos, que en la era de las comunicaciones electrónicas este organismo convoque a ciudadanas y ciudadanos a un puesto de trabajo de repartidores de correspondencia? Sencillo. Correos se está reinventando, adecuando a los nuevos tiempos con la idiosincrasia que siempre le caracterizó, irascible, del ‘matasellos’ que es algo contradictorio y absurdo, aunque tenga su lógica burocrática. Porque vender sellos para luego matarlos no deja de ser un acto criminalmente administrativo. Y es que Correos no sólo envía cartas y certificados de multas de tráfico. Ahora manda paquetes y más cosas con el ‘matasellos’. Es lo que podríamos denominar ajustar la carta a los nuevos tiempos.

Todos, en alguna medida, nos vemos obligados a modificar la carta de ajuste porque en este mundo traidor, es cierto, que nada es verdad ni mentira. No es que hayan preocupado demasiado los cambios en RTVE a la afición radioescuchante y televisiva, pero ha corrido alguna tinta y diversos comentarios calificando de defenestración y purga en el Ente del gobierno socialista cuando, en realidad, la verdad es que cada vez que se produce un cambio de Ejecutivo se provoca, irremediablemente, una carta de ajuste próxima al partido gobernante. Esto es tan viejo como nuestra joven democracia.

Yo viví, para bien, una época en la que las figuras de la televisión, el cine, la política, el teatro, la educación, las artes, el periodismo eran irrepetibles y cuando alguien desaparecía lo echábamos de menos pero las turbulencias de ciclogénesis que producen las redes sociales y el pan para hoy y hambre para mañana, del que nos alimentan los medios de comunicación, lo efímero se ha impuesto en la sociedad de nuestros días de una forma extraordinaria. Salvo Franco, el caudillazo hispánico que Pedro Sánchez, con gran astucia, lo ha resucitado antes de desenterrarlo del Valle de los Caídos y lo ha convertido, después de más de cuarenta años fiambre, en un ‘influencer’.

Pues eso, que si cambian al presentador de un programa o mandan al telediario a fulanito o fulanita nos trae sin cuidado. Lo importante es que nos informen o nos ofrezcan programas, no digo excepcionales pero, al menos, respetablemente creíbles democráticamente hablando, porque si no es así cambiaremos de canal, cuestión que no podíamos hacer en los tiempos de la tele cuando se emitía desde los estudios del Paseo de La Habana, porque solo era la primera y la única.

Tan sólo quiero poner una coda –que no codo– a algún trasvase que se ha producido en la persona de Manuel Ventero conspicuo adalid del Partido Popular que, hasta ahora, ostentaba la Comunicación y Relaciones Institucionales y que ha sido relevado por María Escario. La sorpresa y perplejidad es que el tal Ventero –que siempre se dedicó a la ‘multitarea’ política– le han encargado la dirección gerente de la Orquesta y Coro de RTVE, cuando, que yo sepa, sus nulos conocimientos musicales sólo alcanzan a recordar a la flauta de Bartolo. Que la santa Cecilia les ayude a los brillantes profesores de la orquesta y coro. Todo esto se produce en la transitoriedad directiva de la ‘casa’ de Rosa María Mateo. El verdadero reajuste de carta se definirá cuando, próximamente, se configure la presidencia y el consejo de administración. Veremos qué ocurre con nuestro paisanísimo, Miguel Ángel Gómez Martínez, a quien también proteja la patrona, la venerada mártir Cecilia de Roma.