¿Galgos o podencos?

Mientras el magma de la corrupción va solidificando las corruptelas hispánicas de una manera insólita, por la generalización de quienes delinquen a manos llenas sin que ningún ámbito de la sociedad se libre de la descarada inmoralidad, las distintas fuerzas políticas que conforman el arco parlamentario son incapaces de alcanzar acuerdos y medidas comunes para atajar la epidemia que viene alarmando al ciudadano honesto.

Fuera de despachos, corrillos y pasillos partidistas, en la calle, no se explica cómo es posible que los mandatados para gestionar los poderes públicos, por sufragio libre y democrático, sufran de ésa acomplejada parálisis para distanciarse de la leprosidad del adversario. En mayor o en menor medida, a los hechos me remito, ¿quién está sano y salvo de culpa?

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