LAS PERSONAS IMPRESCINDIBLES

En buena hora he decidido volver a leer NUESTRA FELICIDAD, un precioso ensayo de Luis Rojas Marcos en el que entre otras cosas describe cómo diversos personajes y acontecimientos históricos han favorecido el progreso y el bienestar, sintetizándolo de una bella manera al describir cómo con el final de las glaciaciones se inició una era de progreso:

“Desde el instante en que el sol alumbró la Tierra con más ardor, floreció el conocimiento, se multiplicaron las oportunidades y el horizonte de la felicidad se expandió al reino casi infinito de la imaginación, las ilusiones y los sueños. Lo que comenzó como un obsequio de la estrella más cercana a la humanidad, no tardó en transformarse en un regalo de la humanidad al universo.”

Pero ese progreso ha requerido en demasiadas ocasiones que los sabios o los intrépidos hayan vivido con la incomprensión de sus contemporáneos, o incluso hayan sido objeto de persecuciones como consecuencia de “sus ideas sospechosas y descubrimientos. Pero nada ni nadie pudieron detener el progreso”.

Y por aquello de las casualidades, coincidiendo con esta lectura, al escuchar la radio mientras viajaba hacia el aeropuerto camino de Colombia, uno de los tertulianos expresó con solemnidad que a lo largo de la historia, en todas las generaciones y en cada lugar, siempre ha habido personas que han aportado, sin duda alguna, a la prosperidad y al avance de sus comunidades. Es cierto que la mayoría de manera modesta, pero cada uno de ellos importantes por igual. Y, claro, ya fue inevitable que recordase ese bello y sobrecogedor poema de Bertolt Brecht:

“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.”

Y esta superposición de pensamientos me hizo reflexionar sobre mi vida y sobre los difíciles retos que he asumido a lo largo de los años. Y no pude evitar tampoco el coste personal que para mí y los míos ha requerido muchas veces… Pero, la verdad es que en ese momento preciso en el que con más, mucha más, pereza que ganas viajaba a la otra parte del mundo a desarrollar mi tarea como urbanista, me dije:
“Oye, adelante, que tú tienes que ser de los que suman”

Y reconozco que me sentí reconfortado al recorrer de una manera fugaz toda mi vida, porque a pesar de todos los esfuerzos y las servidumbres, uno no puede evitar ser de la condición que su familia le ha transmitido…